“Nuestra única medalla son los recuerdos y el abrazo de un camarada”
Así lo aseguró Raúl Mercado, personal de apoyo del Conicet, que participó en la guerra de Malvinas.

Raúl Mercado con sus compañeros del ejército. En 2019 retornó al sitio donde estuvo en 1982. Gentileza Mercado
Raúl Mercado, personal de apoyo del Conicet en el Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (Inahe, Conicet-UNCUYO) y uno de los argentinos que participaron del conflicto armado, comparte sus vivencias y reflexiones sobre la guerra de Malvinas. Destaca que lo más valioso que conserva de su experiencia son los recuerdos y el lazo fraterno con sus compañeros de combate.
¿Cómo fue tu historia en la guerra de Malvinas?
Mi historia comienza en la madrugada del 2 de abril. Las fuerzas de Infantería de Marina, a las que pertenecía, recuperaron nuestras islas Malvinas. A nosotros, como soldados, nos ordenaron limpiar la pista de aterrizaje que estaba llena de vehículos, tachos y maderas puestos por los ingleses para impedir los aterrizajes. Desde mi perspectiva, era un “caos ordenado” por la cantidad de movimiento de militares. Cinco días más tarde, regresamos a nuestra base en Batería - Puerto Belgrano y partimos a Río Grande de Tierra del Fuego. Mi grupo, formado por treinta y nueve soldados, tuvo la orden de custodiar la Base Aeronaval de Río Grande; estuve tres meses en un búnker bajo tierra en la cabecera de la pista. Nuestro grupo fue separado en tres búnkeres diferentes de doce hombres cada uno. Los grupos fuimos denominados: Galgo, Avestruz y Liebre (en este último estaba yo).
De día colocábamos minas terrestres y de noche hacíamos guardia en un vehículo anfibio (VAR) desde las 17 hasta las 10 de la mañana. Dentro del mismo llegó a hacer 37 grados bajo cero, nuestra respiración hacía que se formaran estalactitas de hielo en el techo.
¿Cuál es tu mirada actual sobre la guerra, 43 años después?
Si hoy me dijeran “Hay que volver a la guerra” por Malvinas, (lejos de cualquier mal pensado heroísmo), tanto yo como mis compañeros diríamos "¡Presente!". Fue muy duro y muy difícil, pero reivindico la recuperación de nuestras islas Malvinas.
¿Qué impacto tuvo la guerra en tu vida?
Durante muchos años, más de 25, mis compañeros y yo nos refugiamos en el silencio, como medio de preservación y supervivencia a lo vivido. La legislación actual solo reconoce veterano de guerra al que estuvo solamente en Malvinas; los que estuvimos en los distintos escenarios de guerra (Río Grande, Río Gallegos, Ushuaia, Comodoro Rivadavia) desde donde se atacó a la flota inglesa fuimos olvidados y despojados de cualquier reconocimiento. Nuestra única medalla son los recuerdos y el abrazo de un camarada.
¿Cómo creés que se debe recuperar hoy esa lucha y esa parte de la historia para las nuevas generaciones?
Creo que se debería invitar oficialmente a todos los que participamos en aquella gesta a contar nuestras historias en los colegios. Sería un buen comienzo.
¿Cuál considerás que es la contribución que podría hacer el mundo científico a la comprensión de esa parte de la historia?
Los institutos relacionados con lo histórico y lo social deberían contar la historia de todos los que participamos en aquel glorioso y triste 1982. Los pilotos que hundieron el HMS Sheffield y el HMS Coventry contaron su historia y fueron reconocidos, pero los mecánicos, los radaristas, el personal de armamento y los soldados que enviaron ese avión a luchar aún están en silencio y olvidados.
¿Tu trabajo actual en el Conicet te permite reflexionar sobre esa parte de la historia?
El Conicet me dio la oportunidad de crecer y poder mantener a mi familia. Hace 42 años que trabajo aquí y el único reconocimiento como participante de aquella gesta me lo hizo hace dos años el Inahe, el instituto del cual formo parte.
Fuente: Prensa CCT Conicet Mendoza
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