La psicóloga, ensayista y poeta Liliana Mizrahi reflexiona sobre la condición femenina en los tiempos que corren. A propósito de la muerte de Margareth Thatcher señala que el ser mujer puede, en ocasiones, ser un simple capricho de la naturaleza.
Ser mujer no es garantía de nada. No nos mistifiquemos y tampoco a las mujeres. No creamos que el ser mujer nos hace mejores personas. Hay mujeres de todos los colores.
Muchas mujeres creen que por ser mujer, las mujeres somos más buenas, más humanitarias, más compasivas, mucho menos agresivas. Es un preconcepto, un prejuicio.
El perfil de una mujer tiende más a ser compasiva, cuidar lo pequeño, ser solidaria con el dolor del otro, ser protectora, nutricia, estar atenta a lo que necesita o desea el otro. De hecho, ser mujer es ser-para-otros.
Mujer-mujer, para mí es la que lucha por salir y ayuda a salir a sus compañeras, sometidas a la opresión del patriarcado. Mujer-mujer es la que aprende a sustraerse del poder que el varón quiere ejercer sobre ella, y también, sobre todos los que no pueden enfrentarse y defenderse de ese férreo poder omnímodo.
Hace unos días murió Margareth Thatcher. Su ser mujer lo entiendo como un capricho de la naturaleza, el azar de los cromosomas. Creció como mujer, hizo lo que hacen las mujeres: tuvo hijos, menstruó. Nada de eso la convierte en una verdadera mujer. Ser mujer era su exterioridad; su mentalidad era belicista y destructiva como la del peor varón. Aprovechó y entró en una guerra absurda, desigual pero donde sabía que iba a matar y no le importó matar, hasta poder tapar las protestas obreras por las políticas neoliberales que difundió junto a Reagan. Fue letal, asesina, no salvó a nadie.
Las formas exteriores no deben confundirnos, lo que nos tiene que importar son las decisiones, las acciones, las conductas, los hechos. La verdad es la conducta, el comportamiento, la actitud. En ese sentido, la Thatcher era una criminal de guerra y una travesti con consenso social y político.
Una ética de dominio imperial, sometimiento patriarcal. Acciones de guerra. Sembró muertes, no sólo en los jóvenes que mató, sino también en la estela de suicidados en Argentina e Inglaterra. ¿Qué legó a la humanidad la Sra. Thatcher?
Mujeres de fuste
Nosotros, en Argentina, en nuestro presente, en nuestras historias de la independencia, tenemos mujeres de fuste, de estatura moral, aguerridas heroínas, mujeres de verdadero coraje: Eva Perón, las Madres de Plaza de Mayo (ambas líneas), las Abuelas, las Madres del Paco, las Madres del Dolor, mujeres humildes de fuste también que hacen obra como Margarita Barrientos, las mujeres militantes que cayeron soñando con una patria mejor, Cristina K, y la infinidad de mujeres anónimas que hacen obra, generan transformaciones, dan vida a proyectos, gestan ideales. Mujeres revolucionarias que cambian las cosas de lugar y distribuyen.
Mujeres que ya no tienen que pensar en sobrevivir, pueden pensar en terminar el secundario o tener un microemprendimiento.
Esto que hago con alegría, escribir para ustedes, es un intento de estimular preguntas, un diálogo interior que nos ayude a despertar a un pensamiento más lúcido, más creativo, más fecundo. Un pensamiento renovado y vital.
La condición femenina se define en los tiempos que corren, como la capacidad de arreglar, mediar, conciliar, negociar situaciones dramáticas sin violencia, sin matar a nadie. Tratando de mejorar las cosas con la pluma y la palabra, no con la espada. Eso es lo nuevo, lo creativo, lo verdadero y profundo de lo femenino.