La corrida cambiaria turca y la tensión entre ese país y Estados Unidos fueron los factores relacionados entre sí que dispararon una nueva devaluación del peso en la Argentina. Un fortalecimiento del dólar a nivel internacional, salida de capitales de países emergentes y dudas sobre la capacidad local para acceder a los mercados de deuda son algunas de las dificultades para la administración de Mauricio Macri que surgen a razón de este traspié que amenaza con profundizar la recesión argentina.

El gran sacudón ocurrió el viernes pasado. En un contexto de tensión económica y política entre Turquía y los Estados Unidos, Donald Trump comunicó vía Twitter su decisión de incrementar los aranceles a la importación de acero y aluminio turco al 50 % y 20 %, respectivamente.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acusó a Donald Trump de pegarle "por la espalda" y no cumplir su palabra.

"Nuestra relación con Turquía no está bien en este momento", tuiteó el  presidente norteamericano. Los factores que condicionan la relación bilateral exceden las cuestiones económicas. Estados Unidos y Turquía tienen posiciones encontradas sobre temas internos –la detención de un pastor evangelista estadounidense en terreno turco–, la posición en el conflicto sirio, la OTAN y la relación con Rusia, entre otros temas que podrían acelerar una guerra comercial de consecuencias inciertas.

El impacto del anuncio de Trump sobre las variables económicas turcas no se hizo esperar. Con mayores barreras comerciales que condicionan las exportaciones de una economía debilitada, la lira turca se desplomó el 20 % en la jornada y tocó mínimos históricos, luego de haber perdido el 5 % en las jornadas anteriores.

El desplome de la lira –junto al peso, una de las monedas que más perdió frente al dólar en lo que va del año (el 81,9 %)– continuó hoy. El tipo de cambio llegó a caer otro 10 % en la jornada, aunque luego recuperó algo de terreno para registrar una baja del 6,5 %.

¿Por qué este escenario complica a la Argentina? Porque la pérdida de valor de la moneda turca arrastra al resto de las divisas emergentes. Corridas como esta implican un fortalecimiento del dólar y salida de capitales de estos países hacia activos dolarizados y otros instrumentos de menor riesgo, en un movimiento que genera caídas en el precio de los bonos y las acciones y arrastra en su efecto negativo a otros mercados.

Sin embargo, el efecto negativo no es equivalente en todos los países, y el impacto es mayor en aquellos que, como la Argentina o Turquía, tienen mayor dependencia del flujo de capitales externos. Ambos países, por caso, registran un déficit de cuenta corriente –el saldo de todo el intercambio de bienes y servicios de un país con el mundo– que supera el 6 % del PBI.

En otras palabras, este dato refleja que un país no consigue generar los dólares necesarios para el funcionamiento de su economía y ese rojo los vuelve vulnerables a shocks en el mercado internacional, con mayor riesgo de devaluación, salida de capitales y recesión.

Parte de la "tormenta" financiera que desde fines de abril sacude a la Argentina más que a otros países de la región, con un dólar que en el mercado local superó los $ 30, tiene su raíz en esta debilidad.

En este escenario, el Gobierno acudió al FMI, que impuso un mayor ajuste fiscal (el 2,7 % del PBI este año y mayores recortes para llegar al 1,3 % el 2019), entre otras condiciones para garantizar los USD 50 000 millones del acuerdo stand by, del que ya se concretaron desembolsos por USD 15 000 millones.

Sin embargo, la incertidumbre para la Argentina no se disipó. Tras semanas del tipo de cambio en el orden de los $ 28, las noticias que llegaron desde Turquía dispararon una nueva escalada cambiaria y en el riesgo país, que superó los 730 puntos, el nivel más alto desde febrero de 2015.

¿Cómo afecta a la economía cotidiana? Los vaivenes del contexto internacional tendrán su impacto en el día a día, comenzando por la evolución del dólar, que hoy supera los $ 30,48 y amenaza con mayores subas. Este factor puede complicar al consumo, profundizar la recesión y también incidir negativamente sobre la inflación, con precios de alimentos, combustibles y productos importados entre los más expuestos.