Deshojando sueños

Algunos soñamos despiertos, otros sueñan solo cuando duermen, pero lo más hermoso es cuando se pueden hacer acciones para concretar sueños que nos salven a todos/as.

Deshojando sueños

Larrea divaricata (jarilla)

Sociedad

Unidiversidad

Milagros Molina

Publicado el 02 DE SEPTIEMBRE DE 2013

El doctor Carlos Gamarra Lúques, de la facultad de Medicina de la UNCuyo, junto con el equipo de investigación que lleva adelante el proyecto “Análisis y comparación del efecto citotóxico inducido por extractos de vegetales autóctonos mendocinos sobre células tumorales humanas”, financiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado, está estudiando la existencia de agentes antitumorales entre los recursos naturales regionales. Este es un sueño maravilloso; el doctor Gamarra nos cuenta qué acciones están realizando para concretarlo.

¿Cómo llegan a estudiar el efecto citotóxico inducido por extractos vegetales sobre células tumorales?

El cáncer representa la segunda causa de muerte alrededor del mundo y su incidencia anual es mayor a doce millones de personas; por esto, es una necesidad urgente la búsqueda de nuevas opciones terapéuticas que mejoren este pronóstico.

El conocimiento y desarrollo de la etnofarmacología ha resultado de gran ayuda para identificar plantas con actividad citotóxica entre aquellas reconocidas desde la antigüedad por sus “propiedades curativas”.

En Mendoza existen más de 500 especies para las cuales la medicina folklórica describe distintos usos en el cuidado y preservación de la salud. Tessaria absinthioides (pájaro bobo), Geoffroea decorticans (chañar), Prosopis strombulifera (retortuño), Schinus molle (aguaribay) y Larrea divaricata (jarilla) son vegetales autóctonos para los cuales se hallan científicamente documentadas sus propiedades antiinflamatorias, antifebriles, antibióticas, insecticidas y antioncológicas. En este último caso, la información es escasa e insuficiente. Nuestro objetivo fue profundizar, describir y comparar las acciones antiproliferativas, sobre líneas celulares de cáncer humano, de los compuestos químicos contenidos en los extractos acuosos de las especies enumeradas.

Esta idea surgió porque yo trabajo en íntima relación con otro grupo de investigación de la Facultad de Ciencias Agrarias, que obtiene extractos acuosos de plantas regionales y los está implementando para utilizarlos como control biológico de plantas de la vid.

En ese proyecto, ellos van inhibiendo la proliferación de algunos hongos que producen la podredumbre de la vid y muchas otras patologías propias de esta planta, con una gran pérdida productiva; y es necesario controlar que –por más que sea un producto biológico obtenido de una planta no resulte tóxico para los seres humanos.

Una contraparte del efecto que ejerce sobre los hongos sería estudiar qué hacen los extractos sobre las células humanas, para saber si una persona que va y aplica eso tiene algún tipo de riesgo potencial, o no.

Cuando nosotros nos pusimos a estudiar cuál era la forma de implementarlo, vimos que muchos de estos extractos tenían descritas propiedades antiproliferativas. Es decir, esa propiedad que a las células les impide dividirse y seguir creciendo.

Esto, para los que teníamos alguna antena puesta en el cáncer, fue muy significativo. Este es un punto muy preciso de la investigación en este tema, ya que si uno lograra evitar que las células cancerosas proliferaran, sería algún tipo de blanco terapéutico, algún tipo de terapia positiva para esta enfermedad.

Entonces en una segunda etapa, a esta necesidad que ellos tenían de ver qué pasaba con el compuesto, nosotros aportamos la posibilidad de –ya que se obtenía el extracto estudiar el extracto contra células tumorales. Y esto es lo que propone este proyecto.

 ¿Y cómo estudian esto? ¿Han obtenido algún resultado?

 Tomamos estos extractos y los agregamos a los medios de cultivo que usamos para hacer crecer células tumorales in vitro. Sí, hemos obtenido resultados variables. Unos afectan más, otros menos. Algunos lo hacen a altísimas concentraciones y otros a muy bajas concentraciones.

Esto tiene muchísima importancia porque algunos de los compuestos actuales, que se usan para el tratamiento del cáncer, fueron extraídos a partir de plantas y de extractos vegetales. Así como la aspirina se sacó de la corteza del sauce, es decir, fue descrita la propiedad analgésica a partir del ácido acetilsalicílico del sauce, hay muchos compuestos  que se usan para el tratamiento de esta enfermedad, que tienen el origen en algas y otros vegetales.

