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05 DE NOVIEMBRE DE 2024
Aunque su documento aseguraba que su nombre era Carlos Loiseau, todos lo conocimos como Caloi, o más gráficamente como el “papá de Clemente”. La historia de un dibujante genial que murió hoy a las 63 años.
Nacido en Salta, las luces de Buenos Aires lo tentaron desde muy joven y la ciudad lo atrapó definitivamente cuando a los 18 años ya sus dibujos empezaron a publicarse en Tía Vicenta, allá por el año 1966.
A partir de entonces, este peronista e hincha de River, no paró de dibujar. Un año después publicó una serie en María Belén, entre 1968 y 1971 fue dibujante de la revista Análisis, desde 1968 trabajó para Clarín, entre 1976 y 1982 colaboró con la revista deportiva El Gráfico y además editó más de 35 libros con sus viñetas y dibujos.
Pero no sólo eso. Cuando la chatura comenzaba a ser moneda corriente, nos sacudió de la abulia con el maravilloso “Caloi en su tinta”, uno de los ciclos más recordados de la tv pública, que se mantuvo al aire por 18 años, desde 1990 hasta 2008, con un breve paso por un canal de cable. Era, por esos tiempos nada menos, un programa de televisión exclusivamente dedicado a la difusión del cine de animación de autor y de las artes plásticas en general.
Pero sin lugar a dudas, Caloi será recordado además por un personaje que cautivó a varias generaciones de argentinos, al que muchos colocan a la altura de Inodoro Pereyra de Fontanarrosa o de la Mafalda de Quino: Clemente.
Qué o quien era Clemente? Una especie de pájaro sin alas, desgarbado, con poco de ganador que en sus comienzos, allá por 1973, acompañaba a Bartolo como maquinista de tranvía.
"El golpe de 1976 fue decisivo”, contó en su momento Caloi, “quebró la Argentina y condicionó la tira: como la censura era grande tuve que desarrollar la vida interior de la historieta ya que no había posibilidad de abordar temas políticos" y así fueron surgiendo el Negro de Camerún, la Mulatona, Mimí o Jacinto entre otros.
Pero a pesar de todo, el Negro Caloi y su personaje se las arreglaron para desbordar a los esbirros de turno o a sus nefastos colaboradores civiles.
Y fue el Mundial de 1978, el que marcó con fuerza esta pequeña batalla contra los opresores.
Los voceros de los militares decían que por una cuestión de prolijidad, los papelitos que las hinchadas argentinas estaban acostumbradas a tirar al aire cuando su equipo salía al campo de juego podían afear el espectáculo, que de manera tan cuidada y organizada habían montado.
Pero Clemente (Caloi) no bajó sus banderas, ni la bolsa con papelitos, y el conflicto estalló.
Desde los poderosos micrófonos de Radio Rivadavia, el relator José María Muñoz defendía la prohibición, pero Clemente tomaba nota de todo eso, y en algún momento llegaría la respuesta.
Con el Mundial ya empezado, Clemente recogió el guante de la prohibición militar y desde los tres o cuatro cuadritos de la contratapa de Clarín respondió con lo que tenía: "Tiren papelitos" era la consigna.
En el debut contra Hungría casi no hubo papelitos en la cancha de River; en el segundo partido ante Francia la tribuna popular que da a Figueroa Alcorta tiró una buena cantidad de papelitos, que fueron más aún en la derrota contra Italia.
Pero fue en Rosario en donde los papelitos coparían la parada en los tres partidos de esa fase, en donde la Selección Argentina lograría el pase a la final.
Y allí, contra Holanda, fotos y filmaciones siguen siendo la prueba irrefutable de cómo un personaje de historieta, al fin y al cabo el alter ego de tanto futbolero apasionado, le ganaba por goleada a la absurda pretensión dictatorial de prohibir los papelitos en la cancha.
Hacia fines de ese mismo 1978, cuando Boca Juniors ganó su segunda Copa Libertadores de América, Clemente -insólito fana bostero creado por un artista hincha de River- decía: "¿Qué dirá Murioz del rollo que vamos a tirar pa´ festejar la Copa Libertadores por toda América?".
Pero no sólo eso. En plena veda democrática, Clemente organizó la primera "elección libre" para bautizar a la Mulatita, y después siguieron sus comentarios respecto de Martínez de Hoz, el FMI, Malvinas, el fútbol siempre, el Clementosaurio, la vuelta a la democracia, Alfonsín, la hiperinflación, Menem, las privatizaciones, de la Rúa, Cavallo, las cacerolas, Duhalde y así hasta hoy.
Trabajó hasta el cansancio hasta los últimos momentos. Hace unos días estrenó "Anima Buenos Aires", un trabajo soñado durante años por él y su compañera María Verónica Ramírez, que asumió la producción ejecutiva y la dirección de esta película colectiva de animación junto a Carlos Nine, Pablo y Florencia Faivre, Pablo Rodríguez Jáuregui, Mario Rulloni y Juan Pablo Zaramella.
Caloi fue declarado en 2004 personalidad destacada de la cultura y "Clemente" fue nombrado patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires. En 2009, el dibujante fue honrado como ciudadano ilustre de Buenos Aires por considerarlo "una figura que traspasó el humor gráfico convirtiéndose en un símbolo de los argentinos, a través de su sagaz y atrevido Clemente".
Para el recuerdo de un grande, las palabras de otro grande del dibujo argentino, Nine: "Caloi se salió del estereotipo del humorista habitual, hacía una sátira que remarcaba las características culturales nuestras. Supo leer una idiosincrasia y devolverla como un espejo a quien lo leía en el diario. Yo en Clemente me reconocía como argentino".
Fuente: www.terra.com.ar- telam-
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