Mucho más que podar plantas: una iniciativa busca profesionalizar la jardinería en Mendoza
Se propone enseñar sobre el diseño de jardines, el manejo del suelo, el riego, la importancia del agua en la provincia y el respeto por el medio ambiente. La escuela, que funciona en un vivero de Las Heras, es la respuesta a una creciente demanda del mercado.

La Botica, el vivero de Mendoza que busca profesionalizar la jardinería en Mendoza. Foto: Hilda Percara
En un rincón verde de Mendoza, entre macetas, sol y sombra, crece una idea que busca transformar la jardinería en una verdadera profesión. Martín Cabral, ingeniero agrónomo y docente en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO, es una de las caras visibles de este proyecto formativo que comenzó a funcionar en el vivero local La Botica de Hilda Percara, que es también su impulsora y coordinadora.
"Muchos llaman jardinero al que corta el pasto y el cerco, pero la jardinería es mucho más que eso. Es un oficio que requiere conocimiento técnico y sensibilidad con los seres vivos", explicó Cabral en diálogo con Unidiversidad. Desde su rol de director, y con años de experiencia en el ámbito académico y privado, Martín busca saldar una demanda creciente: la falta de jardineros profesionales con formación sólida.
La escuela, que actualmente cuenta con 24 estudiantes divididos en turnos mañana y tarde, propone una enseñanza de dos años con un enfoque integral. “No es un curso de unos meses. Es una formación seria, como una tecnicatura, que brinda herramientas desde cero”, aclaró Cabral.
El plan de estudios está dividido en diez grandes temas y mucha práctica. "Partimos de la base de que muchos llegan sin saber nada de plantas. Por eso, comenzamos con lo esencial: entender que una planta es un ser vivo. No es un mueble que uno elige por catálogo", detalló el especialista.
Los y las estudiantes aprenden sobre fisiología vegetal, reconocimiento de especies, diseño de jardines, manejo de suelos, riego y hasta nociones de administración para poder gestionar su propio emprendimiento. “Todo lo que enseñamos tiene un anclaje práctico: salimos al vivero, vamos a jardines, usamos las herramientas. No trabajamos solo con fotos o teoría”, destacó.
Escuela en el vivero La Botica. Foto: Hilda Percara
Un oficio con futuro
La propuesta de estudiar la jardinería profesional no solo apunta a formar jardineros y jardineras, sino también a revalorizar un oficio históricamente relegado. “Hoy hay mucha demanda por jardineros que entiendan de la materia, y no hablo de aquel que solo corta el pasto o poda, sino de quien toma decisiones, entiende el entorno y trabaja con criterio técnico”, subrayó Cabral.
En un contexto como el de Mendoza, donde el agua es un recurso escaso, entender de riego y adaptabilidad de especies se vuelve fundamental. "Acá no hay jardinería sin riego, pero, para regar bien, hay que comprender cómo funciona una planta, cuándo crece, qué necesita. No es simplemente tirar semillas y esperar. La idea aquí también es que los estudiantes sepan cómo regar, cuándo y cuánto. Luego, que se profesionalicen en distintas actividades", remarcó.
La escuela está pensada para personas mayores de 18 años con el primario completo. “No pedimos conocimientos previos, solo ganas de aprender y de trabajar con plantas”, dijo Cabral. Además, el cursado es flexible: los contenidos se replican en ambos turnos, y los alumnos y las alumnas pueden rotar si tienen algún imprevisto. Al finalizar los dos años, los y las estudiantes recibirán una certificación avalada por el municipio de Las Heras y, en el corto plazo, está prevista la habilitación como instituto formal ante la Dirección General de Escuelas.
Escuela en el vivero La Botica. Foto: Percara
Volver a conectar con la naturaleza
Más allá de la salida laboral, Martín destaca otro valor de esta formación: el reencuentro con lo natural. “Muchos de los estudiantes vienen de trabajos rutinarios, de oficinas, y ven en la jardinería una forma de reconectarse. No es solo plantar: es entender, cuidar, crear espacios vivos. Y eso, en lo personal, también transforma”. La escuela de jardinería en el vivero es, entonces, más que una propuesta educativa, es una apuesta para dignificar un oficio, para formar personas con sensibilidad ambiental y técnica.
La impulsora del proyecto es Hilda, propietaria de un vivero con más de 30 años de trayectoria en el rubro. “Hace unos 20 años comenzó a notarse la falta de mano de obra calificada. Me llaman todos los días para pedirme jardineros profesionales y no tengo a quién recomendarles”, contó.
La escuela comenzó a gestarse tras una experiencia que Hilda tuvo con cursos de seis meses en la provincia donde se daba lo básico. Fue así como, luego de años de preparación, el proyecto se concretó este 2025. Las clases comenzaron con 12 estudiantes por turno (mañana y tarde) y un plantel docente de especialistas. A Martín Cabral, actual adjunto de la cátedra de Paisajismo de la Facultad de Ciencias Agrarias, se suma Juan Ignacio de la Cruz, también ingeniero agrónomo y, desde este año, docente universitario de la UNCUYO.
A la escuela van personas de todas las edades, desde 20 hasta más de 60 años. Foto: Hilda Percara
Una de las fortalezas del proyecto es la diversidad del alumnado: “Tenemos desde jóvenes que recién terminan el secundario hasta personas mayores que quieren emprender o cambiar de rumbo”, señaló Hilda. Entre los estudiantes, hay futuros ingenieros, señoras mayores, profesionales, todos generan un espacio ideal para proyectar emprendimientos cooperativos en el rubro.
