Milei, de Praga a Loan, del éxtasis al barro

Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.

Milei, de Praga a Loan, del éxtasis al barro

El presidente checo Petr Pavel le da la bienvenida a Javier Milei en el Castillo de Praga. Foto: Michal Kamaryt / CTK vía AP

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Publicado el 26 DE JUNIO DE 2024

Un nuevo viaje presidencial, otro más que muy poco sirvió para el país. Con una jefa de ayuntamiento como Díaz Ayuso no se enhebran intercambios económicos ni acuerdos diplomáticos. El primer ministro alemán finalmente recibió a Milei, previa degradación del nivel y tiempo otorgados a la reunión. De Praga nada se sabe, excepto esos intrascendentes premios que otorgan remotas organizaciones de la extrema derecha.

Mientras, aquí se tejen cuestiones pedestres, de las cuales el presidente parece desentenderse: su gobierno no tiene gestión –coherente en ello con la idea de destruir el Estado–, pero sí inacabables charlas de prensa con Majul o Jonathan Viale que ya no concitan interés. Es que el Presidente niega tener problemas mientras inaugura una insólita pelea con el Fondo Monetario, cuestionando abiertamente a su principal referente para Latinoamérica, el chileno Rodrigo Valdés. Milei lo tilda de “miembro del Foro de San Pablo” para intentar desacreditarlo y envía como emisario al Fondo –para discutir la cuestión– a un funcionario que fue miembro del gobierno anterior y partidario de las acciones que Valdés apoya (y que nuestro presidente rechaza).

Es que el Fondo declaró que la recesión será larga y que la reducción de la inflación quedará estancada. Encima, que se hace necesaria una devaluación que Caputo niega, mientras ve con desesperación que no le llegan los esperados dólares y que su suerte parece echada ante Wall Street.

La estampida de precios que implicaría una devaluación tiraría abajo el logro de la baja inflacionaria, prácticamente el único que –junto al superávit fiscal– puede exhibir un gobierno que ha llevado a índices desastrosos de caída de la producción, del consumo, de las jubilaciones y del salario. Ahora está cayendo el empleo: si se disparan los precios, junto a la suba abrupta de tarifas, la impopularidad del gobierno está asegurada.

Es que el discurso de que “hay un gran apoyo a Milei” ha entrado en crisis. No es que la TV oficialista no lo siga diciendo, y hasta también la opositora, siempre sorprendida de que el gobierno no haya caído el día anterior. Pero las encuestas no amañadas dicen que se está con el 45 % o algo menos de aprobación: y un consultor sobre consumos que fue al programa de Pagni mostró enorme subordinación ideológica al gobierno de derechas, pero no pudo evitar decir que “se ha entrado en una etapa de ansiedad”. La gente ya se cansó de esperar, no ve resultados en su cotidianidad y quiere que, de una vez, su vida mejore como lo prometió Milei en la campaña. Nada de eso está ocurriendo, ni parece que pudiera ocurrir en plazo previsible. Prometieron una V con rápida recuperación: tienen una L donde no se sale del pozo al cual se entró en diciembre. Porque es cierto que con el gobierno anterior se venía mal, pero ahora las posibilidades del consumo familiar son abruptamente menores y el panorama es claramente peor.

Mientras, el PRO se ha perdido y ya nadie puede encontrarlo. Macri quiere recuperarlo, pero es como lograr la cuadratura del círculo. ¿Cómo apoyar todo lo que hace el gobierno y, a la vez, diferenciarse? ¿Cómo hacer de servidores de Milei y querer, al mismo tiempo, que la población los capte como alternativa? El PRO no tiene espacio propio: es solo un apéndice del gobierno libertario, y como tal fue barrido en las elecciones de Río Cuarto, donde Luis Juez y su candidato no llegaron al 2 % de los votos (por cierto, De Loredo fue también arrasado en una provincia donde la UCR supo ser hegemónica: el radicalismo puede correr una suerte similar al PRO).

Bullrich echa a su número 2 porque este es de Ritondo, que está con Macri. No solo lo expulsa: lo acusa de corrupción. Es obvio que la veleidosa exintegrante del peronismo revolucionario y actual numen de la represión a las protestas hoy es parte del gobierno, no del PRO. Si se recuerda, JxC tuvo como candidatos a Bullrich-Petri: toda la fórmula fue tragada por el gobierno. Este tiene problemas, pero no el de una competencia en el espacio de la derecha: los demás partidos son un opaco club de aplaudidores.

Mientras, el caso Loan despierta un ruidoso seguimiento en la prensa, cuyo protagonismo llama la atención. Lo sucedido es grave, pero el foco mediático es extremo: no se veía algo así desde los tiempos en que Rodrigo Bueno estaba en 4 canales de TV a la vez. Quizá influyeron los fines de semana largos sin noticias políticas y con poca gente turisteando por efecto de la recesión rampante.

Bullrich demoró ahora en reaccionar y apareció con un publicitado viaje a Paraguay, que se supo que ya tenía programado antes: no viajaba a buscar a Loan. Que en el caso han participado figuras del poder local es evidente: si bien es un nivel municipal y doméstico, el comisario y una (ahora ex) funcionaria estarían implicados. La población intuye cierta participación política en el asunto, donde otro de los detenidos es un exmilitar de la Armada.

No se sabe cuál ha sido la finalidad de lo que se supone un secuestro. El caso no remite al perfil de trata laboral, trata sexual o venta de niños, aunque pudiera ser cualquiera de esos casos. Ello lleva a pensar en la posibilidad de venta de órganos como otra de las opciones.

Ser topo en el Estado para destruirlo, como propone Milei, trae sus problemas. Por ejemplo, haber desmantelado las oficinas que se encargan de la trata, cuya falta se advierte ahora. Fue una mala decisión. Y no hablemos de las incontinencias verbales: el hoy presidente propuso en una ocasión vender infantes, en otra hizo una extraña alusión a “niños envaselinados” y también valoró largamente la venta de órganos. Esas no son declaraciones que, a la hora de la desesperada búsqueda de Loan, favorezcan el clima de confianza en las instituciones que se hace imprescindible.

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