“No hay forma de promover el arraigo sin una política activa de hábitat rural”

El delegado de la Subsecretaría de Agricultura Familiar, Guillermo Ander Egg, dijo que el tema vivienda es una de las grandes deudas con el sector rural. Aseguró que las pocas políticas que se concretaron fueron diseñadas con una lógica urbana, que rompe con la identidad de las comunidades. Análisis de la situación de pobreza e indigencia en el campo, viejas y nuevas visiones y ejes de trabajo.

"No hay forma de promover el arraigo sin una política activa de hábitat rural"

Sociedad

Unidiversidad

Verónica Gordillo - Cicunc Contenidos – Responsable Marcelo Sivera

Publicado el 26 DE OCTUBRE DE 2011

El delegado en Mendoza de la Subsecretaría de Agricultura Familiar, Guillermo Ander Egg, aseguró que una de las deudas con el sector rural es el diseño y la implementación de políticas de hábitat adecuadas para esa población. Señaló que los escasos avances en este tema, se realizaron con la misma lógica que se maneja para el sector urbano, completamente inadecuada para la identidad de las comunidades campestres.

“No hay forma de promover el arraigo sin una política activa de hábitat rural” aseguró el sociólogo, quien recalcó que esta es una tarea que deben emprender las próximas gestiones, ya que es una de las asignaturas pendientes.

Ander Egg analizó la situación del sector rural mendocino. Señaló que muchos campesinos viven en situación de pobreza y de indigencia, aunque destacó que uno de los inconvenientes para analizar el fenómeno es que la metodología utilizada para medir esta problemática está vinculada a las ciudades.

Una muestra de eso es que las mediciones de pobreza y de indigencia que realiza el Indec, cuyos últimos datos son del primer semestre de este año, sólo incluye a 31 conglomerados urbanos del país, entre los cuales está el Gran Mendoza.

Para intentar visualizar esta problemática en el ámbito rural es necesario recurrir a la Encuesta de Condiciones de Vida, que realizó la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económica de Mendoza (DEI) en 2009. Las conclusiones dan cuenta que del total de hogares rurales, el 15,1 por ciento tiene Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), lo que se reduce en forma notable si se tiene en cuenta el total de hogares de los sectores urbanos: un 2,9 por ciento.

Problemática compleja

Ander Egg, profesor adjunto de la cátedra de Extensión Rural en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, destacó que a la problemática de la vivienda se suma a otros inconvenientes. Entre ellos, la brecha existente en cuanto al acceso a los servicios, la precarización laboral, los inconvenientes respecto de la propiedad y uso de la tierra, así como la necesidad de dar valor agregado a sus productos y de potenciar el área de comercialización, para que obtengan una mejor rentabilidad.

“Hoy sigue habiendo una brecha muy grande entre la población urbana y rural, en cuento al acceso a servicios públicos básicos como salud, transporte, comunicación”, explicó.

Ander Egg señaló a las mujeres y los jóvenes como los más vulnerables dentro del ámbito rural. En el primer caso –dijo- cargan con el doble rol de realizar actividades domésticas y ocuparse de las tareas productivas. En el segundo –señaló- tienen escasas oportunidades de acceder a estudios de nivel superior o de poner en marcha algún emprendimiento viable.

El sociólogo aseguró que estas características no benefician al arraigo rural, sino todo lo contrario, arrastra a los jóvenes a abandonar el campo y trasladarse a las ciudades, con el inevitable envejecimiento en el promedio de edad de los productores, que según un estudio del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) ronda los 60 años.

Ander Egg destacó que las características de la pobreza urbana y rural son distintas, sobre todo porque estos últimos suelen tener estrategias de autoconsumo, además de contar con una red de contención social y familiar, que no es común en las ciudades. A esto se suma –señaló- que no tiene una imagen de sí misma tan desvalorizada, como en los sectores urbanos, donde la brecha entre los que más tienen y los menos tienen es mucho más notable.

El sociólogo señaló que en los 90 se trabajó con programas focalizados, que intentaban mitigar la situación de pobreza. Ahora, la intención es generar acciones, proyectos y programas que promuevan el desarrollo de este sector en todas sus dimensiones: productiva, social y educativa.

“Hay una mirada de naturalizar la pobreza rural pensando que pueda estar vinculada a aspectos relacionados con la tradición, con una visión más romántica, folclórica. De alguna manera, hace que sea una mirada que subestime a estos mismos productores”, señaló.

Diseño de políticas

Con esta nueva visión, en 2009 se formó la Mesa provincial de Desarrollo Rural de la Agricultura Familiar donde se definen las estrategias de trabajo conjunto entre el gobierno nacional y el provincial, con la participación de los ministerios de Producción, Desarrollo Humano y la secretaría de Medio Ambiente. A esto se suma la participación activa del sector, en función de reconocerlo como un actor protagónico a la hora de diseñar y discutir políticas públicas.

En el ámbito de esta mesa provincial se definieron las estrategias de trabajo para el próximo año: hábitat y tierra, comercialización, fortalecimiento de las organizaciones y financiamiento.

El sociólogo explicó que en los últimos años se intentó fortalecer el modelo productivo de la agricultura familiar, por lo que el eje está puesto en agregar valor a la producción, para tratar de terminar con las asimetrías existentes.

En números

* El sector de la agricultura familiar representa entre el 65 y el 70 por ciento de los productores, principalmente de hortalizas y ganadería menor.

* En la década del ’90 en Argentina desaparecieron casi 100 mil pequeños productores y se produjo un fuerte proceso de concentración de la tierra.