Parto respetado: historias de vida que lo avalan y un freno institucional para dejar atrás
"Respeto", "protagonismo" y "disfrute" son algunas de las palabras que sueltan con emoción personas que eligieron tener a sus hijos e hijas defendiendo sus derechos como gestantes. Son palabras que suenan muy distintas a las experiencias traumáticas que vivieron con un parto tradicional.
Cada vez son más mujeres las que prefieren dar a luz a través del parto respetado. Foto: pixabay.com
“Para cambiar al mundo de hoy, es necesario modificar la forma de llegar", dice una pareja que no tuvo una buena experiencia con el nacimiento de sus primeros hijo e hija, pero que luego, con el tercero, obtuvo una vivencia superadora al conocer en detalle qué era el parto respetado, que cada año, en mayo, tiene una semana agendada en el calendario para conmemorar su difusión. En esta oportunidad, en Mendoza y el mundo, se celebra del 16 al 22, bajo el lema “El respeto por las necesidades de la madre y su bebé en cualquier situación”.
La consigna de este 2021 hace referencia a observar y hacer cumplir los derechos de las personas gestantes y sus hijos/as, aun en el contexto actual de pandemia de COVID-19.
Desde hace ya varios años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) viene advirtiendo el constante crecimiento de las tasas de cesáreas a nivel mundial. El último informe del organismo advirtió que las intervenciones en los cuerpos de las mujeres a través de cesáreas innecesarias superó ampliamente el 15 % que se esperaba alcanzar en el mundo.
Sin ir más lejos, la Sociedad de Ginecología de Buenos Aires (Sogiba) confirmó a este medio que Argentina tiene una tasa superior al 30 % de cesáreas en clínicas y del 50 % en hospitales privados del país.
Más allá de todos estos datos, cada vez son más las mujeres y personas gestantes en el mundo que optan por informarse y se deciden por un parto respetado. De hecho, esta forma de dar a luz está materializada en la Ley provincial 8130, cuyos contenidos tienen como objetivo principal que la familia sea la protagonista, y el equipo de salud acompañe y esté presente para resolver situaciones fuera de lo normal.
Desde Unidiversidad nos comunicamos con la mendocina Natalia Pérez, que, después de haber atravesado dos partos tradicionales (en los cuales sufrió violencia obstétrica), con su tercer hijo eligió dar a luz a través del parto respetado.
Natalia es maestra jardinera. Ella y su compañero de vida, Daniel, atravesaron momentos muy difíciles en la llegada de sus primerxs dos hijxs, Sofía (11 años) y Lautaro (de 8 años). Por ello, con la llegada de la pandemia, padre y madre se prepararon e informaron para recibir a Gino (tiene un año) de una manera diferente.
Al unísono, Natalia y Daniel sostienen que, “para cambiar al mundo de hoy”, es necesario “modificar la forma de llegar a él”. Es que, recuerda la protagonista sobre la llegada al mundo de su hija Sofía, “fue muy traumática porque me practicaron la maniobra de Kristeller (consiste en presionar el abdomen de la madre para estimular el parto) y sufrí violencia obstétrica” durante todo el proceso. Tres años más tarde, llegó Lautaro a la vida de esta familia y la experiencia de su madre fue aun más traumática que la del primer nacimiento.
"En la llegada al mundo de Lautaro, me indujeron el parto por oxitocina, tuve muchos dolores y me hicieron retener a mi hijo porque la doctora estaba atendiendo otro parto. Fue una situación espantosa que me marcó para siempre como mujer. Recuerdo que pujaba de manera horizontal y no salía, me dieron vuelta y tampoco, hasta que me sentaron y pude tenerlo. Más allá de todo esto, cuando un bebé nace, lo recomendable es que lo reciba su mamá los primeros minutos, algo que no tuve el placer de poder disfrutar ya que, apenas nació Lauti, se lo llevaron y ni siquiera pude verle su cara. Lloré y sufrí años por esta experiencia”, contó Natalia Pérez.
