Recesión sexual: la crisis que nos faltaba en una sociedad hiperconectada
Desde distintas especialidades aseguran, llamativamente, que las generaciones más jóvenes son las que menos encuentros sexuales tienen. ¿Qué hay detrás de esta “recesión”? ¿Podemos culpar a la dinámica de las redes sociales? ¿Cómo se conjuga el tiempo en una era tan veloz e hipersexualizada?
El genial humorista Tute grafica a diario la dinámica de las parejas con su serie "Mabel y Rubén".
Suena doloroso, pero en Argentina hemos desarrollado una capacidad particular que tiene que ver con la resiliencia para salir de tantas crisis consecutivas y, aunque parezca extraño, publicitariamente apelamos a cierto orgullo sobre cómo hemos sabido salir a flote (o creemos haber salido) de varias recesiones económicas. Sin embargo, pareciera que no tenemos muy en claro cómo se sale cuando hablamos de recesión sexual, un concepto novedoso, extraño. La novedad es que la sexualidad en las generaciones más jóvenes parece ser menos intensa que en generaciones más grandes, incluso en una sociedad hipersexualizada.
¿Realmente hay tanto sexo dando vueltas por ahí? Bueno, no lo sabemos con exactitud, pero sí podemos afirmar que nunca en la historia se habló y se escribió tanto sobre sexo. Además, nunca hubo tanta facilidad para acceder a contenidos que tengan que ver con lo sexual, desde material educativo curado y orientado por especialistas hasta pornografía para todos los gustos. Es más, nunca existió la posibilidad de hacer match y habilitar la posibilidad de tener sexo con otra persona tan solo con el movimiento del pulgar a la derecha sobre la pantalla del celular.
Entonces, si todo parece tan fácil, tan accesible, ¿por qué se habla de recesión sexual? Este concepto comenzó a difundirse mediáticamente luego de que la revista norteamericana The Atlantic lo utilizara para focalizar los resultados de una encuesta que indicaba que las personas más jóvenes, menores de 25 años, estaban teniendo menos sexo que la generación que les precedía. ¿Cómo era posible?
“Los datos oficiales indican que por cada 100 swipes se llega solo a 1,63 matchs: y el match no consiste en una noche de pasión, sino solo en el intercambio de un like”, detalló el psicoanalista italiano Luigi Zoja, autor de La pérdida del deseo, libro que se presentó este año en Argentina. “La sexualidad no está prohibida por tabúes exteriores, pero se complicó excesivamente. Está asociada con ansiedades y depresiones nuevas que impactan en los jóvenes. Tal vez tenemos algunas situaciones por primera vez en la historia humana. La generación de 40 años tiene probablemente más vida sexual que la de 30, y la de 30, más que la de 20 años. Eso es una cosa sin antecedentes, o por lo menos, sin antecedentes después de la llamada liberación sexual que empezó en Estados Unidos en los años 70”, comentó Zoja a La Nación.
En la vida contemporánea, en la era del análisis exhaustivo de datos, las relaciones, los vínculos y las prácticas sexuales también se miden. Y eso, en este contexto de crisis tras crisis económica y social, complejiza todo.
Toco la pantalla, no te toco
“Pienso en la importancia de la erotización de la mirada y cómo se ha corrido y ha posicionado en algo tan frío como es una pantalla”, describió Myrna Sevilla, psicoanalista, magíster en Psicología Sistémica y con experiencia en la terapia de parejas. Sevilla habló con Unidiversidad y contó que observa en su consultorio que se suman dificultades para tener relaciones sexuales y, en parte, lo asimiló a la vida digital. “No hay una búsqueda de lo que queremos ver, sino una recepción pasiva de lo que la pantalla me transmite. Podemos ver esto como consecuencia, como una inhibición en el deseo y en la sexualidad, como una inhibición en la respuesta sexual humana erotizada a partir de la vista. Entonces, podemos pensar que este predominio de la pantalla y de la mirada en la pantalla podría ser una causa más, sumada al estrés, a las muchas horas de trabajo, a las idealizaciones como un factor que influye en la frecuencia de la sexualidad”, afirmó.
Los encuentros sexuales parece cada vez más difíciles. Foto: Freepik.es
La dinámica de las redes sociales y el sistema de recompensas a través del like, del corazoncito, de la respuesta inmediata, pareciera haber elevado nuestros niveles de ansiedad. Queremos todo y lo queremos ahora. “Hace que haya una sensación de fracaso al momento de no tener la inmediatez en el deseo”, comentó la psicóloga, y puso en discusión cómo el uso del tiempo en esta era de la virtualidad termina complicando las cosas a la hora del cara a cara, en el más amplio sentido. Entonces, dice la terapeuta, “como no aparece inmediatamente la respuesta, está la percepción del fracaso como tal”.
En este contexto, las relaciones también escalaron al mundo digital durante la pandemia, cuando se multiplicaron los encuentros virtuales. Sin embargo, cuando volvimos a las calles, las pantallas seguían en nuestras habitaciones. Según Sevilla, no ve en la pospandemia un escenario que haya marcado un freno, una recesión sexual, pero destacó: “Lo que uno percibe en el consultorio es la dificultad, no la ausencia”.
Pronóstico: escasa posibilidad de probabilidad de tiempo
Entonces, en una época en la que todo parece acelerarse, en la que la noción de éxito pareciera buscar la inmediatez, la sexualidad parece estar medio quedada, porque necesariamente va a contramano. Más allá del nivel de espontaneidad con el que pueda llegar a darse un encuentro casual, más allá del match urgente, tener relaciones sexuales lleva tiempo. Si nuestras ansias de satisfacción son inmediatas, está claro que nos alcanzará con el emoji del fueguito.
En este contexto, es posible preguntarse si gran parte de esta “dificultad” latente para el sexo está en el nivel de expectativas que manejamos, que demandamos. Según la psicóloga, es interesante observarnos y preguntarnos qué nos sucede cuando no obtenemos lo que queremos, cuando no conseguimos ese like que parece tan fácil de alcanzar en las redes.
Sobre esta "serie de dificultades en las expectativas”, Sevilla amplió: “Cuando no hay una respuesta del otro, me quedo disconforme con la respuesta del otro". "Hay dificultad en ver qué es lo que puede dar el otro, qué es lo que el otro tiene que me enamora, independiente de mis expectativas”, describió la psicóloga, y agregó un ítem que termina afectando nuestra sexualidad: “Idealizo una situación que no responde a mis necesidades”.
Entonces, ¿qué nos queda? “Detectar cuánto puedo mediar en lo que el otro me va a poder dar y ser consciente de las limitaciones del otro respecto de lo que yo necesito”, cerró Sevilla.
Mientras tanto, la periodista María Florencia Alcaraz citó para una de sus columnas al filósofo surcoreano Byung-Chul Han, que escribió sobre la desaparición de los rituales en nuestras comunidades. “Somos una cultura de eyaculación precoz. Cualquier seducción, cualquier forma de seducción, que es un proceso enormemente ritualizado, se borra cada vez más tras el imperativo sexual naturalizado, tras la realización inmediata e imperativa de un deseo”, sostuvo el pensador.
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