Pensar distinto, trabajar en equipo y generar soluciones: el camino de la ciencia, según Diego Croci
El investigador del IHEM (Conicet-UNCUYO) recibió varios premios por sus avances en biomedicina. Una de la líneas que explora junto a su equipo es cómo reprogramar células para revertir la osteoartritis. Sin embargo, este científico que eligió residir en Mendoza busca revolucionar la ciencia también desde adentro, en las formas de trabajo y en cómo abordar la medicina traslacional.
Diego Croci, uno de los científicos jóvenes más destacados de la Argentina. Foto: gentileza CCT Mendoza
“Las ideas no tienen que ver con la jerarquía, las buenas ideas se le ocurren a cualquiera”, dice Diego Croci, destacado científico que trabaja en el IHEM (Conicet-UNCUYO) y que este año recibió importantes premios por sus investigaciones. Son varios los galardones recibidos por su destacada tarea en el área de la biomedicina, pero su innovación también está dentro del laboratorio, en las formas de trabajo y en cómo cree que se puede conjugar y potenciar la acción de hacer ciencia en equipo.
Diego y su equipo fueron destacados, en términos muy simples y generales, por su desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas, de medicina regenerativa, usando células madre. En particular, para revertir la osteoartritis. Pero es mejor si lo explica el investigador.
“Nosotros (en el IHEM) nos enfocamos particularmente en el estudio de la angiogénesis tumoral y su relación con el sistema inmunológico, en cómo interactúa el sistema inmunológico con el sistema vascular en el contexto del cáncer, pero, en estos últimos años, nos enfocamos más en tratar de volcar todo esto que habíamos aprendido a otros sistemas fisiológicos y a otras patologías. A raíz de eso, surgió una colaboración con una empresa privada que estaba desarrollando un tratamiento para la artrosis de rodilla, un tratamiento de medicina avanzada, usando células madre”, cuenta Croci, que destaca que fue una gran motivación para seguir investigando y entendiendo cómo funcionan las células.
Hablar de reprogramar células es hablar de una verdadera revolución. “La humanidad se dio cuenta de que realmente podía cambiar el destino de una célula, que era algo impensado”, dice el investigador, que tuvo una formación que comenzó en la Universidad Nacional de Río Cuarto, pasó luego por la UBA, siguió en el Conicet y encontró un destino en el CCT Mendoza.
Sobre qué es esto de la reprogramación celular, detalla: “Las células tienen cierta plasticidad. Vos podés hacer que una célula empiece a cumplir funciones que había dejado de cumplir. Nosotros, de alguna forma, entendimos que podíamos reprogramar las células que causan la artrosis de rodillas, los condrocitos, las células que producen el cartílago, que es lo que se pierde a medida que se va avanzando la enfermedad. Nos dimos cuenta de que podíamos enseñarles a esas células a producir cartílago de nuevo. Podíamos hacer que las células vuelvan a acordarse de producir cartílago”. Esto que cuenta Croci, que suena tan simple, le valió uno de los grandes reconocimientos que tuvo el equipo del Instituto de Histología y Embriología de Mendoza (IHEM) y que potenció su espíritu emprendedor para seguir en el camino de la medicina traslacional.
Ahora bien, ¿qué es la medicina traslacional? Croci lo explica así: “Es hacer investigación, pero pensando en el objetivo que va a tener, tratando de resolver un problema concreto de la sociedad; esa es la parte de traslación de la ciencia. Puede ser desde cero o puede ser desde un conocimiento previo. Involucra a muchos actores, trasciende a una experticia. Hoy, en los proyectos de investigación traslacional hay biólogos, personas que trabajan con datos, médicos, personal administrativo que trabaja los estudios clínicos. Son proyectos bien complejos que abarcan un montón de aspectos. Y, por suerte, en nuestro país hay cada vez más”.
De todo modos, hay que dejar en claro que la investigación para revertir la osteoartritis “todavía está en fase del laboratorio”. “Estamos en la fase preclínica, que es donde estudiamos el descubrimiento, donde lo probamos en sistemas relevantes. O sea, lo probamos en células que aislamos de pacientes. Después se prueba en animales y luego se hace un ensayo clínico; ese es el camino que sigue un tratamiento”, describe.