Varios años después y con otra visión acerca de lo que significa un parto, la maestra jardinera se enteró de que iba a ser madre nuevamente. Sin embargo, esta vez estaba decidida a “ser protagonista y disfrutar” de esta experiencia que tantos inconvenientes le había provocado en el pasado.
Fue así como ella y su pareja decidieron cambiar la forma en la que iba a llegar Gino al mundo y empezaron a prepararse para una nueva experiencia. “Ahora que ya tuve a mi último hijo, puedo contar la diferencia que existe entre las distintas formas de parto y asegurar que el parto respetado es la forma más natural ”, comentó Natalia.
Con la voz entrecortada de emoción, la joven maestra relató cómo pudo sanar después de tanto dolor y agradeció el apoyo incondicional de su familia para poder enfrentar la situación que tanto mal le había causado.
“El parto de Gino fue sanador para mí. Me pusieron anestesia porque yo lo pedí, estuve acompañada, el parto fue planificado y todo fue especial. Sentí una felicidad infernal porque teníamos mucho miedo de volver a pasar por lo mismo. Pude hacer el trabajo de parto en mi casa y rompí bolsa cuando tenía 10 de dilatación. Trabajé con pelota e hice yoga en mi casa durante todo el embarazo”, recordó Natalia Pérez.
“Mis hijos me acompañaron y me hicieron sentir muy amada durante la llegada de su hermano. Llegué al hospital a las 3 de la mañana y a las 5 ya estaba Gino con nosotros. A diferencia de las veces anteriores, en esta oportunidad fui yo quien secó a mi hijo y lo pude tener en mi pecho hasta que quise. Además, yo manipulé a mi hijo y decidí todos los pasos a seguir durante su llegada. Lo único que me costó fue que mi marido Daniel no pudo ingresar a la sala de parto por la pandemia, pero así y todo, fue una experiencia curadora para toda mi familia”, concluyó la maestra jardinera.
Finalmente, Pérez fue más allá de su experiencia personal y dejó algunas recomendaciones para las mujeres que están embarazadas y no saben cómo decidir cuestiones que pueden llegar a marcarlas en su vida: “El poder está en cada una. Es increíble, pero todo se puede, solo hace falta informarse y creer en una. Nadie puede obligar a una mujer a tener a sus hijos de determinada manera; todo lo contrario, es la mujer la que tiene que decidir las formas en que quiere ver llegar a su hijo a esta vida”.
Natalia Pérez junto a su familia. La maestra es una férrea defensora del proceso del parto respetado, ya que sufrió en dos oportunidades violencia obstétrica. Foto: Natalia Pérez
Otra historia de vida
La mendocina Agustina López también decidió afrontar su último embarazo de manera diferente y parir a Clemente (dos años) a través de un modo humanizado, aunque previamente a esta experiencia, también supo tener a Rosario (6 años) de forma vaginal (tradicional) y a Santiago (10 años) a través de una cesárea.
“La diferencia entre las formas es abismal. En mi primer parto, no tuve la dilatación esperada y tuve que ir a cesárea, que, a contramano de lo que todo el mundo piensa, es dolorosa y muy difícil la etapa de recuperación. Después, con el parto de Rosario, fue aún peor porque atravesé momentos de violencia obstétrica y no estuve cómoda en ningún momento. Con Clemente, pasó todo lo contrario. Estuve acompañada por mi familia, el 'doctor' me contuvo en todo momento y fue una experiencia mágica e increíble para mí”, detalló Agustina.
Los frenos e impedimentos institucionales y la lucha de un médico por revertir esta tendencia
Formado en los hospitales públicos Lagomaggiore y Paroissien, y actualmente con trabajo en clínicas privadas y su consultorio, el doctor Simón Matar conoce a la perfección cuáles son las falencias del sistema de salud público y los motivos por los que se ve como un tema tabú la práctica de partos respetados en muchas clínicas estatales.
