¿Por qué hay menos mujeres en la ciencia? Un proyecto internacional busca respuestas y soluciones

Aunque cada vez más mujeres acceden a la universidad, las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas siguen siendo territorio de varones. ¿Qué las aleja de ellas? ¿Qué barreras enfrentan? La iniciativa ELA4ATTRACT, del programa Erasmus+, busca revertir esta desigualdad estructural.

¿Por qué hay menos mujeres en la ciencia? Un proyecto internacional busca respuestas y soluciones

"Las niñas también pueden hacer robots", dijo la secretaria de Investigación, Internacionales y Posgrado de la UNCUYO. Foto: iStock

¿Por qué hay menos mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas y cómo incentivar sus vocaciones científicas desde que son niñas y adolescentes? Esa pregunta moviliza el proyecto internacional ELA4ATTRACT, una iniciativa del programa Erasmus+ de la Unión Europea que busca reducir las brechas de género en el sistema científico. La Universidad Nacional de Cuyo forma parte de este consorcio internacional junto a instituciones de Europa y América Latina, con un objetivo ambicioso: atraer más mujeres a las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por sus siglas en inglés) y generar condiciones reales para que puedan sostener su permanencia en esos espacios históricamente masculinizados.

Sentimiento de incapacidad, falta de referentes o de motivación del entorno: no es casualidad que las jóvenes duden o desistan de estudiar una carrera STEM. Detrás de ellas hay siglos de exclusión, estereotipos de género y estructuras académicas que no fueron pensadas para incluirlas. Este patrón se repite en todo el mundo.

El proyecto ELA4ATTRACT ya lleva un año y medio de ejecución y es coordinado desde Europa por universidades de países como España, Portugal, Alemania y Suecia, mientras que en América Latina participan instituciones de Argentina, Chile, Colombia y República Dominicana. En nuestro país, las universidades seleccionadas fueron el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y la UNCUYO.

Se trata de dos espacios de educación superior muy diferentes entre sí. El ITBA es pequeño, privado y muy masculinizado; la UNCUYO, por su parte, es pública, muy concurrida y con un camino transcurrido en políticas de género. Sin embargo, aunque las mujeres son mayoría en el claustro estudiantil de esta universidad (el 68,5 %), las carreras STEM siguen siendo terreno de varones: en la Facultad de Ingeniería, ellos son el 64 %, y en el Instituto Tecnológico Universitario, el 60 %.

Soledad Mallar y Teresa Damiani, funcionarias de la Secretaría de Investigación, Internacionales y Posgrado de la UNCUYO, participaron en las reuniones internacionales del consorcio. En diálogo con Unidiversidad, compartieron su diagnóstico sobre las barreras que enfrentan las mujeres en STEM, así como las estrategias para construir instituciones más equitativas.

Un problema estructural

Una de las metas de ELA4ATTRACT es visibilizar que las desigualdades de género en la ciencia no se explican por falta de interés o capacidades de las mujeres, sino por una red de barreras culturales, económicas y simbólicas que operan desde la niñez hasta la vida profesional. “A veces el primer ‘no’ se lo da la propia mujer”, lo resume Damiani. “Las chicas no siempre se sienten capaces, a veces piensan que no van a recibirse nunca o que no van a poder avanzar en la carrera, y ni siquiera lo intentan”, amplía Mallar.

Desde la infancia, las niñas enfrentan barreras sociales que las alejan de disciplinas STEM

A esta barrera autoimpuesta se suma la del entorno más cercano, que muchas veces –desde el amor o la protección– desalienta la elección de carreras masculinizadas al anticipar un camino lleno de dificultades. “Hasta desde el cariño conspiran contra la vocación”, reflexiona Damiani.

Pero el problema no termina con la elección de una carrera. Quienes logran ingresar a estos campos suelen enfrentarse con estructuras laborales que exigen mucho más a las mujeres. Además de compatibilizar con su vida personal y familiar –porque las tareas domésticas siguen recayendo sobre las mujeres–, tienen que demostrar más habilidades y conocimientos que un varón para alcanzar la misma posición. Y si bien en el sistema universitario argentino el salario por cargo no distingue entre géneros, la desigualdad aparece en la distribución de esos cargos: los jerárquicos, mejor remunerados y con mayor poder de decisión, están ocupados en su mayoría por varones. Damiani grafica la situación con una pirámide: muchas mujeres en la base, muy pocas en la cúspide.

