Pocha Camín, como yo la vi
Elba Morales, la otra "imprescindible", cuenta en primera persona quién fue para ella Pocha Camín, su compañera de lucha silenciosa y poderosa. Un homenaje necesario.
Pocha Camín y Elba Morales, las imprescindibles.
Hoy nos dejó una gran luchadora. Una mujer de fuerte carácter, de sólida formación moral y política, intransigente para sus convicciones, amplia en la comprensión de las convicciones de los otros, con un sentido del humor agudo que siempre se fundaba en su observación crítica del mundo.
El padre y el tío, conocidos militantes del Partido Comunista, le transmitieron sin dudas esa mirada dialéctica que ella supo transformar en el bastión ideológico de su conducta consecuente. Estuvo breve tiempo en la Federación Juvenil Comunista donde conoció a Armando Camín, su compañero de vida y de aprendizajes políticos más desde las teorías que enriquecieron nuestros años 60 y 70, sin pertenencias partidarias. Casada a los 19 años, con un hijo, intentó la carrera de Derecho en Córdoba pero las dificultades la llamaron a la realidad. No se desanimó, optó por una carrera posible y que a la vez respondiera a sus naturales tendencias, estudió Trabajo Social y supo rodearse de muchas compañeras que ejercieron la tarea desde la común perspectiva de "ayudar a crecer" sin quedarse en el asistencialismo.
La dictadura de 1976, golpeó duramente a su hogar y a su familia. Armando fue despedido de su trabajo en YPF, Pocha fue despedida de sus trabajos en un centro de salud y en la Facultad de Antropología. Solía relatar con humor anécdotas de aquellos tiempos, sobre la incapacidad que tenían los dos para ganarse la vida en otros campos laborales, como ventas domiciliarias, atender una fiambrería...
En mayo de 1978 el terrorismo de Estado secuestró al hermano de Armando y a su hijo, Gustavo y Mario Camín, que se encuentran desaparecidos. Salieron a buscarlos, pero muy pronto comprendieron que la lucha estaba en el campo de los derechos humanos para que pudiera ser más amplia y efectiva. Pocha conoció a la Pastora Alieda Verhoeven, que venía trabajando en la defensa de los perseguidos chilenos y que luego sumó a los perseguidos de su país de adopción, Argentina. En carne propia sufrió la pérdida de su gran amigo y compañero de ruta Mauricio López y con el coraje que la caracterizaba armó un grupo de trabajo solidario en Mendoza.
Tenían que encontrarse ambas y el resultado fue el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Regional Mendoza, que había nacido en 1976 en Buenos Aires como respuesta a la dictadura desde varias Iglesias Protestantes y Evangélicas y tres Obispados católicos, y se instaló en Mendoza en 1979 al amparo del Consejo Mundial de Iglesias y de varios gobiernos europeos. Al frente de la Regional estaban aquellas dos mujeres, organizadoras, con tan diferentes opciones intelectuales en sus vidas, con un eje en común: la tortura no debe tolerarse, la persecución por razones ideológicas no debe permitirse. Y trabajaron en ese sentido.
Pocha Camín, no creyente religiosa, creyente en el derecho a la vida y en todos los derechos inherentes a la misma y a la dignidad de los seres humanos, tan fuerte como sensible, organizó la solidaridad para con las familias de desaparecidos y presos políticos, le puso a la tarea la capacidad intelectual y el cuerpo, huesos, sangre, sonrisa, palabras. Porque ir todos los días a abrir la puerta y estar entera para recibir a quienes padecieron en nuestra comunidad las más crueles de las agresiones, exige de una entereza que ella tuvo sin retaceos. Día tras día, año tras año. Disciplinadamente.
Quienes nos incorporamos en diferentes momentos a trabajar con ella en el MEDH, quienes nos quedamos y quienes tomaron otros caminos profesionales, podemos decir que éramos aquella persona cuando llegamos y una nueva, más completa, enriquecida, después de su paso por nuestras vidas. La dictadura le quitó la Escuela de Trabajo Social en la Facultad de Antropología, pero ella llenó su mundo de enseñanzas. Por eso seguimos trabajando en la defensa de los derechos humanos en cualquier rumbo que nos depare la vida. Gracias, Pocha, por tanto que nos diste.
Por Elba Morales.
Fuente: MEDH
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