Puerto Madryn, el próximo paso de la lucha

La desaparición de Santiago Maldonado fue clave para la elección de Chubut como sede del próximo Encuentro Nacional de Mujeres.

Puerto Madryn, el próximo paso de la lucha

Acto de cierre del 32.º Encuentro Nacional de Mujeres en Resistencia, Chaco. Foto: Germán Pomar para Télam.

Identidad y Género

Encuentro Nacional de Mujeres

Unidiversidad

Marta Dillon para Página/12

Publicado el 17 DE OCTUBRE DE 2017

Por Marta Dillon, para Página/12

 

En el cierre del encuentro de Resistencia, miles de mujeres eligieron por aclamación la ciudad patagónica para volver a encontrarse en 2018. Los pueblos originarios, la avanzada extranjera en esas tierras y la prostitución VIP fueron otros de los argumentos.

“Por nuestros pueblos originarios, por nuestra tierra, por el agua, porque las patagónicas vamos a donde haya que ir, pero viajamos tres días para llegar a Resistencia; por Santiago Maldonado, porque en Puerto Madryn la prostitución VIP se lleva a nuestras niñas, porque ahí nos enfrentamos a Lewis, a Benetton, porque ahí desaparecieron a Santiago Maldonado...”. Así, atropelladamente, abrazada por sus compañeras de la Casa de la Mujer de Chubut, sosteniendo la bandera de la Nación Mapuche a la que se aferraba como si la tela de colores, con ese círculo amarillo en el centro, le diera la fuerza que necesitaba para enfrentarse a la multitud, María Rosa Vidal Ñankucheo propuso a su provincia como sede del próximo Encuentro Nacional de Mujeres. Entre aplausos, miles de mujeres la aceptaron. Allí, en la Patagonia, será entonces el octubre propio de todas las identidades femeninas que se sienten convocadas.

Fue un momento emotivo. Todo estaba dispuesto para que la sede de la cita del año que viene fuera en la provincia de Buenos Aires, por eso el atropello en la presentación, por eso las ganas de transmitir desde las vísceras las razones por las cuales localizar ese hecho político, que siempre es masivo, en la provincia de Chubut es fundamental. La desaparición de Santiago Maldonado, igual que la exigencia de libertad a Milagro Sala como presa política, habían estado ausentes en el documento de apertura. Y tanto la mención a los pueblos originarios como la pregunta por el destino de ese joven que mira insistente desde tantas fotos que lo reclaman fueron repuestos en la decisión que tomaron, mediante aplausos, las convocadas en Resistencia.

La elección del nuevo territorio también dejó en claro que de lo que se trata es de una expresión política transformadora. Que vuelve distintas tanto a quienes asisten como a las ciudades que las alojan: el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) es así; a pesar de las distancias agotadoras que mujeres, lesbianas y travestis recorren para encontrarse, todas vuelven transformadas. Y las anfitrionas de cada uno de los treinta y dos Encuentros que ya sucedieron saben que en los largos doce meses que toma la preparación también generan discusiones, expectativas, fantasmas, necesidad de consensos y aperturas que no se darían de la misma forma sin esa marea feminista que no para de crecer año a año.

En Resistencia, sin ir más lejos, fueron muchas las discusiones, incluso dentro de la Comisión Organizadora. Si al principio hubo resistencia a la inclusión de algunos talleres que generan debates hacia dentro del feminismo, como el que implica a quienes se reconocen trabajadoras sexuales y no puras víctimas, al final ese taller también fue incluido, y la presencia de trans y travestis dejó de ponerse en tela de juicio por propia presión del movimiento ecléctico y transversal en cuanto a las fuerzas políticas representadas.

Hubo otras dudas al principio que se saldaron con la cantidad de cuerpos y voces que se entrelazaron en los espacios de debate: el activismo gordx, ese que reconoce la opresión de los modelos de belleza y salud hegemónicos, por ejemplo, tuvo su lugar y la potencia que desplegó, albergando los deseos y militancias de tantas, no dejó dudas sobre la necesidad de que siga existiendo. O la marcha “Orgullosamente Torta”, que terminó en festival callejero, que no se quería incluir en la programación oficial y sin embargo fue una de las noticias de este Encuentro. Porque las lesbianas reclaman ser nombradas como lesbianas, porque sus vidas también cuentan, las formas de violencia que enfrentan son particulares, las represiones a sus expresiones han vuelto y necesitan ser denunciadas en particular, aun cuando las lesbianas tienen sus propias formas de responder y siempre oponen deseo al espanto que busca normalizarlas a través de detenciones arbitrarias y violencia institucional.

Las chubutenses se abrazaron y lloraron sobre el escenario del Estadio Sarmiento, en Resistencia. María Rosa, ataviada con galas mapuches, sentía que se reconocían por fin sus treinta años viajando por el país. “Vengo desde que era una joven que apenas reconocía su identidad originaria, me enseñaron mucho las maestras del norte, las ancianas que me hicieron sentir orgullosa de quien soy y de mis ancestros. Y este momento tan especial, en que el país está viendo lo que padecemos las naciones originarias, en que se llevaron a Santiago pero también a dos peones mapuches que nunca son reconocidos, nos permite mover la sensibilidad de todas”. La ciudad elegida, dentro de Chubut, es Puerto Madryn, por capacidad hotelera, pero también para hacer visible el turismo sexual, dijeron las mujeres de la Casa de la Mujer de Chubut, que impulsaron esta sede que nadie esperaba. “Y como indígenas, pedimos también la libertad de Milagro Sala, no podemos hacernos las tontas”, dijo María Rosa al final. Y es que el traslado compulsivo de Milagro al penal de Alto Comedero, aun cuando todavía se esperaba la resolución de una apelación para la medida que suspendía la prisión domiciliaria, no pasó inadvertida, al menos no para la mayoría que marchó el día anterior con su rostro como bandera. Porque esa presa política encarna la misoginia de la Justicia, que también fue puesta en juicio durante los días del ENM.

Cientos de micros empezaron a desandar las rutas hacia sus lugares de origen. Cansadas, emocionadas, felices y empoderadas; así se subían las mujeres, las lesbianas y las trans a los transportes, abrazándose con quienes hasta hacía dos días eran desconocidas. “Nosotras somos sumisas, nos tienen de aca para allá y se aprovechan de nosotras, nunca decimos nada. Pero ahora siento poder. Hubo una frase, que juntas somos poderosas, que yo me llevo para decirles a mis hijitas”, dijo Graciela, una mujer de Humahuaca que vendía sus productos regionales para volver a su tierra con algo más que energía renovada.

El año próximo, entonces, ya no habrá riesgo de calores agobiantes; serán otros los desafíos. Las chubutenses ya empezaron a enfrentarlos y todo el resto también. Habrá que buscar recursos para viajar hasta la Patagonia, pero la promesa de volver a llenar de múltiples sentidos el Encuentro Nacional de Mujeres basta para desafiar a la imaginación y volver a hacerlo. Como se canta cada vez, en pasado, pero también como apuesta a futuro: a pesar de todo, les hicimos el encuentro.

 

 

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