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26 DE DICIEMBRE DE 2024
Existen diferencias sustanciales: mientras los primeros tienden a ser más consumistas, a los segundos les preocupan más el medio ambiente y la sustentabilidad. Presentamos un informe desarrollado sobre las diferencias y desafíos que tienen.
Foto: diario La Nación
No cabe duda de que internet marco a varias generaciones. Los más jóvenes fueron quienes se adelantaron a este mundo que en su momento era completamente desconocido. Hoy, es poco probable que quienes viven en las grandes urbes se planteen la posibilidad de estar sin conexión a internet, ya que con los avances ligados a la globalización, esta situación implica un aislamiento a nivel mundial.
Las generaciones más jóvenes fueron las primeras que adoptaron esta tecnología y los llamados millennials son los herederos de este gran legado, pero hoy internet ya es parte de todos, en particular, de las generaciones que utilizan un smartphone. Ellos ya no usan el teléfono fijo, sino que primero buscan en la web y luego envían el mensaje a través de la red.
Primero llegaron los millennials y luego los centennials, esos jóvenes que no superan los 24 años y que desconocen lo que era ir a buscar empleo o un inmueble a través del viejo clasificado. Se trata de una generación que no concibe el mundo sin la tecnología y que seguramente encuentre complicado vivir sin ella, tanto como quienes no estaban acostumbrados a usarla y tuvieron que aprender, obligados por la coyuntura digital actual.
Juntos pero no revueltos: millennials y centennials
Son dos generaciones diferentes y similares entre sí. Cada una incluye un rango muy amplio de personas que no siempre se sienten identificadas con la identidad a la que se les quiere reducir.
Están por todas partes: en los trabajos, en los bares, en las instituciones de educación... Todos hablan de ellos, pero todavía se desconoce a ciencia cierta quiénes son o qué esperan de la vida. Tanto unos como otros están muy alejados de los convencionalismos que caracterizaban a sus padres y son todavía un grupo poblacional indescifrable para los diferentes sectores.
Para la mayoría de los estudiosos, los millennials o generación Y tienen entre 22 y 36 años. Nacieron entre 1981 y 1995 al calor del pasado siglo y las creencias más tradicionales, pero también fueron testigos del desarrollo y la consolidación de las nuevas tecnologías, que emplean como si fueran una extensión más de su cuerpo. Están incrustados entre lo viejo y lo nuevo.
Por otro lado, los de la generación Z, también conocidos como centennials, desplazarán a los primeros en unas décadas como principales impulsores del consumo. Llegaron al mundo a partir de 1997 con un smartphone o tablet debajo del brazo y con una exposición a la información y a la era digital jamás vista. Son menos idealistas y más pragmáticos que la generación antecesora, además de más pesimistas.
¿Qué quieren? ¿Qué buscan? ¿Cómo conciben la vida?
Marc Prensky, considerado el mayor entendido en tecnología y aprendizaje del mundo, acuñó los términos "inmigrantes digitales" y "nativos digitales" para definir a los millennials y los centennials respectivamente. Están llamados a ser la principal fuerza laboral y de consumo, pero todavía son un misterio para muchos sectores, el educativo entre ellos. En este sentido, Unidiversidad quiso entender cómo actúan, qué buscan, cómo entienden el mundo estas nuevas generaciones. Para ello, entrevistó a jóvenes mendocinos que expresaron sus ideas sobre el mundo que les tocó vivir.
¿Qué sabés y pensás de los millennials?
Manuela Flores es una joven centennial, estudiante secundaria de 17 años, activista de género y ecologista. “A nadie le gustan los millennials. Son vagos, egocéntricos y narcisistas. No levantan la vista de su móvil y ven la vida a través de un filtro de Instagram. Encima, se creen que lo merecen todo, pero no poseen absolutamente nada. Algunos todavía viven con sus padres... The me me me generation ('la generación del yo, yo, yo')".
“Son como Peter Pan, que no acaban de crecer porque la sociedad en la que viven no se lo permite: el mercado laboral es muy precario y no pueden empoderarse como individuos y formar una familia”, opinó. Añadió: “Creo que nos medimos por la búsqueda de la felicidad. No tenemos esa conciencia de hormiguita de guardar para mañana. Si puedo hacer un viaje en vacaciones, lo hago. No me planteo ahorrar para meterme en un hipoteca dentro de cuatro años”.
¿Qué sabés y pensás de los centennials?
“Son chicos raros. No ven televisión ni se informan por canales tradicionales. Son la primera generación nacida en un mundo que funciona a wifi, viven en la red. Lo bueno de ellos es que tienen un punto de vista social, plural, por lo que se los define como 'la generación del otro', algo que nuestra generación no tiene. Por ejemplo, mi amigo habla de lo malo que le hacemos al mundo, sustentan valores globales que nosotros no”, expresó Francisco Somoza, millennials de 28 años.
Liberación sexual
No hace mucho tiempo, el sexo era tabú. Para las abuelas, la menstruación, más que un paso hacia la edad adulta, era una señal de peligro. La virginidad era sagrada y su cuerpo, un santuario que debían proteger. ¿De qué? Tampoco lo tenían muy claro, pero los abuelos no se acercaban a sus novias hasta el matrimonio. Los métodos anticonceptivos eran mucho más rudimentarios y los preservativos los conseguían de contrabando. Por no hablar de que hasta 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideraba la homosexualidad una enfermedad mental. Por suerte, mucho han cambiado las cosas.
