Una comisión en Mendoza buscará dar con el paradero de las personas desaparecidas en dictadura
Esta acción reparatoria se suma a la reciente presentación del Cuadro 33 como sitio de memoria. La ...
02 DE NOVIEMBRE DE 2023
En la única audiencia de esta semana en el 4to Juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Mendoza, se escucharon tres testimonios, entre ellos el de Hilda Isabel Núñez, esposa de Juan Manuel Montecino, quien permanece hoy desaparecido.
Hilda Isabel Núñez prestando su testimonio. Fotos: Guadalupe Pregal
“Yo vivía en Las Heras con mi esposo, su primo Miguel y con mis tres hijos que tenía, que tengo gracias a Dios. Él era un hombre que trabajaba, un hombre que estudiaba, era un hombre muy bueno con sus hijos y conmigo también. Siempre trabajaba, era techista, y estudiaba por la noche. Tengo recuerdos muy lindos de él, que siempre salíamos a pasear. Una de las cosas muy lindas que tengo es de la fiesta de la Vendimia, que siempre íbamos con mis hijos, salíamos al centro” dijo Hilda Núñez al inicio de su testimonio.
Hilda y Juan Manuel se conocieron en General Alvear. Él había estudiado para maestro mayor de obras y ya tenían un hijo cuando en 1975 se trasladó a la Ciudad de Mendoza para estudiar Ingeniería. Pasado un tiempo buscó a Hilda, quien ya estaba embarazada de su segundo hijo, para establecerse en el departamento de Las Heras. Núñez explicó que Juan Manuel militaba en la Juventud Peronista: “Él era un hombre que le gustaba, le interesaba mucho la gente humilde, ayudaba a la gente, era un hombre bueno, era un hombre muy bueno mi exesposo. Y trabajaba. Yo no conozco otra militancia que haya tenido”.
Núñez reconoce a "Miguel" en una foto que sería de Antonio Pérez Lara Bonoso, desaparecido en el Operativo Abril de 1977.
Pasado un tiempo se mudaron a otro domicilio en Las Heras y un primo de su marido fue a vivir con ellos. Ella declaró que Miguel había venido a trabajar junto a su marido, pero no supo si compartían la militancia. “No sé quién es, porque yo lo conocí como Miguel y lo digo como Miguel, como lo conocí. (…) Él un día salió a trabajar y no volvió. A mí no me dijo nada mi esposo, en ningún momento me dijo algo, no”.
Luego continuó: “No sé cuánto tiempo estuvimos viviendo ahí con mi esposo, pero un día él salió y no volvió, no vino. Y pasó, no sé cuánto tiempo pasó, yo me fui a General Alvear, para la casa de mi prima, en el lugar a donde a mí me detuvieron con mis tres hijos”.
Al ser consultada por el Dr. Vega sobre si había realizado averiguaciones por su marido, Núñez manifestó: “No hice nada porque me encontré con los dos chicos y era una mujer que nunca anduve en nada, digamos, no era una mujer… En ese momento estaba sola con los tres chicos, tenía tres chicos. Manuel Daniel, que es el mayor, tenía 3 años porque era nacido en el 72, más o menos tres años para cuatro tenía; después tenía a Juan Eduardo, que tenía un año y meses, un año y medio, porque recién estaba aprendiendo a caminar, y tenía a Laura Rita, que era de un mes y días”.
Su paso por el D2
Hilda había viajado de regreso a General Alvear en noviembre junto a sus tres hijos. Allí se estableció en lo de una prima. El 31 de diciembre de 1976 fue secuestrada. Nuñez relató que su detención fue violenta, “muy violenta, tiraron todo. Entraron a la casa de mi prima con todo, tiraron todo, buscaban... no sé, dieron vuelta todo y me llevaron a mí con los tres chicos. Sé que mi prima después fue a declarar. Me llevaron a la comisaría, estuve ahí con los tres chicos, después le avisaron a mis suegros unos vecinos y vinieron a buscar a los dos más grandes, Daniel y Eduardo, se los entregaron a ellos”. Quienes la detuvieron aparentemente eran de la policía, pero Hilda no logró recordar si iban vestidos de negro o de azul. Quienes la trasladaron en un auto a Mendoza serían militares porque tenían armas largas, relató Núñez. Ella iba sentada en el asiento de atrás junto a su hija pequeña y dos personas armadas: “Para mí eran militares, por las armas, tenían armas largas, eso es lo que sé. El color de ropa, no recuerdo. Me llevaron al D2”. En el trayecto desde el departamento sureño a Mendoza, ella fue vendada y supo que iba al D2 por los comentarios de las personas que la trasladaban: “Yo sentía nombrar que era el D2, nada más, por eso digo el D2. Iba con una venda, siempre me llevaban vendada”.
