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26 DE DICIEMBRE DE 2024
Durante su paso por la provincia, el escritor Osvaldo Bayer se reunió con estudiantes de la Universidad Nacional de Cuyo, quienes lo reivindicaron por su “compromiso inclaudicable de dar voz a los sin voz” y de “luchar por lo imposible”, a lo largo de sus 86 vivos años.
Osvaldo Bayer historiador, escritor y periodista. Foto: Axel Lloret
En el encuentro se repudió a la familia Martínez de Hoz (involucrada en lo mayores genocidios de la historia argentina) por la demanda penal que le iniciaron al historiador, a raíz de la investigación periodística donde corrobora la responsabilidad de los antepasados del ex ministro de Economía de la dictadura, en la matanza de los pueblos originarios que se concertó en el marco de la llamada “Campaña del Desierto”.
Los retataranientos de quien fuera el fundador y primer presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA) –José Toribio Martínez de Hoz–, y actuales nietos del ideológo económico de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, denunciaron en 2011 al equipo de realizadores del documental Awka Liwen (traducida del mapuche al español: “Rebelde Amanecer”) por “interpretar” que su contenido “agravia el honor de la familia”.
La investigación periodística que da sustento al filme prueba, a través de documentos históricos, el modo en que la entidad ruralista cofinanció el genocidio de los pueblos mapuche y ranquel a partir de 1866. Suceso que delimitó de allí en más el mapa del poderío económico del país, al imponerle a esas ancestrales tierras “nuevos propietarios”, configurando así el statu quo que las sucesivas generaciones de Martínez de Hoz procuraron mantener a fuerza de golpes y masacres hasta el presente.
“Le piden a Osvaldo que salga a desmentir lo que las fuentes históricas prueban. Gestos infundados, cobardías, caprichos de nenes bien”, refirió el estudiante Julio Fernández Peláez en nombre de la Agrupación Osvaldo Soriano, encargada de convocar el encuentro. Lo hizo desde el panel dispuesto en la Facultad de Filosofía y Letras donde se recibió al invitado, con la intención de trasmitirle el apoyo y el reconocimiento de alumnos y docentes por el legado invalorable que significan sus obras para el patrimonio cultural del país, y la lucha sumergida en la perpetua resistencia de quien ha sabido defender los derechos de indígenas y obreros en los momentos más oscuros del país.
Con la mirada fija en la bandera de “La Soriano”, el autor de La Patagonia Rebelde esperó su turno para tomar la palabra. Llegado el momento, habló brevemente sobre la paradójica situación judicial en que se encuentra “por haber ofendido la memoria” del tatarabuelo decimonónico de los Martínez de Hoz. Cabe reiterar, actuales nietos del dictador de leyes económicas del terrorismo estatal en completa obediencia con los intereses ajenos a la nación e incriminado en las desapariciones de personas, secuestros, torturas y asesinatos que se pergeñaron en ese contexto.
Al respecto fue llano, tranquilo, conciso como acostumbra y sabe. Contó que está a la espera del pronunciamiento del juez de primera instancia sobre la causa –que incluye al historiador Felipe Pigna y al realizador audiovisual Mariano Aiello, con quienes el escritor creó Awka Liwen–. “Debo reconocer que las expectativas no son las mejores”, dijo en referencia a que uno de los magistrados que componen el tribunal que deberá fallar en la causa es residuo activo de la dictadura. “Además de querer censurar el documental, me han pedido un millón de pesos como modo de reparación. Lo cierto es que no tengo esa suma ni por casualidad. Si el fallo sale en mi contra yo ya lo he dicho: voy a tener que vender mi casa e irme a vivir a la plaza”, desafió con la seguridad que le da “la principal fuente de verdad: la historia”.
La historia que, para las víctimas de Julio Roca, Nicolás Avellaneda, José Toribio Martínez de Hoz y demás propagadores del exterminio indígena, sigue siendo la misma a casi 150 años de cometida. “La realidad de los pueblos originarios no ha cambiado en nada. La mayor deuda del Estado con la sociedad es la devolución de las tierras comunitarias”, sentenció, y consideró que “todavía hace falta muchísimo para pagar ´el gran pecado argentino´”, en referencia a La Campaña del Desierto
En este sentido, cuestionó al Estado nacional por no responsabilizarse sobre el atropello sistemático que continúan padeciendo los pueblos originarios: “Se sigue permitiendo la soja, desmontando los bosques y las selvas, reprimiendo a los verdaderos dueños de la tierra. Formosa sigue sin intervenirse mientras sus tribus no dejan de cosechar muertos por defender sus territorios”.
En esta línea de análisis sobre la política actual, consideró como “muy positivas” las medidas impulsadas por el kirchnerismo en relación con los procesos de “juicio y castigo”: “Es la primera vez que veo que un dictador (por Jorge Rafael Videla) muere en cárcel común cumpliendo cadena perpetua. Es fruto de los organismos de derechos humanos, pero también del Gobierno que les dio sustento”. Entre el resto de los aciertos que enumeró se encontraron la estatización de las AFJP y la Ley de Medios, a las que calificó como “populares y democráticas, aunque advirtió que “mientras los designios de Roca sigan intactos, no se podrá hablar de democracia real”.
El intercambio del historiador con los estudiantes fue corto pero no por eso menos intenso. Los tiempos se vieron ajustados porque se concretó minutos antes de la presentación de El Exilio, y Bayer en ningún momento pareció dispuesto a faltar a la puntualidad ante su público.
En la obra que el escritor realiza junto a los músicos Blas Rivera y Damián Torres se expresan las sensaciones del exilio. “Las heridas que no se cierran más, la verdad del destierro, la injusticia tremenda que es el exilio”, en palabras suyas.
Osvaldo Bayer y el escritor Osvaldo Soriano construyeron su amistad durante sus exilios, la que mantuvieron y engrandecieron con el retorno de la democracia y la vuelta al país. Disfrutó relatarles a los estudiantes anécdotas de aquella relación, sus intercambios y las influencias de uno sobre el otro, “aunque se jactaran de lo contrario”.En reiteradas ocasiones, durante la charla, Bayer se lamentó de la falta de tiempo disponible para el encuentro con los jóvenes porque “una noche entera no sería suficiente para contarles de Osvaldo”. Pero más pena le había dado el hecho de que su compañero “no haya alcanzado a enterarse de que una agrupación universitaria lleva su nombre. Jamás se lo hubiera imaginado”, tal como expresó, inmediatamente después de haber recibido la palabra por parte del panel.
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