El médico obstetra explicó las razones que lo llevaron a defender a capa y espada la forma del parto respetado e hizo hincapié en la falta de insumos que existe a la hora de la preparación. También explicó por qué no es viable el parto domiciliario en Argentina.
Simón Matar (último a la derecha) es uno de los médicos obstetras que practican y promueven el Parto Respetado en Mendoza. Foto: OBUM
“Hay dos formas por las que puede nacer un bebé: por parto vaginal o por cesárea. El parto vaginal no tiene muchas diferencias médicas, sino que son empíricas y sociales. En cambio, la césarea (se llama así porque la primera operación de estas características se realizó para hacer nacer al 'César' en Roma) es una cirugía en la que se hace una incisión en el abdomen de la mujer para sacar al niño o niña”, explicó Simón Matar.
En primer lugar, el médico integrante de Médicos Obstetras Unidos de Mendoza (OBUM) remarcó: “Para hablar de parto respetado, hay que diferenciar algunos conceptos. Está muy mal llamarlo 'parto humanizado' porque siempre nacen humanos. El parto respetado no deja de ser un parto vaginal en el cual se intenta respetar los procesos fisiológicos y los tiempos del bebé y la mujer”.
Matar detalló las diferencias entre el parto respetado y el tradicional: “El parto institucional (o tradicional), que se practica mucho en los hospitales públicos, tiene la característica de ser metódico y no adaptado a la persona sino a la institución y a los profesionales que trabajan en ella. En esa práctica, a la paciente se le aplica oxitocina (el goteo) para asegurar que entra en trabajo de parto y se le coloca una conducción. En caso de que no se logre la dilatación esperada, se la deriva directamente a cesárea”.
Por otra parte, Matar recalcó que “estas situaciones suelen producirse” porque en el medio “hay abogados y familias con los ojos puestos sobre el trabajo del médico”, por lo que muchos profesionales “optan por la práctica que consideran más segura” tanto para la paciente como para ellos mismos. Esta situación hace que el sistema “genere miedo y te enseñe que el paciente es tu enemigo”, ya que un error puede desembocar “en la pérdida de la matrícula y con un juicio de por medio”.
“Los médicos estamos instruidos bajo el lema del miedo y eso nos lleva a hacer muchas cesáreas”, explicó Matar.
De todas maneras, el obstetra consideró que esta situación que todavía ocurre en la actualidad “hay intentar eliminarla” porque lo único que genera son “inconvenientes para todas las partes”. “No es la misma medicina que hace 50 años, cuando una chica se quedaba embarazada y ya sabía que iba al parto tradicional. Hoy existe el principio de autonomía, que determina que la que manda es la paciente y el profesional recomienda. El médico presenta las cartas y es la mujer quien decide cómo quiere tener a su bebé, con el acompañamiento profesional correspondiente”, detalló Simón Matar.
“Lo que se busca con este nuevo concepto de parto respetado, que es lo que yo intento defender, es darle los tiempos correspondientes a la paciente, volver a los principios del ser humano. Es intentar dar la posibilidad de que la chica tenga su parto de manera respetada, sin tantos tactos, sin tanto goteo, sin romper bolsa anticipadamente”, agregó Matar.
El médico remarcó que, si bien es un proceso natural y la paciente no está enferma, “muchas veces se presentan complicaciones y hay que priorizar siempre la vida de la paciente”, por lo que, si no hay opción, “sí se realiza una intervención quirúrgica". Por último, ante la posibilidad de parir en un domicilio particular, Matar consideró que “si viviéramos en Bélgica, no habría problema”, pero la realidad marca que “somos argentinos y hay muchas cosas atadas con alambre o no preparadas”, por lo que consideró que, en la actualidad, “es casi una utopía pensar en dar a luz en la propia casa de la paciente”.
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