"Se trata de incentivar vocaciones científicas en niñas y adolescentes y de acompañar a quienes ya transitan esos ámbitos", dijo Teresa Damiani. Foto: Unidiversidad

De los diagnósticos a la acción colectiva

La potencia del proyecto ELA4ATTRACT radica en su diseño colaborativo. Los proyectos Erasmus son conocidos por su capacidad para generar alianzas internacionales y fortalecer instituciones mediante el intercambio de buenas prácticas. En este caso, las universidades europeas que han desarrollado estrategias exitosas para atraer mujeres a las STEM acompañan a sus pares latinoamericanas para implementar acciones concretas.

La experiencia no es solo unidireccional. “Desde la UNCUYO también tenemos buenas prácticas para compartir —dice Mallar—. En comparación con otras universidades del consorcio, incluso de países desarrollados, estamos mejor posicionadas en términos de equidad de género”. Un ejemplo es la paridad piso para cargos de representación política.

Soledad Mallar participó del segundo encuentro de ELA4ATTRACT, en Barcelona. El próximo es en Argentina. Foto: Unidiversidad

El proyecto ELA4ATTRACT inició con una fase de diagnóstico: cada universidad participante relevó datos sobre la situación de género en sus instituciones, lo que permitió mapear las desigualdades y diseñar estrategias a medida. En este momento, el equipo está trabajando en un manual de buenas prácticas, basado en experiencias exitosas de cada institución, y en la planificación de talleres y encuentros para junio, que se realizarán en Mendoza y Buenos Aires.

También se puede hablar de malas prácticas: las iniciativas aisladas. Para generar un impacto real, Damiani remarcó la necesidad de impulsar acciones concertadas, sostenidas y multidimensionales. Por eso, uno de los ejes centrales del proyecto es la comunicación: desarmar el prejuicio de que las STEM no son para mujeres requiere mensajes claros, cercanos y persistentes, y también políticas institucionales firmes.

Revertir la feminización de base y la masculinización del poder

Uno de los grandes aportes del proyecto Erasmus es mostrar que la equidad de género no se logra por inercia, sino por políticas activas. En las carreras masculinizadas, los equipos siguen siendo mayormente de varones porque, en la práctica, es más conveniente: la mayoría de las responsabilidades del hogar siguen recayendo sobre las mujeres. Por eso, si se quiere contrabalancear ese desequilibrio, hace falta actuar. Se trata de fomentar vocaciones científicas y, en paralelo, de acompañar a las mujeres que ya están en estos espacios.

Además de una cuestión de justicia y equidad, incluir mujeres en STEM es clave para el desarrollo económico y social. En un mundo donde la economía del conocimiento es cada vez más central, las industrias más rentables son las que se apoyan en la ciencia, la tecnología y la innovación. El valor agregado hoy está en el conocimiento. El desafío es doble: preparar a las mujeres para competir en igualdad de condiciones en un entorno desfavorable y preparar el entorno para habilitarles a las mujeres las posibilidad de competir en igualdad de condiciones.

La importancia de consolidar los logros

Si bien las nuevas generaciones se relacionan de forma más equitativa y respetuosa, ambas entrevistadas coinciden en que los avances no están consolidados. “Si el modelo autoritario y masculino resulta ser el modelo económicamente exitoso, se puede volver atrás”, advierte Damiani. El proyecto ELA4ATTRACT es una apuesta colectiva para que eso no ocurra.

Una de las estrategias es partir de la base de que las políticas de equidad no benefician a una minoría, porque las mujeres y la población feminizada son la misma cantidad o más que los varones. El consorcio de universidades busca lograr que las políticas de equidad se vuelvan innegociables. Tiene un objetivo ambicioso: que cada niña que sueñe con ser ingeniera, matemática o física sepa que puede lograrlo; que su entorno la acompañe en vez de frenarla; que el sistema educativo y científico construya condiciones reales de igualdad y que, como sociedad, se deje de pensar la inclusión de las mujeres como una concesión o un cupo, y se entienda como un derecho y una necesidad.


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