Muerte de la Justicia
Por Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.
No sólo se acaba de destituir al presidente de Perú, en una maniobra con aparente legitimidad, pero que continúa con un brutal acoso que se hizo hacia la figura de Castillo desde antes de asumir. También hubo intento de golpe de estado…en Alemania!! Sí, lo que Ud. lee: un conjunto de ciudadanos armados, algunos de ellos ex militares, quisieron entrar por la fuerza al Parlamento para derribar al gobierno. Las fuerzas de seguridad los redujeron, y hubo arrestos y allanamientos en muchas ciudades de ese país.
Estamos acostumbrados a tomar la anormalidad institucional como propia de Latinoamérica, pero lo de Alemania es ya un signo brutal y ominoso, absolutamente inesperado. La derecha mundial está desaforada, sin límites ni respeto a reglas: el huevo de la serpiente de que habló el gran cineasta Bergman, está plenamente presente.
La derecha liberal está prohijando una deriva que ella misma no ha querido, monstruosa y violenta. En su ceguera por detener cualquier avance de los derechos populares ha favorecido la radicalización reaccionaria, que tras ganar las elecciones en Italia va ahora por España para el año que viene.
En Argentina, hemos visto la condena a la ex presidenta. Ojalá hubiera habido juicio creíble: pero los jueces del caso jugaban fútbol en la quinta de Macri (uno mostró una foto desafiante donde tomaba mate con el escudo de ese equipo). Y el juez Ercolini se había declarado incompetente hace algunos años para el caso Vialidad; de manera irregular y retomando cosa juzgada, de pronto se volvió competente y asumió el caso.
Tampoco la fiscalía respondió nada de las refutaciones de la defensa, y dijo explícitamente que no lo hacía. De modo que el proceso está sospechado de ser simple persecución política, como lo vimos en su momento con Lula, como se hizo con Evo, como se hace con Correa. Es la misma receta en todos los países, demasiado como para ser coincidencia: es una política contra los líderes de procesos populares en la región. Se trata del lawfare, que la derecha, mientras lo practica, declara que resulta “invisible a sus ojos”.
Lo peor, es que el poder judicial está totalmente desbandado en Argentina. Por supuesto que muchos jueces y fiscales trabajan bien. Pero nos referimos a la cúpula: Comodoro Py, las Cámaras federales, la Corte Suprema de la Nación.
En esta última dos miembros aceptaron entrar ilegalmente por decreto (luego se los regularizó, pero el gesto fue inequívoco). Ahora son sólo cuatro, todos varones, todos de la Pampa Húmeda. Intentaron el 2x1 para los genocidas, y Rosatti se votó a sí mismo para ser presidente. Luego se apropió de la jefatura del Consejo de la Magistratura y como aún así no le daban los números, se metió a decidir sobre la representación de los cuerpos legislativos. Una belleza.
Se echó a Gils Carbó en tiempos de Macri (elegida constitucionalmente) y se puso al interino Casals como jefe de fiscales por tiempo indeterminado. Se permite a Stornelli seguir operando como fiscal a pesar de estar procesado desde hace más de dos años. Se sobresee a Macri en causas de espionaje ilegal con argumentos insólitos como que los espías eran “cuentapropistas”, o que espiar a familiares de muertos en el submarino era una acción de seguridad.
Y ahora…dos días antes de la sentencia a la ex presidenta (y mientras la causa por el atentado que le hicieron sigue a paso de mula), el escándalo insólito de Lago Escondido. Rendo, directivo de Clarín, recibiendo a jueces, al ministro de seguridad de la CABA y a algún infaltable espía, para llevarlos a los terrenos del empresario extranjero Lewis, reconocido amigo de Macri. Alta sospecha de dádiva, agravada porque los audios que se filtraron, muestran toda clase de operaciones truchas para encubrir el viaje, como pedir facturas falsas y/o antedatadas, hablar con la jueza de Bariloche cuando ya se les había iniciado causa judicial al ser descubiertos, mentir sobre que no habían ido en helicóptero
desde el aeropuerto, y parecidas patrañas propias de un grupo de chicos irresponsables de escuela secundaria, no de jueces de alto rango en algún país creíble.
Mahiques, Ercolini y los otros jueces presentes, han tenido causas relacionadas con Clarín y con Lewis, lo que hace su conducta absolutamente inaceptable: reciben favores de aquellos sobre los que dictaminan. Ercolini es uno de los principales responsables de la causa contra Cristina Kirchner: ¿qué seriedad puede adscribirse a su persona? ¿quién puede tener respeto por alguien que plantea cómo mentir y encubrir sus acciones, en medio de la algarabía de chats donde también se promete que a algún denunciante “se lo va a hacer cagar”? (sic)
Se puede. Se puede seguir tirando de la cuerda, burlando la opinión pública, convirtiendo lo judicial en un lodazal. Hasta que un día todo se incendie y no se pueda más: dentro de dos días o de diez años, no sabemos. Pero nada queda impune para siempre. Y la derecha argentina debiera mirar lo que pasa en el mundo: prohijando ilegalidad y situaciones arbitrarias, sólo se llama a la ilegitimidad y la violencia. Ojalá haya reacción de sectores institucionales sanos: todavía estamos a tiempo para impedir la descomposición total.
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