“Los millennials tenemos menos prejuicios a la hora de hablar del cuerpo. No solo estamos más informados. La moral católica que tenían las generaciones anteriores se va perdiendo. Ahora lo que se busca es disfrutar de tu cuerpo y hablar abiertamente de tu sexualidad”, explica Marta Giménez, de 28 años, médica. "Aunque la conversación sexual entre padres e hijos sigue resultando incómoda y las clases de educación sexual en los colegios todavía son una asignatura pendiente, los millennials no solo han naturalizado el sexo, también son mucho más abiertos. Han iniciado el camino hacia la normalización de aquellos colectivos que no se identifican con lo normativo".
Por otro lado, la generación Z es menos prejuiciosa. No hay nada que acepten menos que las formalidades y se complacen en transgredir todos los tabúes que se les pongan por delante. No aceptan los paradigmas de comportamiento ya establecidos de los géneros. Por lo tanto, ellas son las que toman la delantera en materia de seducción y rechazan limpiamente los planteos machistas.
“Nosotros, los centennials, desechamos sin más las calidades binarias de varón y mujer y escogemos identificaciones más flexibles, como la pansexualidad, que apunta a aquellos que sienten atracción pasional ajustada a las cualidades de la persona más que a su género o su sexo”, expresó Andrés Lucero. Además, Manuela Flores sumó: “Reivindicamos a los colectivos machacados por la sociedad de nuestros mayores: mujeres, homosexuales, negros...”.
Prejuicios culturales
Los millennials no necesitan prescriptores que les digan qué leer, ver o escuchar. Internet les ha dado acceso a toda la información (tanta, que conseguir su atención supone un reto) y, gracias a esta libertad, han forjado gustos tan heterogéneos que resultan incomprensibles a ojos de los más puristas. “Hemos tenido la oportunidad de beber de muchas fuentes diferentes y por eso nos da un poco igual juntar la telebasura con el cine de autor. Podemos disfrutar de Gran Hermano y ver una película de Bergman. Ahí está la cuestión: en la alta y baja cultura. Creo que somos la primera generación que no hacemos esa diferencia”, afirmó Marta Giménez.
“La generación Z somos muy conscientes de las tres erres de la ecología: reducir, reutilizar y reciclar. Somos más austeros, compramos menos ropa, no tenemos coche, somos más consciente de los alimentos que consumimos, aceptamos las diferencias que otros no aceptan, culturas diferentes, somos más inclusivos…”, enumera Andrés Lucero. Pero hay matices. "Creo que en general reciclamos, pensamos más en lo que comemos o en cómo se hace nuestra ropa... pero no somos estrictos. Las empresas y las marcas lo saben y, empeñados en llamar su atención, no hemos tardado en sumarnos a la fiebre eco. Sirva de ejemplo para quien nos tacha de perezosos: los centennials somos capaces de cambiar el mundo incluso cuando no nos implicamos al completo”.
Interés por la política
"Los millennials han matado la democracia, nosotros la hemos modificado", expresó Andrés. La realidad es que ellos no han dinamitado el sistema, simplemente han dejado de creer en él. ¿Las razones? El alto nivel de corrupción, las promesas rotas y un sentimiento de decepción respecto de los políticos.
“Ha cambiado la forma de relacionarnos con la política. Antes la gente se implicaba directamente en la política activa: a través de sindicatos, votaciones o militancia. Ahora llevamos la política a nuestra identidad. No nos identificamos con un partido porque no encontramos ninguno que nos represente, sino con una causa, como el feminismo o la lucha del colectivo LGTB”, afirma Andrés.
“En cambio, nosotros los centennials no solo nos indignamos en redes sociales a través de ingeniosas campañas. Utilizamos los hashtags para movilizarnos y no dudamos en salir a calle para participar en manifestaciones o huelgas. Somos conscientes de que es un mundo conflictivo y que vamos a tener que luchar para conseguir derechos, y para lograrlo estamos dispuestos a participar en movimientos ciudadanos o en protestas, pero no a afiliarnos a partidos políticos pues estamos desencantados con la política convencional".
Dinamitando los roles de género
“En cinco años, cuando los niños vayan al colegio llevando una falda, nadie les molestará. Pero las próximas generaciones pensarán que ciertas cosas son normales, aunque en mi época no lo eran. Las sociedades avanzan y los centennials son el reflejo de la evolución. Han tomado conciencia de temas sensibles como el machismo, el racismo, la homofobia o la apropiación cultural, y han decidido abanderar la causa. Qué importante es negarte a reproducir los estereotipos que han sido causa de opresión y sufrimiento hacia un colectivo determinado. Qué necesario es usar bien las palabras, sobre todo cuando han sido utilizadas para insultarnos", comentó Manuela Flores.
“Los millennials abrieron la veda a nuevas identidades, más allá de la clasificación binaria (y excluyente) entre hombre y mujer. Hemos normalizado etiquetas para que nadie se sienta marginado en su identidad sexual. Somos conscientes de que el género se ha utilizado como un factor de desigualdad, por eso muchos han empezado a utilizar el lenguaje neutro con la idea de que las palabras vayan perdiendo las connotaciones patriarcales establecidas”, concluyó Marta Giménez.
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