En Lavalle los productores ganaderos y de caprinos están pasando por una situación crítica. A la falta de lluvias y de sequía en ríos y cauces los precios de los animales no alcanza a cubrir los gastos de pasturas. 

El problema, se debe en parte a que en su momento la construcción del dique Potrerillos que constituyó el golpe definitivo y ahora es prácticamente nula el agua que llega a la zona. Los puesteros debieron modificar su sistema de vida. 

Para enfrentar esta situación desde hace cuatro años, medio centenar de familias de San Miguel, El Puerto, Lagunita, El Retamo, El Forzudo y La Asunción están integrados en la Asociación Ganadera Centro Cuyano de Lavalle. Con la integración los productores buscan comprar a mayoristas y disminuir los precios en alimentos e insumos para corrales, bombas de agua y maquinaria. 

La falta de organización de los productores y la inexistencia de un mercado concentrador de la producción, entre otros problemas, trae aparejado un sistema de comercialización muy desmejorado. 

Para dar un ejemplo por un ternero de 80 a 100 kilogramos están ofertando $800. Un chivo de 7 kilogramos ronda los $140. Lavalle está declarada en emergencia económica pero los fondos para paliar la grave situación que atraviesan los productores no llega. 

Por lo tanto, integrarse y asociarse es una necesidad, una salida para enfrentar la sequía y la escasa ayuda del estado provincial. De esta manera, los productores al asociarse pueden cumplir con las normas sanitarias requeridas e integrarse al mercado formal. “Estamos entrando en la época de invernar. El poco pasto que hay está seco y las lluvias no aparecen. Por eso nos asociamos y compramos forrajes y pastos más baratos”, indicó Jorge Oviedo productor de la zona. 

Debido a la precariedad de este sistema, los perjudicados son los productores, por los precios sumamente bajos que pagan los compradores que van al campo. 

Mario Ricardo Ortiz, presidente de la entidad, admite que al inicio de la temporada el productor suele desprenderse de algunos animales a menor precio cuando es necesario descargar los campos (faltos de pasto) para que las cabras puedan producir leche suficiente como para alimentar mejor a las crías quedan. 

Los primeros que salen son chivitos de 4; 4,5 ó 5 kilos, que están un mes o 25 días con la madre. Generalmente se venden a los cabriteros, que son intermediarios que recorren los puestos y, por lo general, tiran abajo el precio de los animales e inflan los precios de los víveres que suelen llevar a la gente del desierto. 

“Venimos trabajando con un grupo de productores tratando de palear la situación para que cada productor pueda comercializar su chivo para que se le mejoren los ingresos”, explicó Ortiz.

Ortiz destacó la importancia de distintas obras realizadas con apoyo del Estado , como las de provisión de agua para las unidades productivas. El año pasado se excavaron 44 represas para almacenar agua de lluvia en distintos puntos del territorio departamental. 

Oviedo junto a su padre y abuelos creció en el puesto La Totora, a 20 kilómetros campo adentro de La Asunción. Ahora lleva adelante un emprendimiento ganadero en su puesto de Alto el Corral, camino a El Encón. 

Desde hace varios años, Oviedo viene bregando por la integración de pequeños productores de Lavalle. “Nací en el campo al igual que mis abuelos. Si no criamos animales para qué nos vamos a quedar. Acá es una lucha todos los días pero es una lucha digna contra condiciones muchas veces indignas. No queremos que nuestros hijos vayan a mendigar a la ciudad”.