Mujeres argentinas prueban el preservativo vaginal: el 96% lo recomendaría a otras personas
La investigación se realizó con mujeres de entre 16 y 29 años. Uno de los beneficios de su uso es que el cuidado de la salud sexual depende exclusivamente del ejercicio de la propia autonomía. Aún no está disponible en el país.
Preservativo interno, vaginal o femenino. Foto: LATFEM
El Fondo de Población de las Naciones Unidas en Argentina (Unfpa), Onusida y el Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires presentaron “Aceptabilidad del preservativo vaginal entre mujeres adolescentes y jóvenes del AMBA”. El 96 % de las mujeres que formaron parte del estudio aseguró que recomendaría este método de prevención del embarazo, VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS).
Quedó demostrado por primera vez en Argentina el alto nivel de aceptación del preservativo vaginal. A pesar de no estar disponible en nuestro país, es un método anticonceptivo fundamental para garantizar la autonomía sexual y reproductiva de las mujeres y personas LGBTIQ+. Además, por ser un método de barrera, previene el contagio de ITS.
El objetivo de la investigación era aportar información para promover políticas públicas de salud sexual y reproductiva que incluyan al preservativo vaginal. Buscan “impulsar nuevas opciones de anticoncepción para que las mujeres y LGBTIQ+ puedan tomar decisiones y ejercer su sexualidad de manera plena, segura y placentera”, explicó Harold Robinson, director Regional del Unfpa para América Latina y el Caribe. Para su implementación, Unfpa realizó una donación de 2000 preservativos vaginales.
El estudio –exploratorio, descriptivo, participativo y cuali-cuantitativo– se realizó entre marzo de 2020 y agosto de 2021. Se estableció una muestra de cien mujeres con y sin VIH, de entre 16 y 29 años, residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), sexualmente activas y que tuvieran relaciones con penetración vaginal-peneana.
Para desarrollar el proyecto, la investigación se desarrolló en tres etapas. La primera, de sensibilización, consistió en la entrega a cada participante de los preservativos vaginales y la información sobre su correcto uso. En la segunda –una instancia cualitativa–, respondieron una encuesta luego de que se cumpliera el plazo pautado para probarlos en relaciones sexuales. Y en la tercera, se realizó una evaluación cualitativa con veinte entrevistas en profundidad.
Si bien la primera colocación resultó dificultosa –el 68 % lo refirió–, esto cambió posteriormente en el uso durante relaciones sexuales –el número descendió al 36 %–. A pesar de esto, el 98 % consideró que debe ser incorporado en la política pública, el 97 % manifestó que su pareja sexual aceptó su uso, el 96 % lo recomendaría y el 80 % lo volvería a usar.
La convocatoria y el seguimiento de las participantes se realizaron junto a trece referentes de organizaciones civiles con amplia trayectoria en la temática de derechos sexuales y VIH: la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), la Comunidad Internacional de Mujeres (ICW), Fundación Huésped, Red Argentina de Jóvenes Positivos (Rajap), Casa Fusa AC, Red de Nacional de Jóvenes y Red Bonaerense de Personas con VIH.
A través de las entrevistas en profundidad, se entendió que uno de los beneficios que incentivan el uso del preservativo vaginal es que puede ser autoadministrado por mujeres y otras personas con vagina. Así, el cuidado de la salud sexual no depende de otra persona, sino del ejercicio de la propia autonomía. Además, la experiencia fue calificada como placentera y sin grandes diferencias de sensaciones con el preservativo para pene.
La jefa de Oficina de Unfpa Argentina, Mariana Isasi, aseguró en este sentido: “El preservativo masculino es una opción eficaz para la protección, pero los estereotipos y prejuicios, así como las relaciones desiguales de género, hacen que las mujeres se encuentren en mayor riesgo cuando no les es posible acordar el uso del preservativo con su pareja”.
El preservativo femenino o vaginal fue lanzado en 1992 en Reino Unido y Estados Unidos, pero aún no consigue la aceptación social del preservativo para penes. Consiste en una funda de poliuretano o nitrilo que tiene un anillo blando en cada extremo. El anillo interno es cerrado, se coloca dentro de la vagina y sirve para mantener el condón en su sitio. El anillo externo es abierto y más fino que el otro: permanece en la parte exterior y, para un uso correcto, debe cubrir toda la vulva.
Imagen: prensa Unfpa-Onusida
Además de prevenir embarazos no intencionados e ITS, puede colocarse horas antes y no interferir en la espontaneidad de la relación sexual. No requiere prescripción médica, pero actualmente no está disponible en Argentina. Al igual que el preservativo peneano, debe usarse una sola vez. Vale recordar que nunca deben utilizarse los dos al mismo tiempo, ya que pueden romperse.
Según palabras de Alberto Stella, director de Onusida para Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, “el preservativo vaginal es un recurso sin reemplazo en las opciones de cuidado y, por lo tanto, debe formar parte de las alternativas de protección disponibles”.
Fuente: Prensa Unfpa-Onusida
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