Alberto Thormann, el reconocido artista mendocino, murió en la madrugada de este martes 24 y dejó un legado inmenso: pinturas, grabados y cientos de enseñanzas a sus alumnos secundarios y universitarios.

El pintor, que nació en Mendoza en 1959, se graduó en la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo con la especialización en grabado.

A lo largo de su extensa carrera participó en cientos de exposiciones grupales e individuales, tanto en Argentina como en el exterior. Sus trabajos quedaron plasmados en publicaciones de todo el mundo.

Grabador, dibujante, pintor y docente, Thormann realizó trabajos murales junto a su esposa, la escultora y ceramista Alejandra Civit. Diseñó cajas lumínicas para la Fiesta Nacional de la Vendimia y escribió el libro de pintura “De sueños y de mareas”. Fue columnista permanente en revistas especializadas en arte y decoración, y jurado en concursos nacionales e internacionales.

Árbol de la montaña (Óleo).

La docencia ocupó un lugar importante en su vida. Dictó cursos en universidades públicas y privadas y en colegios secundarios, y brindó talleres de dibujo, grabado y pintura en Mendoza, en Córdoba y en Chaco.

A los 11 años Thormann recibió su primer premio en un concurso de murales organizado por la Cámara de Comercio de Maipú. A esta distinción le siguieron otras 34 que obtuvo por sus obras de dibujo, grabado y pintura.
 

Con sello propio

El artista plástico Martín Villalonga aseguró que la obra de Thormann tenía un estilo propio, lúdico, vivaz y colorido, en la que plasmaba todos los personajes de su infancia y de su vida adulta. Villalonga destacó el trabajo multifacético de Thormann, ya que comentó que se desempeñaba muy bien en distintas ramas del arte: el grabado, el dibujo o la pintura. 

Pero más allá de hablar sobre el legado artístico que Thormann le deja a Mendoza, Villalonga destacó la personalidad del artista: divertido, siempre de buen humor y sociable.

Disfrutá de la obra del gran artista mendocino.