Pensar distinto, trabajar horizontal
“Tenía la idea de cambiar un poco la lógica de los grupos, de los equipos de investigación”, rememora Diego Croci, y recuerda que pudo empezar a hilar esa idea al encontrar en Mendoza un lugar para vivir y trabajar. Al formar el equipo del Laboratorio de Glicobiología y Biología Vascular en el IHEM, buscó transformar el modo de trabajo, algo nada simple.
Generalmente, los equipos de investigación científica son bastante piramidales. "Hay un jefe, que es el que da las órdenes, y va bajando de acuerdo a los escalafones de las personas que trabajan, si son becarios, si son investigadores. Yo quería romper con eso y hacer algo más horizontal. Quería un equipo en donde todos aportáramos, con distintos roles, pero con el mismo nivel de incidencia, porque me parece que las ideas no tienen que ver con la jerarquía; las buenas ideas se le ocurren a cualquiera, a un chico joven o a una persona con más experiencia. Quería como tratar de potenciar todo eso y para eso necesitaba alejarme un poco de la centralidad de Buenos Aires”, explica.
Parte del equipo del Laboratorio de Glicobiología y Biología Vascular en el IHEM. Croci está de remera roja. Foto: gentileza Conicet Mendoza
Sobre qué habilita esta búsqueda de la horizontalidad, el investigador destaca que ayuda a focalizarse en la creatividad. “Valoro mucho el proceso creativo de hacer ciencia”, dice, y subraya sobre su equipo: “Somos distintas personas en distintos grados de formación. Entonces, claramente, yo tengo ciertas responsabilidades, que tienen más que ver con mi edad o con mis antecedentes que con mis ideas. O sea, las opiniones de todos valen igual”.
Una experiencia público-privada
Desde el día en que Javier Milei en modo candidato exclamara en un programa televisivo: “¿Conicet? ¡Afuera!”, la ciencia argentina y el rol de Estado como proveedor de recursos para investigar entraron en debate. Se dijo mucho y se profundizó poco. El candidato de La Libertad Avanza fue electo presidente y, hasta el momento, poco se ha dicho sobre qué pasará con el Conicet y qué fondos se le asignarán. En este contexto, Croci tiene una experiencia valiosa que aportar, dado que parte de sus investigaciones son en asociación con el sector privado (Dharma BioScience y Libera Therapeutics).
“Tenemos la suerte de que haya interés del sector privado por el tipo de ciencia que hacemos nosotros”, comenta y remarca que es importante dejar en claro que el sector privado busca una ganancia, pero que hay que evitar confusiones.
“El interés del sector privado por una disciplina en particular es coyuntural, tiene que ver con el momento que estamos viviendo”, dice, y brinda un ejemplo: “Toda la gente que laburó durante muchos años en clima, en aspectos de la atmósfera, que era ciencia básica, hoy es gente que necesitamos inevitablemente para resolver un problema global, gigantesco, que es el cambio climático. El sector privado, hace 20 años, no ponía un peso en alguien que estudiara el clima, y hoy está empezando a contratar gente experta en esas áreas”. Entonces, vale la pena remarcar algo que Croci destaca: “No hay que caer en la idea de que hay ciencia más útil que otra o de que hay disciplinas que son más válidas o más importantes, como ciencias duras versus ciencias blandas, por ejemplo. Es importante que lo tengamos claro, no hay un sector versus el otro”.
Para el investigador, que se formó con el reconocido científico Gabriel Rabinovich, desde la ciencia se veía al sector privado “como algo corrosivo”. Sin embargo, en su experiencia, se derribaron varios preconceptos. Así, Croci y su prestigio ganado son el fiel reflejo de cómo pueden interactuar el sector público y el privado. "Quizás, los científicos veíamos al sector privado como algo que no iba a aportar la capacidad de pensar, como algo que no nos iba a dejar hacer ciencia, sino que nos iba a obligar a validar sus ideas, y eso no es así. Deberíamos poder generar un escenario donde funcionen las dos cosas, donde puedan interactuar. Así, ojalá podamos replicar mi experiencia, que quizás es aislada, pero no es la única”, finalizó.
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