Ola coreana: una cultura que gana terreno más allá del K-pop
Además de la música, la industria audiovisual también se consolida en nuestro país y, si bien la taquillera "El Juego del Calamar" se impone en el mundo, aún hay más. Dos fans mendocinas nos cuentan cómo la "hallyu" las conquistó.
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Quizás la forma más popular en la que ingresó la cultura coreana a nuestro país fue, y sigue siendo, a través de la música. El K-pop estalló en Argentina –y el mundo– con el famosísimo tema de 2012 “Gangnam Style”, y luego fue generando un lugar propio lugar, solidificado con la joven banda BTS. Por eso, lejos de ser una moda pasajera, esta cultura sigue explayándose y sumando seguidores a través de diferentes productos culturales.
Tal es el caso de la producción audiovisual coreana: películas, series y animación logran captar nuestra atención. Por ejemplo, el “Juego del Calamar” continúa rompiendo rankings y “Parásitos” no solo ganó un premio Óscar a la mejor película en el 2020 sino que también ganó trascendencia internacional.
Nahir Miner tiene 26 años y se encuentra realizando su tesis en la Licenciatura en Comunicación Social de la UNCUYO. Habló con Unidiversidad y nos contó cómo la hallyu (ola coreana) la “alcanzó”, principalmente a través de la banda BTS: “Me motivó mucho seguir escuchándolos porque el mensaje que transmitían era positivo, te transmitía cierta energía muy linda”. Hablamos con ella de producción audiovisual coreana y nos compartió que, desde su punto de vista, para comprender el escenario de auge de cine y series coreanas, es necesario conocer las políticas culturales de Corea del Sur.
Según Nahir, desde mediados de los 60, se implementó una política de cuotas de pantalla. Las películas nacionales tenían que “estar exhibidas al menos 100 o 150 días”. Al mismo tiempo, “empresas del ámbito privado empezaron a invertir para que se hicieran esas producciones”. No obstante, destacó el lugar de un tercer actor: el público.
En este sentido, compartió que en 2019 no solo se realizaron más de 600 películas sino que también sus producciones se encontraron dentro del top 10 de pelis más taquilleras: “Son películas que se ubican por encima de Frozen 2, Avatar o Los Vengadores. Entonces, estamos hablando de un público coreano que le da muchísima importancia a su producción nacional”.
Nahir también destacó la narrativa original que tiene la industria audiovisual surcoreana. Expresó que, por ejemplo, "'Parásitos' o 'El Juego del Calamar' invitan a debatir socialmente temas que son muy importantes”. Así, "'El Juego del Calamar' se trata de juegos típicos de las infancias coreanas”, pero interpela a personas de distintos puntos del mundo: “Entonces vemos que el cine coreano tiene la habilidad de seguir teniendo elementos de su cultura dentro, pero tocar temáticas que pueden llegar a todas partes del mundo”, agregó.
Expansión internacional
Otro elemento que aporta para pensar el fenómeno hallyu son las políticas culturales hacia el exterior implementadas por el gobierno coreano.
En este sentido, Moonhaeng Cho –director del Centro Cultural Coreano en Argentina– declaró a "La Nación": “El gobierno coreano apoyó con políticas culturales fuertes, como subsidios al cine y exención de impuestos para emprendimientos culturales, pero sobre todo, comenzó a generar políticas en el exterior, como el Centro Cultural Coreano, que se abrió en 2006. Hay 32 en el mundo; el de Buenos Aires, que fue el primero de América Latina, es la principal usina de cultura coreana”.
Un resultado claro de esta acción es la creación del Han-Cine, un festival de cine anual que organiza desde hace ocho años el Centro Cultural Coreano en Argentina. Este año se realizó de manera virtual junto a Incaa y consiste en la transmisión pública y gratuita de distintas películas coreanas galardonadas, realizadas en distintos años y de géneros variados. A la vez, este festival organiza distintos certámenes que invitan a la comunidad a participar, y aquí aparece otra mendocina.
Con el concurso “Luz, cámara, diseño!”, que este año se realizó por segunda vez, la propuesta era rediseñar portadas de las películas que se transmiten en el festival. Marina Mercado, que tiene 28 años y está realizando su tesis en Diseño Gráfico en la UNCUYO, concursó con dos piezas. Una, “Masquerade” (2012), quedó entre las cinco ganadoras. “Tuve la suerte de participar con dos piezas. Si bien una de ellas quedó seleccionada entre las ganadoras, el centro quiso exponer los dos afiches”, relató a este portal.
En el marco del Han-Cine, el certamen de reseñas se lleva a cabo desde hace tres años. Nahir, como gran aficionada que es, nos contó que el año pasado concursó con una reseña de la peli Burning (2018), que resultó ganadora. Expresó que participar de ese concurso fue "una oportunidad grande”, porque le permitió compartir "todo el intercambio que se da de conocimientos y gustos, que ayuda mucho a difundir la cultura". "Incluso", agregó, "te encontrás con otros factores que quizás no conocías y te atrapan”.
“Una familia muy grande”
Otra forma en la que la cultura coreana se viene difundiendo es a través de las actividades que realizan grupos que nacen desde la propia comunidad: clubs de fans de bandas, proyectos gastronómicos, difusión de literatura. En este sentido, Marina Mercado nos contó que con su mejor amiga comparten gusto por el K-pop y ambas son seguidoras de BTS, grupo musical que las interpela por sus mensajes vinculados al activismo social. Por esa razón, la estudiante de Diseño nos contó que comenzaron a preguntarse cómo llevar ese gusto a la comunidad.
“En un principio, comenzamos con recolección de alimentos y útiles, o hablábamos con organizaciones para ver qué necesitaban”, relató. Agregó que la iniciativa lleva tres años y se canalizó en un club de fans de BTS, que trabaja “desde lo ecológico y lo social” hasta la salud mental.
A través de este grupo, llevan a cabo distintas iniciativas, desde “plantar árboles en el Parque Cívico hasta realizar eventos un poco más generales” y lo que se proponen es “generar una comunidad a través de ello”. Agregó que lo último que han hecho es trabajar con la Unicef a través de donaciones para ayudar en su programa en salud mental.
Marina aclaró: “Si bien hay una falsa creencia de que la gente que sigue a estos grupos de música son adolescentes, en realidad es una comunidad enorme. Nosotros trabajamos con padres, abuelos, nietos, sobrinos, somos una familia muy grande”. Nahir refirió que, además de los clubes de fans, hay otros que colaboran con la difusión de la cultura coreana a través de iniciativas como la gastronomía y la literatura: “Hoy en día existe una editorial que se llama Hwarang, que traduce obras coreanas al español. Ahora podemos acceder a esos libros para que nos lleguen”.
Finalmente, ambas coincidieron en que es interesante y alentador que nuestro país se abra a la cultura coreana a través de sus diversas facetas. Así, Nahir afirmó: “Cuando descubrís una nueva cultura, descubrís nuevas formas de ver el mundo”, a lo que Marina añadió: “Conociendo otras culturas, una empieza a apreciar la de una mismo. Es algo que se va alimentando y va creciendo como en un círculo”.
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