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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Carlos Almenara, es presidente del Partido EDE Mendoza en Nuevo Encuentro, miembro de Carta Abierta y se encuentra censurado por los medios de Clarín y socios menores. En esta nota expresa su opinión acerca de la marcha del 13.
Gentileza El solonline
Agradezco a Edición Cuyo la posibilidad de expresar una opinión vedada por los medios de la comunicación concentrada.
La manifestación de los cacerolos que se vio el 13 de setiembre es una reedición de situaciones vividas en 2008 y 2009 y que responde a una matriz de construcción de oposición política que recorre el continente latinoamericano.
Se trata de plantear una polarización destituyente desde los medios concentrados. Así como brindaron con Videla para quedarse con Papel Prensa, ahora te arman una turba en un rato con un conjunto de consignas fascistas y confusas.
He propuesto hace tres años una teoría parcial sobre cómo opera esta construcción en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=91756.
En Venezuela y Bolivia ya intentaron este método.
La matriz funciona como destituyente, no como constructora de alternativas. Por eso pedirle que proponga es pedir algo que va contra su naturaleza.
El discurso con que se apañó las dictaduras de ayer es semióticamente el mismo con el que se intenta desestabilizar los gobiernos populares. Coherente con ello el día 13 se produjeron agresiones a locales y personas partidarias del oficialismo.
Se ha peticionado a la UNCu que no realice ninguna erogación en los medios de Clarín, cómplice imprescindible de la dictadura. El mismo repudio se impone a cualquier demócrata. Los cómplices y artífices del genocidio de ayer siguen operando hoy, con modos que si los analizamos un poquito, tienen los mismos fundamentos.
El escenario así planteado implica un grave empobrecimiento de la política. En lugar de formular una propuesta coherente (en sus términos), vociferan incoherencias y agravian. En lugar de construir una derecha a la cual reclamarle respeto a la democracia y los derechos humanos, apelan al sempiterno modo del Departamento de Estado, el mismo que conoció entre muchos otros el Chile de Allende.
No hay sutura posible desde esa falacia del “consenso”. Se equivocan si piensan lo contrario. Los desestabilizadores tienen dos planes: uno cerrar el ciclo con un reemplazo por un elenco opositor, otro cerrar el ciclo con un reemplazo por un elenco no opositor. Pero, claro, esencialmente cerrar el ciclo. ¿Qué significa? Que vuelvan a gobernar los que casi siempre gobernaron, con dictaduras, con peronistas, con radicales. Que vuelva un presidente aplaudido por la “Sociedad Rural”. Eso es “consenso”, un presidente compinche de la Sociedad Rural. Porque para ellos los que cuentan son esos grupos, de los de abajo se encargan construyendo paredes para que no se vean o quedándose con todos los medios de comunicación también para que no se vean.
Ese “consenso” es un engaño, el único consenso posible es cumplir la Ley, la primera la Ley de Medios, que no están cumpliendo los constructores de odio.
Avanzar y profundizar el modelo nacional, popular y democrático es el modo de resolver el ficticio dilema que plantea una pantalla estancada en una artificial multitud vocinglera.
Profundizar, profundizar, profundizar. Y discutir y defender cada una de las medidas de un gobierno nacional que puede dar cuenta de sus decisiones. Seguramente con errores como todos, pero con uno que no: está del lado del pueblo. Eso es lo que está en discusión.
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