La calidez humana de los trazos

El autor es artista plástico y docente de la UNCUYO.

La calidez humana de los trazos

Facultad de Ciencias Exactas y Naturales

Ilustración científica

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Cristian Schobinger

Publicado el 30 DE SEPTIEMBRE DE 2015

Tratando de comenzar esta nota, charlaba con un amigo médico sobre los libros de Anatomía Humana que conserva desde sus tiempos de estudiante. Comentaba las diferencias estilísticas en las ilustraciones y cómo estas diferencias influían en su preferencia por estudiar en uno u otro. Recordaba especialmente el cursado de Histología, en el que dibujaban las observaciones que hacían con el microscopio, lo cual le significó un aprendizaje tan eficaz que aún hoy recuerda claramente las observaciones que hizo.

En la mesa están apilados los libros que hojeaba y que me detenían para, de una buena vez, empezar a escribir. Uno de ellos, de Paleontología, ilustrado en tinta negra, muestra las posibles formas de animales extintos. Otro, de Arqueología, ofrece fragmentos cerámicos que permiten, continuando la “lógica de la forma”, reconstruir visualmente vasijas completas. Otro libro de Antropología en alemán sobre las culturas desaparecidas, con dibujos tan minuciosos de pueblos del Pacífico que no lamenté mucho no saber el idioma.

El conocimiento que trasmiten estas ilustraciones es activo. Uno se vuelve también el investigador y viaja a esos mundos de la mano del dibujante, que casi siempre nos asombra en su profundización minuciosa de la representación.

¿Por qué confiar en que estas imágenes muestran la realidad? ¿Por su compromiso con la ciencia y sus métodos de observación? Esa puede ser una parte de la respuesta en los casos donde explicaciones, teorías e imagen se complementan. Observo un libro de Arte Prehistórico, la cueva de Altamira en España, una fotografía de las paredes, “La cierva grande y bisontes”, de un realismo descriptivo hasta del gesto, que miles de años después puedo comprender, y con bastante certeza saber cómo era la cierva y los bisontes, superando todas las diferencias culturales con una época a la que nadie le atribuiría Ciencia.

En las imágenes que buscan representar la realidad, se traspone una lógica constructiva del mundo físico, una coherencia, que comprendemos visualmente. Que esto sea así, parece remontarse a las primeras imágenes conocidas hechas por el hombre, con ejemplos a través de toda la historia del arte, en la cual podremos observar los cambios en la relación entre la realidad y la imagen y las conquistas técnicas por acrecentar las posibilidades de representación: la interpretación de la luz, el color, las cualidades de la materia, el espacio.

Remuevo los libros y aparece un ave hermosa: “Calandria de tres colas”, posada sobre una rama con sus hojas, una acuarela, portada del libro Aves del Plata de Guillermo E. Hudson, seguramente el libro que elegiría un niño al mirar todos los que hay aquí. En un tramo dice: “…describió el plumaje con exactitud pero creo que se confundió respecto al color de los ojos, que son rojo naranja y no verde oliva". Y ahí está la ilustración, respetando esos colores.

Veo descripciones precisas capaces de suscitar imágenes, como el “Rinoceronte” que dibujó el pintor alemán Albrecht Dürer (Alemania, 1471-1528) según relatos de un viajero. En ninguna parte figura el autor de las acuarelas. Pienso en la Edad Media, cuando la individualidad no era tan importante ya que trabajaban con arte, en el sencillo sentido de hacer las cosas bien, en una tarea supeditada a un orden que la trascendía.

Algo de esto veo en quienes buscan comunicar con claridad y precisión un conocimiento objetivo y fiable, comprensible por todos. Esto no significa que sean impersonales. Al contrario, se nota claramente la diferencia entre cada autor, pero las diferencias no prevalecen sobre lo que se debe comunicar. A Picasso le preguntaron qué entendía por “estilo personal” y  respondió: “Intenta hacer una circunferencia perfecta y allí donde te apartes estarás tú”.

Se podría decir que la ilustración científica al servicio de comunicar bien un conocimiento definido es lo contrario a la idea del “arte por el arte”, con un objetivo estético, de placer o autoexpresión individual. Pero las ilustraciones sin duda tienen cualidades estéticas, una belleza naturalmente ajustada a lo que representan, técnicas de lápiz, tinta o acuarela realizadas en forma impecable, puntos de vista óptimos de lo presentado y espacios sabiamente distribuidos para una lectura visual agradable.

Llegó el momento de decir algo sobre el gran Leonardo da Vinci (Italia, 1452-1519). Artista, inventor, ingeniero, hizo observaciones sobre la naturaleza y la anatomía humana en dibujos que reúnen las cualidades de arte y ciencia. Es interesante notar que ellos mismos son el proceso mediante el cual elaboraba sus ideas y observaciones, no una ilustración posterior.

Cierto profesor recomendaba aprender a pensar con un lápiz en la mano. Cuando no existían los medios de registro fotográfico, los científicos tenían un cierto dominio del dibujo y la acuarela, y en las expediciones científicas se contaba con pintores e ilustradores para documentar los descubrimientos. Lo interesante es cómo contribuía esto como aporte artístico a la ciencia.

Referencia importante en ese sentido es el naturalista y filósofo Ernst Haeckel (Alemania, 1834-1909), quien con su “Formas Artísticas en la Naturaleza” asombra con láminas de hermosa composición, en las cuales cada elemento forma parte armónica del conjunto, lo cual señala una coherencia con sus teorías científicas.

Más cercano a nosotros, y de un modo diferente, la obra de Fidel Roig Matons, carbonillas y pinturas al óleo de personajes y paisajes de las lagunas de Guanacache, dan testimonio, con observación y sensibilidad, de una realidad geográfica, histórica y etnográfica, de modos de vida y paisajes de un ecosistema del noreste mendocino.

Aún con las inmensas posibilidades que la tecnología brinda actualmente, desde ver lejanas galaxias hasta penetrar con fotografías microscópicas la materia, y las posibilidades casi infinitas de la computación, la ilustración sigue siendo un elemento totalmente necesario en la inteligibilidad de la imagen, su presentación ideal y aquello que la tecnología no puede aportar, como la sensibilidad, la imaginación, la actitud y la calidez humanas, que por más objetiva que sea, la imagen hace que la percibamos con empatía.

 

Por Cristian Schobinger

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