Valeria Vigo es profesora terapeuta en Discapacitados Mentales y Motores y posee un máster en Pedagogía Terapéutica. Se desempeña como profesora en la Facultad de Educación Elemental y Especial. Nos brinda a continuación su perspectiva acerca de los procesos de inclusión de las personas con discapacidad intelectual (PCDI) tanto en el sistema educativo en particular como en la comunidad en general.

¿Cómo ha sido la evolución de la inclusión de personas con discapacidad intelectual en el sistema educativo argentino?

En educación especial, el modelo dual de personas normales y anormales fue superado por las tendencias que imprimen los principios de normalización e integración. Estos reivindican un contexto social y escolar que contempla el desarrollo de todos los ciudadanos con el objetivo de desarrollar el máximo de sus potencialidades. Las políticas educativas se hicieron eco de estos principios y los incorporaron en sus marcos legales. Fue así como se produjo un cambio de enfoque en las definiciones y concepciones de la educación especial, con énfasis en la integración. Dicho paradigma promueve la articulación de los sistemas común y especial, estableciendo sistemas de apoyo mutuo, para promover en los servicios educativos la integración de estudiantes con discapacidad intelectual. Esta propuesta educativa evoluciona y avanza con la intención de no solo promover sino garantizar la oferta de estas modalidades, el acceso a ellas y su permanencia. La idea de inclusión se afianza así, a partir de una integración genuina de la diversidad funcional. Para facilitar la participación de las PCDI en una sociedad inclusiva es necesario un medio comunitario accesible y la presencia de personas de apoyo, las cuales deben garantizar que las limitaciones en las habilidades implicadas en la discapacidad intelectual no obstaculicen el desarrollo de una vida plena.

¿Qué perspectivas visualiza sobre la sensibilización de la comunidad hacia la inclusión social y educativa de las personas con discapacidad?

Es importante señalar primero que a lo largo de los años en nuestro país se fueron implementando, en el uso cotidiano, distintos términos que hacían alusión a las personas con discapacidad. Lo cierto es que respecto de la terminología aceptada actualmente, debemos saber que lo correcto al referirnos a discapacidades es siempre anteponer “persona con…”, ya que estamos hablando de ciudadanos que poseen identidad personal, familiar y comunitaria; con capacidades, sueños y necesidades que se desprenden de su historia de vida y su interacción con el entorno. Así, el proceso de sensibilización de la sociedad viene desarrollándose dentro de un enfoque de derechos humanos, donde la información para visualizar y comprender la diversidad es parte de la cotidianeidad, y nos compromete a formar opiniones y posicionarnos al respecto. En este marco, los servicios destinados a dar respuesta a las expectativas y necesidades de las PCDI y sus familias viven un período de transición. Esta transición, del paradigma de rehabilitación a un movimiento de autonomía, ha favorecido la implementación de metodologías/acciones de los servicios que visibilizan la participación de las PCDI en el medio comunitario abierto con uso gradual de sus ofertas. La sociedad debe comprender/asumir que el núcleo del problema no reside en la PCDI y su familia sino en el entorno. La meta como sociedad es la supresión de barreras físicas, sociales y de los entornos.