A pesar del entusiasmo, el proyecto aún enfrenta desafíos: “Nos faltarían algunos alumnos más para equilibrar los costos, pero los docentes se comprometieron a recuperar las clases y mantener la calidad”, aclaró Hilda. Aún hay cupos disponibles y la inscripción continuará abierta durante las próximas semanas.
Pasión por la jardinería
Alejandro Sánchez tiene 54 años y nunca trabajó en jardinería, pero siempre cuidó con esmero sus propios espacios verdes. Hoy se capacita en la escuela del vivero La Botica y destaca el valor simbólico, emocional y social del oficio.
"La jardinería es una carrera que aúna mucha pasión. Las personas que nos dedicamos a las plantas es porque realmente las amamos", contó. En su caso, fue jardinero aficionado durante años al cuidar su propio jardín y, cuando se enteró por redes sociales de la existencia de una formación profesional en su provincia, no lo dudó.
Alejandro señaló que uno de los aspectos más enriquecedores de esta experiencia ha sido el grupo humano con el que comparte las clases: "Hay equilibrio entre hombres y mujeres, de edades muy variadas, desde persona de 20 hasta de más de 60 años. Muchos tienen una conexión natural con las plantas que viene desde chicos, de sus abuelos o madres. Otros, simplemente, por gusto personal". Y agregó: "Encontrar personas con un interés genuino por el mundo natural, por las plantas y jardines, es una oportunidad maravillosa. Más allá del aprendizaje técnico, esto es también un espacio de disfrute, de intercambio y de comunidad".
Uno de los objetivos de la escuela de jardinería es justamente revalorizar el oficio . Como aclaró Alejandro, "la gente muchas veces piensa que ser jardinero es solo cortar el pasto, pero, en realidad, implica conocimientos estéticos, botánicos y ecológicos".
En sus palabras, cuidar un jardín "no es simplemente poner plantas, sino saber elegirlas, ubicarlas, entender sus necesidades, combinarlas y hacerlo de manera responsable con el ambiente. Por eso, muchas veces intentamos tener jardines y nos frustramos: se nos secan, se pudren, se enferman, porque no tenemos la formación adecuada". Alejandro también vinculó su decisión de estudiar jardinería con los cambios que trajo la pandemia: "Después de haber estado tanto tiempo encerrados, surgió una necesidad muy fuerte de vivir en el verde. La jardinería hoy tiene un valor subjetivo, emocional y simbólico muy profundo. Los jardines nos conectan con nuestras abuelas, con nuestros recuerdos, con lo que fuimos". Desde su mirada, el oficio de jardinero tiene una función mucho más amplia de lo que suele creerse: "Un jardín en una escuela, en un hospital, en una plaza, tiene un valor concreto y otro simbólico. Nos toca algo muy íntimo, muy propio".
Alejandro también reflexionó sobre el valor de la jardinería en espacios públicos, sobre todo en una provincia como Mendoza, históricamente conocida como “un oasis hecho por la mano del hombre” en medio del desierto. "Muchos espacios se han perdido con el avance del cemento. Eso es muy grave, porque quienes vivimos en departamentos necesitamos más que nunca espacios verdes comunes: parques, plazas, jardines públicos", afirmó. Por eso valora que la formación que está recibiendo incorpore una mirada moderna y ecológica: "Nos enseñan a pensar jardines que no requieran grandes cantidades de agua, que sean sostenibles, que cuiden el ambiente. Eso es clave para una provincia como la nuestra".
Vivero La Botica, espacio donde los estudiantes realizan sus prácticas. Foto: Instagram La Botica
Otro caso es el de Lucas Campos, de 34 años, vecino del Barrio Challao. Como muchos mendocinos y mendocinas, buscaba expandir sus conocimientos y abrir nuevas puertas laborales. Lo que no imaginaba era que esa búsqueda lo iba a llevar al mundo de la jardinería. Hoy, gracias a una capacitación municipal, no solo descubrió una nueva pasión, sino también una posible salida laboral.
"Me gusta la jardinería, pero en realidad me enteré de este curso porque vi un panfleto en uno de los kioscos. Ahí fue que me interesé", contó Lucas, con entusiasmo. "Quería ampliar un poco mis conocimientos. No lo tomé tanto como un trabajo desde el principio, sino como algo que quería aprender", recordó.
Lucas ya lleva tres clases en el curso de jardinería y, según relató, la experiencia ha sido muy positiva: "La clase de ayer fue la tercera. Ya nos dieron la unidad uno, nos explicaron varias cosas sobre cómo serán este año y el próximo. Las clases están buenas, son entretenidas". La propuesta formativa, impulsada por Hilda y Cabral, busca profesionalizar oficios tradicionalmente subestimados, como la jardinería. "Está muy bueno porque no hay muchos lugares donde te enseñen esto. En realidad, me parece que no hay ninguno", remarcó Lucas.
Consultado sobre la posibilidad de trabajar de forma profesional en este rubro, Lucas fue claro: "Hay salida, pero por ahí la gente no tiene tanto conocimiento o no sabe que esto se puede hacer de manera más técnica. Esta capacitación te abre la puerta a eso". Y, aunque su acercamiento fue más vocacional que laboral, no descarta que en el futuro pueda convertirse en una nueva fuente de ingresos. "Por ahora, lo hago para conocer, pero me parece excelente la iniciativa. Te deja bien parado para encarar algo a futuro", aseguró.
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