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El último oso polar en cautiverio del país murió por su estado de salud terminal e hizo resurgir la mirada crítica hacia el Zoo de Mendoza.
Foto: archivo Prensa Gobierno de Mendoza
El oso polar Arturo "transitaba un estado clínico terminal", dice el informe oficial. "Entró en un estado de descompensación que, con el correr de las horas, se volvió irreversible", expresó el comunicado del Gobierno.
Estar solo conlleva una condición especial de existencia. Puede ser un estado de fortaleza o de indefensión, de acuerdo con la circunstancia. La muerte del oso polar Arturo, producida este domingo 3 de julio, remite a esa imagen de soledad, en este caso, de una sinrazón. De una motivación obsoleta de observar a los otros habitantes de este planeta –tan vapuleado por los abusos de los espacios vivibles–.
Otra vez el oso Arturo regresó a los titulares de los portales como si fuera un símbolo de lo que hay que superar y darle lugar a algo nuevo. Arturo se murió de viejo y, se puede imaginar, de soledad, por lo que trascendía después de que en mayo de 2012 se murió su compañera Pelusa, la osa polar.
De a poco se fue transformando en el símbolo de la lamentable situación del Zoo mendocino. Su aspecto era la síntesis del sufrimiento de sus vecinos de jaula. El paseo público, de a poco, se fue convirtiendo en un circuito dantesco y nos fuimos alejando del lugar que en otros tiempos era una atracción familiar y era una cita obligada, por ejemplo, para el Día del Niño.
La conciencia social ha cambiado y la mirada hacia los animales mutó de “especies” a “habitantes”. Hoy los niños y adolescentes se conmueven con esa especie de cárcel con presos condenados e indefensos.
Sin caer en la sensiblería, hace falta la acción de la gestión política efectiva. Alguna señal dieron los responsables del espacio apuntando a la idea del Ecoparque, pero la muerte del oso genera otra vez la presión pública sobre esta conjunción de Estado versus animales cautivos.
Reproducimos, a continuación, el comunicado oficial del Gobierno de Mendoza:
El oso polar presentaba un cuadro clínico terminal debido a su avanzada edad. Pese a todo lo realizado por el cuerpo médico veterinario, el animal, desde hacía varios días, había entrado en un proceso de descompensación y deterioro marcado irreversible. El viernes el equipo de veterinarios y los funcionarios de Ambiente se apostaron junto al animal para acompañarlo y que su deceso fuera tranquilo.
El Oso Polar Arturo era un animal de casi 31 años de edad y con un promedio de vida superador a lo habitual de esta especie, en un contexto de encierro, puesto que en hábitat natural el promedio de vida se extiende hasta los 20 años y en contexto de encierro logran llegar a los 26 años aproximadamente. Con 8 años de edad llegó al Zoológico de la provincia en el año 1993 y pasó 22 años de su vida en este paseo cuidado y atendido por el personal que lo acompañó en su crecimiento. El preciado animal falleció por un desbalance hemodinámico, lo que desencadenó en una descompensación multisistémica.
Desde el viernes, los funcionarios de la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento territorial, al mando de Humberto Mingorance, junto a parte del equipo de veterinarios del paseo y la Unidad Fiscal de Medio Ambiente de Nación (UFIMA) acompañaron al oso polar, contemplando la posibilidad de dormirlo para evitarle sufrimiento ya agotadas todas las instancias de tratamientos, pero la naturaleza siguió su curso y esta tarde falleció.
Tal como ya se había anunciado con anterioridad, Arturo había entrado en un proceso de descompensación y deterioro marcado irreversible. Su salud fue decayendo y empeorando rápidamente.
Durante los últimos días, el oso polar presentaba un cuadro médico terminal grave por su avanzada edad y diversas complicaciones físicas de deterioro. Entre otras, pérdida total de apetito, consecuente disminución de su peso y pérdida de visión y olfativa.
El último parte médico presentado por el cuerpo médico veterinario del Zoológico provincial indicó que el animal permanecía poco reactivo con mínima respuesta a estímulos y depresión marcada de su sistema nervioso central.
Los estudios que se le realizaron en el último tiempo indicaron la presencia de osteólisis del hueso nasal, es decir, desgaste del hueso, producido por infección ya que se determinó presencia de bacterias y hongos en la zona, por lo que se le realizó un tratamiento antibiótico prolongado.
La inspección ocular reveló una pérdida de visión crónica en el ojo derecho, probablemente de larga data y asociada a su edad. El ojo izquierdo no pudo ser examinado debido a la inflamación que presentaba, producto del cuadro general infeccioso observado y que luego terminó con una ceguera total.
La Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial destacó la labor y el carisma de todo el personal del paseo y de las organizaciones no gubernamentales, tanto nacionales como internacionales, que colaboraron con asistencia técnica para el diagnóstico y el tratamiento del oso Arturo. También, la Secretaría extiende su agradecimiento a la Asociación Amigos del Oso Polar Arturo, que estuvo presente en cada momento del diagnóstico y el tratamiento del oso polar.
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