Para la nueva jueza de la Suprema Corte, la paridad tiene que existir en las actividades pública y privada
En el sistema judicial local las mujeres son mayoría, pero los puestos de mayor jerarquía siguen ...
23 DE DICIEMBRE DE 2024
Por Roberto Follari, docente, epistemólogo y doctor en Psicología.
Foto: Página/12
El desastre socioeconómico dejado por el gobierno de Macri se palpa en directo en la cantidad de mendigos, en los multiplicados casos de gente durmiendo en la calle, en los negocios cerrados, en las tiendas semivacías, en algunos bancos funcionando a medias. Claro, más evidente es en los números: el 40,8 % de pobreza (según la UCA, a la que el macrismo apelaba hasta el año 2015), casi 10 puntos de desocupación, indigencia más que duplicada, casi el 60 % anual de inflación y una deuda externa inexplicable y gigantesca: se tomaron 200 000 millones de dólares en solo 4 años, un record desastroso. Casi la mitad del parque industrial sin funcionar, más de 10 000 pymes cerradas, 3 años de decrecimiento del PBI en el total de cuatro. Tierra devastada.
La población cerró cuentas con esta situación. En las PASO le dio 16 puntos de ventaja a la entonces oposición peronista. En la primer vuelta fueron 8 puntos. La derecha argentina se iba de su primer triunfo electoral presidencial luego de solo 4 años y sin segunda vuelta. Cuando hablan del "fracaso" del gobierno anterior, omiten que ese gobierno había ganado en primera vuelta tras 12 años de gobierno y 3 presidencias continuadas, y que perdió en segunda por menos de dos puntos. Son dos situaciones muy diferentes en cuanto a legitimidad electoral.
Cuando un nuevo gobierno es elegido, es lo habitual que se reconozca su victoria y se le dé un cierto tiempo para desplegar sus posiciones, aquí y en cualquier parte del mundo. Pues no: nos encontramos con la sorpresa de una actitud de guerra por parte de quienes han perdido las elecciones en comicios indiscutidos. Ni la hidalguía de reconocer la derrota, ni la mínima autocrítica ante la sociedad por los errores cometidos, ni el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas. Nada de eso: una actitud altanera y beligerante, destemplada, desafiante, que mucho deja notar de resentimiento y falta de aceptación de la nueva situación política elegida por la ciudadanía argentina.
Quienes suelen arroparse de trillados adjetivos como "institucional" y "republicano" atropellaron cualquier expectativa, diciendo que ¡¡no darían quórum en la sesión en que debían jurar los nuevos diputados!! El disparate fue tan extremo que hubo que aclarar públicamente que darían quórum en ese momento, pero luego se levantarían e irían. Impedirían así que en la primer sesión de trabajo del Congreso se pudiera trabajar (ciertamente, el último año de Macri se gobernó con el congreso en casi total inactividad, pues no se lo convocaba).
Efectivamente, se fueron, pero como perdieron en el número, regresaron. Allí desplegaron una retórica sorprendente: el nuevo gobierno sería "ajustador" (dicho por los que trajeron al FMI), se debería seguir el camino de la economía abonado por Macri, han dejado un país donde solo hay que tomar de la mesa servida... Un espectáculo más propio de una película de Buñuel o Fellini que de un espacio de debate público.
Se nos deben explicaciones y –sobre todo– actitudes de respeto a los argentinos. El negacionismo sobre el desastre en que se ha dejado al país lesiona totalmente la vida institucional. Los que arruinaron todos los índices (es decir, las vidas) de millones de argentinos mientras entraban miles de millones de dólares que fueron rifados a la timba y la fuga tienen que asumir que si gobernaran cuando ya no entran, sino que salen esos 200 000 millones a pagar ahora con intereses, el desastre que harían sería obviamente muchísimo mayor. Es evidente. Sin embargo, Durán Barba ha enseñado a mentir siempre y negar todo. En eso estamos.
La paz social y el mantenimiento del orden público exigen estar a la altura de las circunstancias. Ventajas de corto plazo no lo son siempre en el largo: este comportamiento infantil puede traer satisfacciones inmediatas, raramente respeto y consideración social de la ciudadanía. Ahora hay que sacar al país del lugar de desastre en que lo han dejado. Con suerte y talento, quizá salimos; de lo contrario, esta es una balsa en la que nos hundiremos todos.
sociedad, columna, roberto follari, negacionismo total,
En el sistema judicial local las mujeres son mayoría, pero los puestos de mayor jerarquía siguen ...
23 DE DICIEMBRE DE 2024
Recorremos notas, artistas, "backstage" y momentos divertidos del programa de Señal U que fue un ...
20 DE DICIEMBRE DE 2024
Aunque se abren camino en la industria minera, a la que apuesta el Gobierno, y ocupan roles clave e ...
19 DE DICIEMBRE DE 2024