Las niñas pasan desapercibidas en el diagnóstico de TDAH
El estereotipo de déficit atencional suele ser el de un varón que no puede permanecer sentado ni responder a las consignas; sin embargo, las mujeres pueden tener síntomas que pasan inadvertidos. Mientras los niños son sobrediagnosticados, las niñas son subdiagnosticadas.
Foto: desilusion.com
Giuliana Ferro es una mendocina de 23 años que en su infancia fue diagnosticada con dislexia, un trastorno del aprendizaje que puede asociarse al trastorno por déficit de atención. Luego de atravesar la primaria y la secundaria, comenzó sus estudios universitarios, pero al tiempo tuvo que dejarlos porque experimentaba una gran dificultad para concentrarse. Ella cree que puede tener TDAH, pero aún no lo sabe. De la misma manera, muchas niñas pueden tener TDAH, pero tampoco lo saben. El estereotipo suele ser el de un varón corriendo que no presta atención; sin embargo, las mujeres pueden tener síntomas menos conocidos, como ansiedad o depresión.
“El trastorno por déficit de atención puede darse en sus dos variantes: con hiperactividad (TDAH) o sin hiperactividad (TDA). Es una deficiencia del neurodesarrollo por la cual se indica que, a determinada edad, un niño o niña todavía no ha terminado de configurar las regiones cerebrales encargadas del sostén atencional, que son las regiones frontales”, expresó Jorge Quiroga, psicólogo clínico e integrante del equipo de Neuromed Argentina a Unidiversidad.
De manera más precisa, el desarrollo del cerebro se da a través de la migración neuronal, un proceso por el cual se desplazan las neuronas desde su lugar de nacimiento hasta la región cerebral de destino, tal como si se completaran los pisos de un edificio. Este proceso, que inicia durante el desarrollo embrionario, finaliza luego de los 19 o 20 años de la persona.
“Pero, en la primera infancia, cuando por alguna causa hay un pequeño retraso en el desarrollo de las regiones frontales, a los niños les cuesta sostener la atención. Pueden atender porque la región parietal (zona posterior del cerebro) detecta los estímulos irrelevantes, pero el frontal es el que fija lo más interesante; por eso pasa una mosca y se van con la mosca”, agregó Quiroga.
En líneas generales, se calcula que el 5 % de la población mundial tiene TDAH. Los signos más comunes para detectarlo se relacionan con la falta de atención y comportamiento impulsivo o hiperactividad, pero son muchos más los diagnósticos en varones que en niñas (en una proporción de 3 a 1). Una posible respuesta podría estar en las diferencias cerebrales.
“Las mujeres tienen una mayor conectividad entre hemisferios, y los varones, mayor conectividad del polo parietal hacia el frontal. A nivel de cantidad de axones, las mujeres trasladan unos 800 mil axones de un lado hacia el otro, y los hombres, cerca de 350 mil. Eso no significa que uno sea mejor y otro peor, son diferentes, pero eso podría generar que se dé más en niños que en niñas”.
Sin embargo, la forma de comportarse que se espera a nivel social también puede ocultar el TDAH en las niñas. “Como los varones son más revoltosos y, en general, vienen con un desarrollo un poco más atrasado que las niñas, es más fácil dar con el diagnóstico de los niños. Las niñas pueden pasar más inadvertidas porque tienen un comportamiento un poco más reprimido y más tranquilo”, remarcó Quiroga, que cuenta con más de 20 años de trayectoria en evaluaciones neurocognitivas.
En tanto, un estudio publicado en 2020 por la Universidad de Quebec, Canadá, destacó la necesidad de realizar investigaciones para afinar el perfil de las niñas con TDAH y desarrollar criterios de diagnóstico adaptados. “El metaanálisis encontró que los niños con TDAH eran más hiperactivos que las niñas con TDAH, y los niños tenían más dificultades en términos de inhibición de la respuesta motora y flexibilidad cognitiva”. “Estos resultados apoyan la idea de que los criterios diagnósticos actuales están pobremente adaptados para detectar de forma adecuada a las niñas con TDAH”, destaca la investigación que trabajó sobre estudios comparativos entre niños y niñas publicados desde 1997 a 2017.
Niñas, escolaridad y TDAH
Giuliana Ferro (23) empezó a hablar y caminar a los dos años, y tenía dificultades para pronunciar algunas letras. Su mamá, alertada sobre esta situación, comenzó a acudir a diferentes especialistas que llegaron al diagnóstico: dislexia. Para ella, la escuela supuso un gran desafío. “A los chicos con dislexia se nos dificulta mucho prestar atención por el mismo sobreesfuerzo que hacemos para leer. Yo no era una chica que se levantara del banco, era tranquila, pero no copiaba nada”.
“En el secundario, me sentaban adelante para que no me dispersara y durante dos años tomé Ritalín, que me lo dio el neurólogo para ayudarme a concentrar, pero después me lo sacaron porque me hacía perder el apetito. Empecé la facultad, pero al tiempo la dejé porque me costaba sentarme a estudiar y sentía que no podía. Cuando era chica, me hicieron los estudios y saltó que tenía problemas de atención, pero no sé si tengo o no TDAH, por eso quiero reevaluarme”, explicó a este portal Giuliana.
El caso de la joven mendocina refleja una problemática: el TDAH se puede asociar a trastornos del lenguaje, como la dislexia. En particular, el TDA sin manifestaciones graves de hiperactividad es el que se encuentra con más frecuencia asociado a la dislexia y el que pasa más desapercibido por ser menos disruptivo en el comportamiento.
Para la especialista en Psicopedagogía del Hospital Universitario, Fernanda Distéfano, las manifestaciones pueden ser de predominio atencional, de predominio hiperactivo-impulsivo o combinados. “En el caso de las niñas, los síntomas iniciales tienden a ser más de tipo inatentos. A veces se piensa en un niño con TDAH hiperactivo, que no puede permanecer sentado en el lugar en el momento que se espera que lo haga, pero en las niñas, los síntomas se relacionan más con la atención, se caracteriza como ‘estar en las nubes’ y hasta puede etiquetarse como timidez o retraimiento”.
“Los estudios indican que, cuando van creciendo, se suma a estas dificultades atencionales el fracaso escolar, y en la adolescencia se puede acompañar con fuertes cuadros de ansiedad. Es entonces cuando se comienza a confundir el cuadro y empieza a parecerse a otros trastornos de índole emocional, como depresión, o puede dirigirnos al consumo de sustancias. El problema es que factores ambientales, como la mala alimentación, dificultades familiares, divorcios o fallecimientos también pueden generar la aparición de estos síntomas”, agregó Distéfano.
Por este motivo, la especialista del Hospital Universitario destaca la importancia de poder realizar un diagnóstico diferencial. “Es muy importante que se comience con una consulta pediátrica con un profesional sensible a estos temas de neurodesarrollo y que pueda solicitar evaluaciones posteriores. De allí se define cuáles serían los caminos de apoyo, aunque no siempre son farmacológicos, ya que la mayor parte se relacionan con lo terapéutico”. En un contexto en el que las niñas son subdiagnosticadas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llamado la atención sobre la detección de un incremento, escasamente justificado por criterios clínicos, en el diagnóstico de TDAH y de los tratamientos farmacológicos asociados.
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