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Factores que inciden en la posibilidad de estudiar.
Una de las brechas educativas que se ven en la actualidad y que se reproduce como desigualdad en la sociedad es la que hay entre varones y mujeres. Foto: Victoria Gaitán.
Milagros Martín Varela
Publicado el 08 DE ABRIL DE 2018
En el inconsciente colectivo está instalada la idea, proveniente de la sociología funcionalista meritocrática, de que quienes no acceden a la educación son aquellos que no se esfuerzan lo suficiente. Otro discurso más bien biologicista dice que hay personas que están menos dotadas intelectualmente y que este es otro de los motivos por los que niños y jóvenes quedan fuera del sistema educativo. Sin embargo, según estudios sociológicos, son los chicos de las clases más desfavorecidas los que tienen más bajos resultados escolares, mientras que aquellos que logran atravesar los niveles educativos exitosamente son los mejor posicionados en la sociedad. Esto implica que la educación, pese a ser gratuita, no resulta accesible para todos.
Para Mercedes Molina –socióloga, investigadora del Conicet y docente de la UNCUYO–, esos discursos –el meritocrático y el biologicista– están sumamente extendidos. No obstante, se pueden deconstruir desde diferentes puntos de vista. Por un lado, no se ha podido llegar a un consenso acerca de qué es la inteligencia ni cómo se mide. Esta, además, no establece competencias culturales: el acceso a la cultura socialmente legitimada depende del origen de clase. Las personas que son parte de las clases sociales más bajas tienen una cultura diferente a la de las clases sociales alta y media, siendo esta última la que se considera “culta”.
Por otro lado, Molina aseguró que para entender por qué los chicos de sectores populares tienen más dificultades para acceder y permanecer en el sistema educativo, la explicación que ella elige es la del sociólogo francés Pierre Bourdieu, quien dice que los niños y jóvenes de los sectores más favorecidos aprenden en su casa la cultura que luego formará parte de la cultura escolar. Es decir, tienen una base más cercana a lo que después la escuela establece como cultura legítima. Para Bourdieu, el sistema educativo reproduce las desigualdades sociales, ya que los que logran mejores resultados escolares son los que tienen mejores condiciones económicas y culturales a la hora de llegar a la escuela.
Siguiendo este punto de vista, Mercedes Molina aseguró que “si queremos mejorar la sociedad a través de la educación, hay que mejorar las condiciones de vida de la población. Porque todos los estudios de todo el mundo revelan que los resultados escolares mejoran con el mejoramiento de las condiciones de vida.”
Mercedes Molina es socióloga especializada en Educación, docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCUYO e investigadora del Conicet.
Cuestión de tiempo
Molina explicó que la disposición de tiempo es un dato fundamental que no suele tenerse en cuenta. Es que los chicos de los sectores más favorecidos tienen más tiempo para estudiar que los de clases populares, y esto no sólo se debe a que estos últimos tienen que ingresar antes al mercado laboral y que las chicas, a más temprana edad que el resto, deben ocuparse de labores domésticas, del cuidado de niños y también a que enfrentan situaciones de maternidad desde más jóvenes. Lo cierto es que, además, la sobrevivencia en los sectores populares lleva más tiempo porque tienen menos recursos y menos acceso a la tecnología de uso diario.
La especialista afirmó también que las más expropiadas de tiempo son las mujeres de sectores populares. En el caso de Argentina, en los últimos dos años, desde el Ministerio de Educación de la Nación se ha aplicado la evaluación Aprender. Para Molina, son muchas las críticas que se le pueden hacer a este operativo porque es una prueba estandarizada que evalúa con el mismo instrumento a estudiantes con diversos bagajes culturales y hasta con diferencias idiomáticas, con trayectorias y formaciones muy distintas a lo largo y ancho del país. No obstante, no dejan de ser llamativos algunos resultados. En todas las disciplinas evaluadas en el Operativo Aprender 2016 (los resultados de 2017 se publicaron muy recientemente, por lo que no han sido analizados en profundidad aún), los varones del secundario presentan mejores niveles de desempeño que las mujeres. En Ciencias Sociales, el 36,80 % de los varones alcanzó un desempeño avanzado, mientras el 33,26 % de mujeres logró ese nivel.
Si cruzamos los datos anteriores con el Índice Socioeconómico, se manifiesta que los resultados son menos auspiciosos para chicos de ambos sexos, pero son especialmente bajos en el caso de las chicas. De esta población, el 19,33 % de varones y tan sólo el 15,88 % de mujeres alcanzó un nivel de desempeño avanzado en Ciencias Sociales. “Desde el sentido común podría pensarse que las chicas no se están esforzando lo suficiente, o que no son tan inteligentes como sus compañeros, pero la investigación sociológica muestra que las mujeres de sectores populares son las que están más expropiadas de tiempo en toda la sociedad. Tienen dobles o triples jornadas al ir a la escuela, realizan trabajo no remunerado en sus hogares y en algunos casos, además, realizan trabajo remunerado en el mercado laboral. Así, a la desigualdad socioeconómica que sitúa estas chicas en hogares pobres se le suman las desigualdades de género, que las privan de un recurso esencial: el tiempo para aprender”, aseguró la socióloga. “Pensar en una igualdad de oportunidades para todos los estudiantes en Argentina hoy es una ilusión que no se corresponde con una realidad social tan pero tan injusta”, sentenció. (cita textual destacada)
No hay tal crisis
A la hora de hablar acerca de la crisis y el deterioro que se le adjudica a la educación en la actualidad, Mercedes Molina citó a otro sociólogo francés, François Dubet, quien cuestiona la idea de que la educación está en crisis. Su planteo consiste en que las décadas del 50, 60 y 70 del siglo pasado fueron “la edad de oro” del capitalismo, por lo que hubo crecimiento económico y procesos de movilidad social ascendente. Sin embargo, y aunque la educación se estableció como derecho humano por primera vez en 1948, no era considerado como tal y era una porción muy pequeña de la población la que accedía a ella. Por lo tanto, el sistema educativo era exitoso porque no abarcaba a tantas personas como sucede ahora. Hoy la educación es un derecho que debe ser garantizado a toda la población.
Entonces, lo que Dubet se pregunta es si se trata de una crisis del sistema educativo, o es que este ya no puede cumplir su función, o que hay mayor cantidad de chicos en las escuelas que cuando en estas se hacía una meticulosa selección de la población escolar. En este sentido, no se debería considerar que el sistema educativo de las décadas mencionadas fue tan exitoso si se tiene en cuenta que había un amplio porcentaje de la población que quedaba afuera.
Sin embargo, Molina señaló que es un problema el hecho de que haya docentes que en algunos casos estén por debajo de la línea de pobreza, que haya escuelas con mala infraestructura y que no haya otra forma de mejorar las condiciones educativas excepto la inversión, algo que en la actualidad, desde el Estado, no se prevé.
Aún así, “cuando tengamos a todos los chicos dentro del sistema educativo, cuando tengamos un incremento de presupuesto para las escuelas, igualmente va a haber que empezar a preguntarse qué heterogeneidad poblacional tenemos dentro de ellas, con qué bagaje cultural vienen, para ver qué es lo que les queremos enseñar. Pretender que les vamos a enseñar a todos lo mismo, con los mismos métodos y que eso va a funcionar, sigue siendo un poco alejado de la realidad. Porque las personas aprenden de distintas formas, no aprendemos todos de maneras iguales. Falta mucho por hacer”, cerró Molina.
Leé la versión completa de Edición U sobre Educación y derechos humanos
Derecho estructural
La educación como derecho humano es la base que conecta con los otros derechos para construir sociedades más igualitarias.
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