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Dedicada al deporte social, la profesora de Educación Física Karen Minasi, explica cómo la práctica deportiva permite fortalecer los vínculos sociales a partir de la capacidad creativa propia del juego. Su experiencia en la escuela primaria Padre Pedro Arce, en el Barrio La Gloria de Godoy Cruz.
Foto: Web
“Primero hay que entender que la educación física se desprende del régimen militar en tanto fue concebida como la instrucción del cuerpo anulando toda forma de creatividad, tiempo libre y recreación”, explica la docente popular para dar cuenta que los beneficios sociales que se desprenden de esta actividad dependen de las intenciones con que es transmitida y enseñada a los chicos.
A partir de otras experiencias adquiridas antes de su ingreso en la escuela del Barrio La Gloria y profundizada en la misma, Karen relata que desde muy joven empezó a descubrir dentro del ámbito del deporte al juego como elemento de transformación.
Según detalla “el hombre desde que nace juega naturalmente y con su crecimiento llega un momento en que empieza a reglar esos juegos”. Para la profe el juego reglado se convierte en la base del deporte y llevado al campo popular ese conjunto de normas surgidas espontáneamente provoca las construcciones de saberes dentro de una comunidad.
Así, nace en los niños desde temprana edad el compromiso y el respeto hacia reglas erigidas por ellos mismos. “Por ejemplo si no hay pelota de fútbol se improvisa con una pelota de trapo. A falta de cancha, el fulbito se juega en el baldío de la esquina. Si falta un jugador, se invita a otro pibe del barrio a jugar”, ilustra la docente. De esta manera es como entra en juego la creatividad y se comienzan a imponer de manera natural ciertas reglas.
En consecuencia, Karen Minasi entiende que las teorías se desprenden de las prácticas, y no al revés, como se ha instalado. “Con esto te quiero decir que un grupo de 6 niños de 7 años se junta espontáneamente alrededor de una pelota y distribuyen 3 para un lado y 3 para el otro. A partir de allí establecen sus propias reglas: no vale si la pelota se va a fuera, no cuenta el gol hecho con la mano, etc.”. Según su explicación, ese “no vale” empieza a generar las reglas que terminan conformando un reglamento y finalmente el juego se transforma en un deporte.
Además, explica que el deporte define roles y funciones: quién defiende y quién ataca, por ejemplo. Para la docente esos acuerdos entre el grupo son fundamentales en la construcción de una comunidad verdaderamente integrada. Porque la estructuración que el deporte social promueve en los niños dentro de comunidades pequeñas lleva a que se recreen importantes valores humanos y sociales. “Comienzan a respetarse unos con otros, los ayuda a organizarse y pedagógicamente ejercita el aprendizaje de consignas y su aplicación”, enumera. Entre todos estos resultados la profe resalta la integración grupal a la que se llega cuando los niños se involucran en una práctica deportiva aplicada desde una perspectiva social.
También rescata los cambios de hábitos en materia de prevención que produce el deporte social sobre los adolescentes, población expuesta al riego de las adicciones, el ocio y el alcoholismo.
“El deporte social no es el único espacio de contención, pero es importante su función también porque a partir de la practica física produce en el organismo un intercambio gaseoso que permite que circule más oxígeno y esto despierta las neuronas”, explica. Pero ante todo rescata otros beneficios como la recuperación de la autoestima de los pequeños muchas veces perdida en entornos de carencia. “Yo veo a los chicos de la escuela cómo los dignifica el hechos de sentirse parte de algo, el sentir que son fundamentales para su equipo de básquet, hockey o fútbol, porque sin su presencia y sin su empeño ponen en riesgo al resto de sus compañeros cuando están disputando algún torneo”, añade. Y aclara: “Ya con el hecho de participar se sienten integrados y fortalecidos junto a su grupo”.
Por eso Karen en sus clases propone siempre deportes en equipo, ya que las actividades físicas individuales – si bien son positivas- encuentran obstáculos al momento de promover la consolidación de los vínculos sociales.
Consultada sobre la metodología que trabaja con los chicos de la escuela Padre Pedro Arce, sostiene que arma juegos donde no es ella quién pone las reglas, sino que son los chicos los que las empiezan a crear. “Para mí es fundamental que las clases se conviertan en un juego, porque esto además de ejercitar la creatividad de los pibes, los hace sentir más atraídos por el deporte. Esta es la base para que el deporte social comience a dar sus frutos inclusivos e integradores dentro de una comunidad”, concluye la docente popular.
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