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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Los efectos que produce en los más jóvenes son irreversibles. Un especialista en toxicología denuncia que los centros de recuperación para adictos no son la solución y advierte con datos que la sociedad no es consciente del riesgo.
Sergio Saracco fue el ministro de Salud durante los primeros dos años de Celso Jaque. Foto: Yemel Fil / Sitio Andino.
Unidiversidad / Mariano Rivas
Publicado el 24 DE MAYO DE 2018
Una encuesta de la Federación Argentina para la Prevención y Asistencia de las Adicciones (Fonga) hecha a jóvenes menores de edad internados por adicción registró que ocho de cada diez robó para conseguir drogas. Este dato hace surgir la pregunta –sin insinuar que la drogadicción es la causa principal en la por demás compleja trama de la inseguridad– acerca de por qué las sustancias provocan en una persona la necesidad de conseguirlas a toda costa.
Sergio Saracco, director del Observatorio de Salud Pública y Problemáticas de Consumo de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO, establece una diferencia clave: los efectos que producen las drogas en el cerebro de las personas son irreversibles hasta los 20 años. Y estos efectos son, en concreto, dos. Primero, intervienen en el control de los impulsos; segundo, generan la necesidad de seguir consumiendo.
Sobre esto profundiza el médico: “El cerebro prefrontal es lo que nos diferencia de los animales. Ellos no tienen desarrollado el cerebro prefrontal. Es donde está el control de la impulsividad, está el juicio crítico, el pensamiento abstracto, el control de impulsos, determinados estímulos que hacen que cuando esto funciona bien, si yo discuto con alguien, no le pegue una trompada”.
El cerebro prefrontal se termina de formar en las últimas etapas de la adolescencia. Por esa razón, el impacto de las sustancias en estas fases del desarrollo deja ese órgano dañado de forma permanente, lo que Saracco ilustra con la siguiente frase: “El cerebro es arcilla hasta los 20 años”.
El también exministro de Salud apunta que el problema de las drogas y los robos no es cuando la persona consume, sino posterior a ese momento. Cuando una persona está bajo los efectos de las drogas “no asalta porque está gozando del efecto de la droga. El problema es cuando está en abstinencia, que es mucho más peligrosa […] La necesidad imperiosa, eso te produce la abstinencia de la droga, al mismo nivel que la necesidad de ir a orinar o a comer”, subraya.
Esto se explica porque las sustancias psicoactivas no actúan solo en el cerebro prefrontal, sino también en algunos núcleos de la base del cráneo. Es en estos núcleos donde, según señala el médico, está la necesidad de seguir consumiendo.
Estos dos factores se combinan y hacen que los robos producidos por la necesidad de seguir consumiendo puedan desembocar en consecuencias graves para la víctima. En primer lugar, porque las sustancias limitan el juicio crítico y dan rienda libre a los impulsos –y así facilitan la violencia en el hecho– y porque, como apunta Saracco, la dependencia que provocan en el cerebro es comparable a la de las necesidades primarias, como alimentarse u orinar. O, como el médico ejemplifica: “Hoy, como tenés a estos sujetos neurodañados, no solamente entran a robar, sino que violan; sea a un niño, sea a un anciano, algo que no tiene ninguna lógica (por la gravedad del hecho y las consecuencias que conlleva)”.
El problema de fondo
Saracco afirma que los centros de recuperación para adictos no son suficientes y que desde el Estado no se trabaja en lo que él considera la verdadera solución: la información para mejorar la percepción del riesgo. “Todo se centra en los adictos, pero ¿qué hacemos para que no haya? No se está tratando la causa; estamos contando cuántos muertos hay”, denuncia.
Quien dirige el Observatorio advierte: “Cuando les preguntás a los estudiantes universitarios si fumar tabaco es de gran riesgo, el 98 % nos dice que fumar tabaco es de gran riesgo. Ahora, les preguntás si fumar marihuana es de gran riesgo y solo el 40 % dice que es de gran riesgo”.
Esta ausencia de la percepción del riesgo también se extiende a la droga más aceptada socialmente: el alcohol. “No es bueno que hagan la previa los chicos, no es bueno que la hagan en la casa”. La recomendación de beber con moderación es correcta para los mayores de 20 años, porque antes de esa edad el consumo de alcohol debería ser “cero”, afirma Saracco.
Una voz disonante
Este medio también preguntó a Marta Hintuchi, coordinadora del programa provincial de Adicciones, si existían en Mendoza encuestas similares a la citada al inicio de la nota, que arrojó que 8 de cada 10 menores internados por adicción habían robado para conseguir drogas.
Hintuchi afirmó que no cuentan con datos similares y quitó importancia a la relación entre la adicción y la delincuencia porque “es crear una doble marginación”. En este sentido, destacó que aquellas personas que padecen una adicción son estigmatizadas y que prefiere no profundizar en este tópico.
La funcionaria destacó que uno de los principales problemas que enfrenta el Estado –que cuenta con nueve centros preventivos y asistenciales para personas que padecen adicción– es que, al requerir el consentimiento del paciente para todos los tipos de tratamiento que se realizan, es muy frecuente que haya personas que no quieren tratarse.
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