Al igual que Michael Flynn, quien se desempeñó por un corto período como asesor de seguridad nacional de Donald Trump, The New York Times recomendó que el presidente estadounidense se rodee de economistas de carrera para que le aclaren algunos aspectos.

“A juzgar por las personas con las que Trump ha decidido rodearse, parece que el nuevo presidente prefiere no hablar con economistas de carrera. Aunque quizá le tome tiempo, es probable que en algún momento por fin designe a los tres miembros de su Consejo de Asesores Económicos, como establece la ley. (Se dice que el presidente del consejo sería Kevin Hassett, del American Enterprise Institute. Una buena elección)”, señala  Gregory Mankiw en su columna.

En un sencillo chequeo de datos económicos el diario resalta que, aunque a Trump le gusta decir que “heredó un desastre”, esta afirmación podría describir el caso del presidente George W. Bush, quien asumió la presidencia tras la explosión de la burbuja de las “puntocom”. También podría aplicarse, y de manera muy precisa, al presidente Barack Obama, quien fue electo durante una crisis financiera.

Pero en este momento no aplica en absoluto. La tasa de desempleo es de alrededor del 5 %, aproximadamente la cifra que muchos economistas consideran sostenible a largo plazo. Por su parte, la inflación es casi del 2 %, el objetivo de la Reserva Federal. Estos son hechos reales, no alternativos.

Además para el New York Times alguien debería aclararle al Presidente de Estados Unidos que aunque está en lo correcto cuando se lamenta porque el crecimiento durante la fase de recuperación actual ha sido bajo en comparación con los datos históricos, es probable que el crecimiento sea moderado en el futuro.

En este punto se destaca las causas que han propiciado esta situación: la demografía,  cambios en el papel de la mujer en la sociedad, declive en el crecimiento de la productividad (un fenómeno observado en la mayoría de las economías avanzadas).

Por último desde el Times afirman que los economistas de Trump deberán responder “¿Qué es bueno para la economía, tener un dólar fuerte o uno débil?”. La versión sencilla de esa respuesta desde el medio estiman que podría ser: el valor del dólar en los mercados de divisas es solo un precio. Al igual que otros precios, algunos ganan y otros pierden cuando cambian. No sirve de nada preguntarse si el hecho de que el dólar sea más fuerte o más débil es bueno o malo. Lo que hace falta es analizar la situación e identificar los factores que provocaron el cambio.

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