Este 1.º de octubre empezó a regir en París un decreto que, de cumplir con su función disuasiva, debería cambiar la fisionomía de las veredas de París. La alcaldía socialista de París ha decidido que, de ahora en más, arrojar la colilla de un cigarrillo en la vía pública implica correr el riesgo de ser multado con 68 euros. La medida, que intentarán hacer respetar unos 500 agentes vestidos de civil, apunta a reducir este tipo de desperdicios, que suman 350 toneladas al año.

“Me parece muy bien, va a sensibilizar a la gente, van a dejar de tirar las colillas de sus cigarrillos al piso. Incluso si soy un fumador me parece asqueroso y genera contaminación. Es un buen gesto para el medio ambiente. Sesenta y ocho euros me parece caro, podrían haber hecho una multa de 15 o 30 euros, pero cuando pongan las primeras multas, se darán cuenta de que no hay que hacerlo”, estima un fumador interrogado por RFI el día de entrada en vigor de la medida.

Para hacer respetar la iniciativa, la alcaldía de París ha colocado 30 mil nuevos cestos de basura equipados con ceniceros. Además repartió 15 mil ceniceros de bolsillo entre los fumadores.

Pese a estas medidas preventivas, algunos piensan que París no está lista. "No estamos adaptados. Porque no hay suficientes papeleras. ¡Las de plástico podrían incendiarse!”, argumenta una chica en el distrito 15 de París.

Otros opinan que, pese a las medidas preventivas, la penalidad es muy elevada. "¡Es un disparate! ¡Es una multa muy cara por una colilla! ¡En ese caso que multen también a los que tiran papeles en el suelo!”, se queja un joven fumador.

La alcaldía de París fundamenta su decisión recordando que un cigarrillo tarda entre 4 y 12 años en descomponerse y que una sola colilla puede contaminar 500 litros de agua.