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Los internos sublevados no daban señales de vida y así, la negociación se hacía muy difícil, hasta que por un chiste de Fabián Cedrón - uno de los líderes de la revuelta-, se pudo encaminar hacia una solución sin heridos ni víctimas fatales. Cicunc Contenidos habló con Daniel García, el encargado de llevar adelante la negociación con los reos, y este dio detalles del operativo que duró más de veinte horas y mantuvo en vilo a las autoridades de seguridad de la provincia.
Foto: Axel Lloret.
Habían pasado varias horas y los líderes de la revuelta no daban señales de vida. Incluso, no revelaban cuál era su petitorio. Los encargados de negociar una solución, con Daniel García -titular del penal San Felipe- a la cabeza, no encontraban la forma de irrumpir en un diálogo que pudiera abrir una puerta a la solución. Pero esta llegó de la manera menos pensada. Sí, con un chiste. De mal gusto para algunos y algo habitual en otros grupos. Es que después de decenas de intentos, García le preguntó a Cedrón si alguien había hablado con él o si alguna persona lo había visitado y la respuesta del reo fue tajante. “Si, tu señora me vino a ver”, tiró la Ardilla (como lo apodan a Cedrón). Las risas de los penitenciarios no se hicieron esperar y así se inició un camino que duró casi veinte horas pero que finalmente, terminó con un final feliz.
“No lo conocía. Sabía que era peligroso. Pero esto es 40 por ciento de entrenamiento, experiencia, y el resto es suerte. Quizá te dice: no quiero hablar más con vos y tenés que cambiar el negociador”, relató García en diálogo con NU digital.
García fue el negociador de la revuelta que comenzó el domingo en el penal de Almafuerte y que terminó veinte horas después con el traslado de ocho internos de máxima peligrosidad a cárceles de otras provincias.
El especialista aseguró que ha participado en varias negociaciones -lleva 25 años ejerciendo esta tarea- pero admitió que esta fue de las más difíciles por ser “muy desconcertante”.
García agregó que la clave para solucionar el conflicto fue la presión que ejercieron ejecutando algunas tácticas de los especialistas que trabajan junto a él. “La negociación cambió y dio un giro cuando nosotros empezamos a meter presión con distintas técnicas”, indicó el penitenciario, que no quiso dar detalles para reservarse la estrategia y así proteger el trabajo de su equipo.
Claro que para la autoridad, llegar a una solución no fue para nada fácil. “Está la vida de personas en juego. Siempre tenés ese miedo de que pase algo. Se trabaja sobre eso”, sostuvo al tiempo que remarcó que se trata de personas con problemas psicológicos para los que la muerte y la vida no tienen demasiado valor.
En ese sentido, agregó que el negociador tiene una difícil tarea que se debe llevar a cabo con tranquilidad y sin improvisaciones. “Recabamos toda la información y se traza una estrategia de negociación porque siempre está la posibilidad de que algo salga algo y que tengamos que optar por una táctica”, explicó García.
“El primer objetivo es acercarse, lograr una empatía. Que el interno quiera hablar. Todo es estrategia. Si está nublado y veo que estás en manga corta, cualquier cosa. Siempre al nivel del captor y nunca con palabras raras. Tienen que confiar en vos. Te lo tenés que ganar. Son horas en que vos hablás de cualquier tema”, expresó el negociador y luego agregó: “Podés hacer mucho cursos con el SWAT, pero tenés que saber de todo. De fútbol, de religión, de política. Si es un fanático religioso, por ejemplo, ellos responden a Dios y yo no soy nadie. Le digo te voy a solucionar el problema, y a ellos los problemas se los soluciona Dios”.
En base a ese dialogo, García indicó que los reos siempre demostraron su intención de no fugarse, sino que el objetivo era salir de ese complejo. “Ellos me demostraron siempre que no era una fuga y que el Gato Araya (enemigo del Rengo Aguilera, líder de la barra brava de Godoy Cruz) no estaba metido”, soltó. El negociador advirtió además que pretendían ser trasladados a San Felipe.
La negociación duró más de veinte horas. Afortunadamente, el resultado fue el esperado para las autoridades y no hubo que lamentar heridos ni víctimas fatales. “Mientras dura uno no lo nota pero cuando termina, te morís. Querés dormir tres días, te duele todo”, afirmó Daniel García, sin antes asegurar que para el servicio penitenciario el operativo fue un éxito.
¿Quién es Daniel García?
Es penitenciario y tiene 51 años. Ingresó al servicio penitenciario como agente, cuando tenía 26 años. Días después del motín vendimial y ante la falta de un grupo especializado en negociaciones (quedó al descubierto en la revuelta) comenzó a formarse en esa modalidad. Desde el 13 de abril es director del penal de San Felipe y en su carrera ha participado como negociador en al menos siete motines.
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