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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
La cuestión de género se insertó de lleno en la agenda social. ¿Qué pasó en la política?
Foto: gentileza Senado de la Nación
Facundo Matos Peychaux para El Estadista
Publicado el 16 DE SEPTIEMBRE DE 2015
El 3 de junio, bajo la consigna #NiUnaMenos, multitudinarias marchas a lo largo y ancho de todo el país llevaron la cuestión de género a primera plana de la agenda social y mediática. “Podemos hablar de un paso adelante con respecto al tema porque lo que sucedió demostró que con respecto a este tema existe una preocupación social que es muy amplia y muy vasta”, asegura Florencia Abbate, una de las organizadoras de las movilizaciones.
Pero, ¿en qué medida se trasladó eso a la política? ¿Incorporó algo a raíz de esos cambios la actual campaña presidencial? ¿Existen incentivos para hacerlo? Y más ampliamente: ¿qué momento atraviesa la participación de la mujer en la política?
Avances lentos... pero firmes
La campaña presidencial no tuvo ni tiene a la cuestión de género como uno de sus ejes centrales. Sin embargo, lo poco que hubo fue a todas luces más que en el pasado. “Es la primera vez que el tema de género aparece”, asegura Martín D’Alessandro, autor de varios trabajos analizando las campañas y los programas políticos desde 1983 a la fecha. “Eso evidencia un cambio cultural muy importante: no creo que sea una cuestión meramente discursiva sino la incorporación de cambios reales de los roles de las mujeres en la vida pública, en el ámbito laboral y en el orden doméstico, y la importante democratización que eso ha significado”, afirma el presidente de la SAAP.
Hilando más fino, lo que se ve es una disparidad entre el lugar que se le dio al tema en los programas de propuestas –el nivel más subterráneo del proceso electoral– y el que se le dio en las campañas, el nivel más visible. “En los programas hubo temas de género, pero el tema no estuvo en los medios ni en las propuestas de campaña; no es prioridad para los candidatos”, describe Pamela Martín García, politóloga y activista.
De los 15 candidatos que se presentaron en las PASO, un número alto (12) se comprometieron a una serie de puntos sobre la temática de género pero apenas tres (Ernesto Sanz, Margarita Stolbizer y Manuela Castañeira) le dieron un lugar central al tema, según un relevamiento del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). También Nicolás del Caño, José Manuel de la Sota y Alejandro Bodart lo hicieron, aunque en menor medida.
En todos esos casos, se trató de candidatos que se sabían con pocas chances de alzarse con el premio mayor de antemano. ¿Por qué entonces llevaron adelante estas temáticas? ¿Existen incentivos para hacerlo? ¿Se paga un costo por no hacerlo?
Para las politólogas consultadas, hay incentivos pero no electorales. “Hay incentivos en el sentido de que la tendencia es hacia la construcción de sociedades más inclusivas e igualitarias; es políticamente correcto”, responde Mariana Prats, master en Ciencia Política (UTDT). “Existen incentivos para tener una agenda de género, pero no para hacer de ella un eje de campaña”, complementa la politóloga y becaria del CONICET Natalia del Cogliano. “No porque a la gente no le importe sino porque no capta votos. Y creo que esto es así porque los ‘ejes ya acordados’ de esta campaña están en otro lado. Entonces, el costo que podés tener por no mencionarlo es nulo, mientras que no lo es cuando elegís dedicar algo del tiempo de campaña en estas cuestiones a menos de dos meses de las generales”, analiza.
En el mismo sentido, más que un desinterés real por el tema, para Cecilia Galván, politóloga y docente de la UBA, las explicaciones están ancladas a lo coyuntural. “La campaña, tal como está planteada, saca temas de agenda en lugar de generar interés por incluir temas. Cuando la campaña es por gobierno u oposición no se debaten propuestas y los ciudadanos tampoco eligen por propuestas”, razona.
Más allá de la campaña
Sin embargo, la cuestión de la mujer no se reduce a la agenda de género únicamente ni al período de la campaña. Por el contrario, una de las preguntas centrales que enfrentó y sigue enfrentando la política es en qué medida los espacios se están abriendo para las mujeres.
Según ELA, “los datos muestran que el acceso de las mujeres a cargos de elección política va en aumento, pero a paso lento”. En las elecciones primarias, de las 15 fórmulas presidenciales, tres (23 %) estaban encabezadas por mujeres (Elisa Carrió, Margarita Stolbizer y Manuela Castañeira), mientras que el número aumentaba a seis (46 %) para aquellas con mujeres como precandidatas a la vicepresidencia. “En los puestos legislativos se repite la misma tendencia. Para el Congreso Nacional se presentaron 233 listas, en las que compiten 1601 personas. De ellas, 864 son mujeres (42,72 %). Pero en los primeros lugares la presencia femenina es reducida, ocupando el 20,6 % (encabezan 48 listas), aunque esta aumenta significativamente en el segundo lugar, llegando al 78,1 %”, describe el relevamiento de ELA.