En el D2 Núñez pasó por dos interrogatorios. Fue golpeada y maltratada. En una primera oportunidad “a mí me llevaron vendada y me preguntaron cómo me llamaba, me pidieron el documento, que lo tenía y se lo di, y muchas cosas decían entre ellos ahí. Me decían un montón de cosas, barbaridades, mientras me golpeaban, porque me golpearon bastante. Después de ahí me tomaron los datos, las huellas digitales, me sacaron el documento. Volví a la celda donde estaba mi hija y después me volvieron a sacar a declarar. Ahí también me golpearon, siempre vendada; en ningún momento estuve sin venda, siempre vendada. Ahí me golpearon, me preguntaron muchísimas cosas: si sabía de mi esposo, si conocía a Miguel; 'Sí, lo conocí'. Si sabía lo que hacía: 'No, yo sé que ellos trabajaban, es lo que sabía, que trabajaban'. Me tuvieron ahí varios tiempos. Después me llevaron una declaración y me la hicieron firmar, vendada también, porque no supe lo que decía. Entonces me negué en ese momento a firmar esa declaración, porque yo quería leerla, y me dijeron: 'No, vos la vas a firmar sí o sí, si no te sacamos'. Yo ya sabía lo que era sacarme, ya me habían sacado para pegarme, así que la firmé a esa declaración”.
Sobre su paso por el D2, Núñez reveló que había otras personas detenidas pero que ella nunca supo quiénes eran. También manifestó que estas personas gritaban pidiendo que le trajeran pañales y leche para que pudiera cuidar a su hija y también pedían que la llevaran a otro lado.
Cuando ella era retirada de la celda su hija quedaba sola, explicó Núñez: “Para mí queda (sic) sola, yo la veo sola a la nena, me sacan la venda porque me empujan dentro de la celda, yo entro ahí y estaba sola”. En un momento que Núñez no pudo especificar, fue trasladada a otra zona dentro del Palacio Policial. El 19 o 20 de enero fue transferida a la Cárcel de Mendoza: “Primero que nada me vinieron a retirar la nena. Mi tía Rita, una que vivía acá, hermana de mi suegro, vino a retirarme a la nena. Me la llevaban porque dijeron que adonde yo iba a ir, la nena no podía estar, así que iba a venir un familiar a retirarla. Me retiraron a la nena y me llevaron a la cárcel”. Hilda declaró que ella no vio a su tía, sino que la entregó a personal del D2.
En la cárcel permaneció por varios meses y luego fue trasladada a Devoto, donde estuvo 6 meses, aproximadamente, para luego regresar a la cárcel de Mendoza. En una oportunidad fue sacada de la cárcel para ratificar una declaración en la que afirmaba que, estando detenida en el D2, había sido obligada a firmar una declaración que no había leído, “y ahí leí y firmé la declaración, o sea, la que ellos hicieron ahí. Después estuve ahí y después de eso pasó un tiempo, yo no sé. Yo estuve dos años y tres meses estuve presa”.
