Que la dependencia de las apps no mate tus habilidades
La psicóloga Laura Jurkowski explicó a Unidiversidad que las aplicaciones facilitan la vida diaria, pero que no se deben convertir en el único recurso. Una guía para evitar que interfieran en la cotidianidad.
La directora de reConectarse dijo que es necesario entrenar habilidades que permitan llegar al mismo resultado que una app. Foto: Pixabay
Facilitan la vida, pero también matan habilidades. Las aplicaciones permiten llegar fácilmente a un lugar, pagar y comprar sin ver dinero, pedir comida sin salir de casa, conocer a alguien sin pasar por la sorpresa de la cita a ciegas, hablar con amigos aunque vivan al otro lado del mundo. Sin embargo, cuando no funcionan, muestran que las personas dejaron de entrenar habilidades esenciales: quieren llegar, pero ya no saben utilizar el mapa ni quieren preguntar, se resisten a ir hasta la pizzería y hablar con alguien para comprar, ya no recuerdan cómo conectarse con sus seres queridos sin WhatsApp o cómo se hace para conocer gente sin recurrir a la aplicación de citas.
Es el lado A y el B de las apps, dice a Unidiversidad Laura Jurkowski, directora de ReConectarse, un centro de tratamiento de adicciones a la tecnología. Explica que su uso genera facilidades y beneficios para la vida cotidiana, pero que al mismo tiempo es menester evitar la dependencia, convertirlas en el único recurso y dejar de entrenar otras habilidades. O, lo que es lo mismo, es esencial poder llegar del punto A al punto B aunque no funcione Google Maps.
La psicóloga deja en claro que la dependencia de las pantallas y las apps no es casual. Explica que están diseñadas para eso porque la dependencia se traduce en enormes ganancias para quien las diseña y para un puñado de compañías. Da ejemplos de algunos mecanismos pensados para atrapar: ni bien termina el capítulo de una serie, Netflix inicia automáticamente el siguiente y sugiere mirar otras parecida a la anterior; o los premios y castigos que incluyen los juegos, a más tiempo, más puntos, más vidas, y a recreos más largos, menos puntos o la imposibilidad de conexión. Todo es premio y castigo.
Señales de alarma
La profesional destaca dos señales de alarma de que ese diseño pensado para atrapar a las personas funciona: que dependan absolutamente del celular, de las aplicaciones, y dejen de usar otros recursos que conocen y ejercitaban antes de la instalación del mundo virtual; y que, por estar tan absorbidas, eso interfiera en la vida cotidiana, en las actividades, en la concentración, en la atención, en el trabajo, el estudio, las relaciones familiares y sociales y hasta en el abandono de un pasatiempo.
La persona que depende absolutamente de las aplicaciones siente ansiedad y malestar cuando no funcionan, sostiene Jurkowski, y asegura que eso de algún modo empobrece su vida porque siente que no puede actuar, que no puede ir, que no puede conocer, sin utilizar esas herramientas. Por eso, subraya la necesidad de ejercitar otros recursos, a la antigua, los habituales antes del uso masivo de las aplicaciones, como poder llegar a cualquier lado con el mapa o preguntando, ir a comprar al negocio, conversar cara a cara con amigos, vecinos, adquirir algo con billetes, sin billeteras virtuales de por medio. Todas habilidades que, si no se entrenan, de a poco se pierden.
Adicción y dependencia
La directora de ReConectarse distingue dos conceptos que se utilizan como sinónimos, pero no lo son: adicción y dependencia. Explica que una persona adicta a la pantalla sigue los mismos parámetros que quienes padecen esa patología relacionada con comportamientos o sustancias, porque aparecen la tolerancia y la abstinencia, y ese objeto o conducta se convierte en el centro de la vida, en la forma de llenar un vacío, de buscar satisfacción, de manejar una dificultad que de otro modo no se puede sortear, lo que genera problemas en diferentes áreas de su vida.
La psicóloga asegura que alguien con una personalidad adictiva –ya sea a conductas o sustancias– tiene más posibilidades de sufrir adicción a las pantallas y a las aplicaciones que alguien que no tiene esa problemática.
En cuanto a la dependencia, Jurkowski afirma que el mundo virtual genera esta conducta en personas que no son adictas ni tienen una personalidad adictiva. Asegura que esto tiene relación con que son diseñadas con ese fin, aspecto que se potenció con la pandemia porque significó la imposibilidad de salir de la casa, de ver gente cara a cara, es decir, de entrenar esas otras formas de llegar a un objetivo.
Ejercicios para evitar la dependencia
Con base en su experiencia, la profesional brinda algunos consejos para evitar depender de las aplicaciones:
- Entrenar habilidades: utilizar métodos alternativos para llegar al mismo resultado que no estén relacionados con la pantalla;
- Poner límites: cuando una persona se da cuenta de que depende de las apps y eso afecta distintos aspectos de su vida, es necesario poner un límite, por ejemplo utilizarlas solo dos veces al día y con un tiempo establecido;
- Recreos de celular: no utilizarlo en distintos momentos del día, por ejemplo, para salir a caminar o en una cena con amigos;
- A dormir sin celular: no utilizar el celular antes de descansar;
- Sin ruido: desactivar alarmas y notificaciones ayuda a no estar todo el día pendiente del celular.
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