Desde la ley del cupo en 1991, los espacios se fueron abriendo lenta pero constantemente para las mujeres. Actualmente, en el Poder Legislativo Nacional, uno de los espacios donde la participación de la mujer es mayor gracias al impulso de la ley de cupos, su presencia se divide en el 36 % de las bancas (93 escaños) en Diputados y 40 % (29 lugares) en el Senado para mujeres.
Según la Fundación Directorio Legislativo, la participación femenina más alta en la Cámara de Diputados se logró en el periodo 2008-2009 con el 40 %, mientras que luego fue disminuyendo. Así y todo, el Congreso argentino figura todos los años entre los primeros puestos del ranking de participación de las mujeres en la política que elabora anualmente la Unión Interparlamentaria (UIP, por sus siglas en inglés).
Como destaca Julia Pomares, directora del Programa de Instituciones Políticas de Cippec, “la política es el ámbito de poder donde hay más presencia de mujeres; en sindicatos, empresas, medios y otros ámbitos todavía hay muy pocas mujeres en espacios de poder”.
No obstante, el avance es disímil según el distrito y el partido político y ciertos espacios siguen estando vedados a las mujeres. En las PASO, la participación de mujeres en las listas al Congreso Nacional varió entre un 33 % en Formosa y un 56 % en San Luis; en las legislaturas provinciales, la resistencia sigue siendo mucho mayor, según describe María Barón, directora ejecutiva de Directorio Legislativo.
En los partidos políticos la cuestión no está saldada. Señala Galván: “Aún hay gatekeepers que desconfían de las mujeres que traen una agenda feminista”. “Para los partidos sigue siendo un tema controversial. El cupo mínimo era una medida transitoria para que con el tiempo se generara un cambio cultural que fuera haciendo que la participación de las mujeres creciera en el tiempo. Pero vemos que en el mejor de los casos cumplen con el mínimo que la ley exige, no hay un convencimiento al interior de los partidos”, evalúa también María Inés Tula, politóloga especializada en la temática. En las PASO, de las 234 listas, más del 10 % (25) no cumplen con lo establecido por la ley, según ELA.
Más aún, uno de los grandes desafíos a quebrar es lograr que las mujeres no solo integren espacios sino lugares de poder. “Cuando uno ve las mesas de conducción de los partidos políticos, son todos hombres, y el mensaje que se da de ahí es importante, porque desde ahí es que se deciden y se cambian las cosas”, observa Tula.
Un aporte trascendente
La incorporación de mujeres cambió en varios sentidos la forma de hacer política. “Cuando son pocas las mujeres, la política las cambia; en cambio cuando somos más, nosotras cambiamos la forma de hacer política”, dice Prats. Y en más de un sentido, es así.
El lenguaje deja paulatinamente de ser machista –o se pagan costos altos por tener un discurso de ese tinte–, las sesiones parlamentarias ya no empiezan de noche –salvo contadas excepciones– como ocurría antes regularmente, y los temas de género muestran una transversalidad interpartidaria poco común en la política contemporánea.
Pero el mayor aporte fue a la diversificación de la agenda temática, específicamente en los espacios legislativos. “La mujer ayudó a promover una agenda de derechos civiles y más versátil, con temas que por ahí antes no se hubieran debatido”, asegura Barón.
La mujer política se ha profesionalizado con el tiempo y con ello ha dejado de ser únicamente impulsora de proyectos de género o relativos a la cuestión civil para pasar a discutir de igual a igual en diferentes áreas con el hombre. Sin embargo, como señala Tula, fue “al tener un Congreso que es más espejo de la sociedad” que la agenda parlamentaria aprendió a incorporar esos nuevos temas.
Para adelante, las especialistas consultadas coinciden en una serie de desafíos: incrementar la participación de mujeres en los espacios reales de toma de decisiones, generar un convencimiento genuino al interior de los partidos políticos sobre la necesidad de tener una agenda de género y darle mayor participación a la mujer, llevar los avances logrados en los poderes legislativo nacional y provinciales a los poderes ejecutivos de los distintos niveles (“Argentina tiene leyes modelo para el mundo pero no aplica ni el 50 % de ninguna”, revela Pamela Martín García) y replicar esos mismos progresos de la política a otros espacios de poder, como los sindicatos o las cúpulas empresariales. Hacia allí se apunta.
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