Siendo Mendoza un ecosistema muy particular, por la altura, por el clima, por la latitud, hay unas cuatrocientas especies autóctonas en la provincia. No de todas se están extrayendo, pero sería posible extraer compuestos y evaluar el contenido químico de esos extractos a ver si pueden ser una fuente importante de compuestos activos, bio-activos.

Nosotros, además, nos hemos basado muy fuertemente en este libro de un investigador mendocino muy importante, Fidel Antonio Roig, en el que recopiló el uso médico de todas las plantas mendocinas, tanto las autóctonas como las que no. Pero es la recopilación de una persona que es un investigador muy serio desde las ciencias sociales. No se centra específicamente en el aporte biomédico de estas especies. Es decir, a nosotros nos sirve como para tener un pie muy fuerte puesto en qué es lo que la medicina folclórica regional utilizaba para determinadas cosas.

Entonces nosotros, en función de los vegetales descritos como autóctonos y las acciones que la gente probablemente, a través del folklore que se transmitió desde las culturas precolombinas usa para determinadas dolencias, queremos recuperar de esos los más activos para ver si tienen alguna implicancia sobre la proliferación y muerte de células tumorales.

Hasta ahora, ¿qué plantes regionales han estudiado?

Arrancamos el proyecto 2011 con cinco plantas: aguaribay, jarilla, pájaro bobo, chañar y nuestra vedette, que es el retortuño (o Prosopis, que es su nombre científico). Es una planta del desierto, pequeña, cuyas hojas vamos a cosechar en diciembre a Lavalle; las hervimos y de ahí sacamos el extracto, es como un té.

No había ninguna propiedad antiproliferativa descrita para Prosopis y nosotros encontramos que, a muy bajas concentraciones, se inhibe el crecimiento de las células tumorales y si, les damos un poquito más, se empiezan a morir.

A estas plantas las obtenemos siempre del mismo lugar geográfico, porque la planta, dependiendo del agua o si se expusiera a insecticidas, podría tener distinta composición de químicos. Nosotros la sacamos de un campo virgen en Lavalle, donde termina el río Mendoza, y vamos en diciembre, cuando la planta está en flor, a cosecharla. Es importante tener en cuenta la época de la planta, y el momento de la floración es el momento de la cosecha. Una vez cosechadas, tenemos cuarenta y ocho horas para separar todas las hojas de los tallos, de los frutos, de las flores y de las raíces.

A esas hojas las pesamos y, cada veinte gramos, ponemos un litro de agua. Es como si las hirviéramos en una olla a presión. Esto lo hacemos en el laboratorio, en una marmita de papín (elemento que sirve para someter una sustancia o sistema a una presión elevada. Consiste en su versión más simple en una especie de vaso de bronce de paredes muy gruesas con una tapadera en su parte superior, hay una válvula de seguridad). Ahí, durante cuarenta minutos se hierve a 121º C y después lo concentramos por ebullición. De ahí obtenemos un té muy concentrado que filtramos, que tiene poros muy pequeños, mínimo. Lo que pasa por ahí es estéril porque no alcanza a pasar ningún microorganismo viable. Esa sustancia que nos queda se la agregamos al medio de cultivo de las células.

¿Cómo se cultivan las células in vitro?

Es una superficie plástica donde hay una especie de caldo, que es como un caldo de cultivo. En ese caldo están todos los nutrientes que necesita una célula para cumplir con sus funciones vitales, principalmente, pegarse al sustrato, dividirse y proliferar.

Nosotros a ese caldo agregamos concentraciones crecientes de este té, pero sin modificar la acción del caldo, porque si no la célula se muere pero por una reacción tóxica. Es decir, no modificamos las condiciones para que la célula crezca.

Entonces, específicamente el extracto actúa sobre la célula y, por distintos mecanismos, hace que primero no se divida más y, al no poderse dividir –que es una función vital para la célula la célula tiene mecanismos que determinan su propia muerte.

Esto es un poco lo que estudiamos en esta primera parte del proyecto. Lo hicimos en estos cinco compuestos que te mencioné, pero fueron bastante importantes los descubrimientos que se obtuvieron sobre el retortuño, porque no había sido descrito nunca y ha resultado en mínimas dosis. Estamos muy contentos con esto, pero obviamente, es una investigación que recién empieza.