Como otras personas detenidas, en 1978 Núñez fue sometida a un Consejo de Guerra en el que fue acusada específicamente de encubrir la participación de su esposo y de Antonio Bonoso Pérez en la Organización Montoneros. “Me llevaron a hacer Consejo de Guerra, me sacaron al Consejo de Guerra. Lo que me dijeron era que salía absuelta de culpa y cargo y que no tenía alguna culpa. Me sacaron de la cárcel; militares, esos sí que eran militares. Me llevaron y me sentaron; no sé si estaba sentada como ahora pero estaba rodeada de muchos militares y gentes". En aquel momento le daban un abogado que decían que era su defensor, que tenía que decirle todo. "Yo primero hablé con ese que no sé quién era realmente; hablé con él y le dije que yo no tenía nada que ver, nada que ver y mi esposo solamente era peronista, que yo nunca había hecho nada y tampoco mi esposo había hecho nunca nada para que estuviera en ese lugar. Me hicieron muchas preguntas, me hicieron preguntas sobre él, me hicieron preguntas de dónde estaba. Yo les pregunté dónde estaba mi esposo en ese momento, también, y me dijeron que él estaba prófugo y que no sabían a dónde estaba. Me preguntaron también qué hacía él, si era amigo de personas que me habían nombrado”.
Hilda y sus hijos
Durante los dos años y tres meses que duró su cautiverio, Hilda sólo vio a sus hijos varones en una oportunidad, ocho meses después de haber sido secuestrada en General Alvear. Núñez relató: “Cuando los vi estaban muy mal, cuando los vi en la cárcel después de ocho meses. Vi a Eduardo y a Daniel. Estaban con mi suegro, pero Eduardo hablaba, tenía un año y tres meses y ya hablaba, y él no hablaba en ese momento, había hecho un retroceso. Después, el trabajo que hice para llevarlo a psicólogos para que lo vieran, para que lo trataran, hasta el día de ayer es medio duro para hablar mi hijo, pero gracias a Dios lo tengo. (…) Después los vi cuando salí porque mis suegros no tenían como llevarlos, no podían. Ellos vivían en General Alvear y yo vivía acá. La que más tiempo veía, la más chiquita, la vi también a los ocho meses porque antes (...) tenía prohibidas las visitas, entonces no tenía visitas con los chicos. A la nena la vi casi dos o tres veces más”.
Cuando salió en libertad visitó a su hija en lo de su tía Rita, pero la dejó allí porque no estaba establecida y no sabía qué iba a ser de su vida por aquel entonces. Con la hija de Rita, Alicia, volvió a General Alvear, donde se reencontró con sus hijos y se fue a vivir con ellos a la casa de sus suegros. “Empecé una vida trabajando, estaba en la casa de ellos con ellos. Me puse a cosechar, me vine a cosechar; cosechaba uva, trabajaba, mientras estaba en la casa de mis suegros”. Mientras ella rehacía su vida, su hija Laura seguía bajo la tutela de su tía: “Yo le agradecí a mi tía porque la había tenido, la había criado a mi hija, así que ella le daba mucha pena de dármela a la nena pero yo, en un momento ella me dijo que se la diera, pero yo le dije que no se la iba a dar, que no. Yo se la dejaba porque le agradecía que me la había cuidado y la tenía gracias a ella, pero no se la iba a dar”. Pasado un tiempo su tía le entregó a Laura y Núñez se fue a vivir con sus padres al campo: “Estuve viviendo un buen tiempo ahí, no sé cuánto sería, y conocí a quien es mi esposo ahora, yo estoy casada ahora. Después me casé y tengo dos hijas con él, pero mis hijos siempre estuvieron conmigo, los tres” relató Hilda.
“Ellos me preguntaban por su padre, porque muy buen padre fue, muy buen padre, muy bueno. Nunca le hizo faltar nada. Trabajaba, estudiaba y todo”, recordó Núñez. “Nunca más nada supe de él. Eso quería preguntar también, si en algún momento me dan la oportunidad de preguntar qué es de él y qué saben de él. (…) Yo quisiera preguntarles a ustedes si alguien sabe, si me pueden decir algo de él. Yo no sé”.
“Yo dediqué mi vida a ellos, nunca hice nada por averiguar. Los padres de mi esposo una vez me dijo que si quería, ellos me daban los papeles porque ellos habían estado averiguando. Él es jubilado, sargento, él es policía, mi suegro. Si yo quería seguir haciendo los trámites para hacerle algo a los chicos, para saber dónde estaba el padre. Yo les dije que no, yo no quería saber nada. Lo único que quería saber era que quería estar con mis hijos, era lo único que quería. Desde el momento que salí, lo único que quería era disfrutarlos y estar con ellos. No estar más separados de ellos, así fue mi vida después”.
Fuente: Edición UNCUYO
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