Miguel San Martín: un argentino en el suelo de Marte

Este ingeniero rionegrino, a cargo del guiado, navegación y control de naves espaciales del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, visitó el Instituto Balseiro. En esta entrevista, cuenta cómo es la experiencia de inspeccionar el “planeta rojo” desde la Tierra.

Miguel San Martín: un argentino en el suelo de Marte

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Publicado el 16 DE NOVIEMBRE DE 2022

Miguel San Martín nació en Río Negro hace 63 años y podría decirse que es el argentino que más cerca ha llegado a Marte. Es que, por su trabajo en la NASA, ha participado en todas las misiones exitosas que enviaron robots rover para obtener muestras del suelo e información científica sobre los secretos “marcianos”.

“Perserverancia” es uno de los robots de la Tierra que están en Marte. Es también uno de los que, como otros tantos, regresará “sin un rasguño” gracias a la tarea –en parte– de Miguel, que se desempeña como jefe de Ingeniería para el Guiado, Navegación y Control de naves espaciales del JPL (siglas en inglés de Laboratorio de Propulsión a Chorro) de la agencia espacial estadounidense NASA.

Apenas egresó del colegio industrial Pío Nono de Villa Regina, Río Negro, Miguel viajó a EE.UU., donde se recibió de ingeniero electrónico en la Syracuse University y de magíster en Ingeniería Aeronáutica y Astronáutica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).

¿Cómo es trabajar en el JPL?

En cierto modo, es un ambiente que les resultaría familiar a ustedes porque es académico. La NASA está organizada en diferentes centros geográficamente distribuidos: el Johnson Space Center en Houston, el Kennedy Space Center en Florida y varios más. El JPL está en Pasadena, Los Ángeles, pero es distinto al resto de los centros. La NASA tiene un contrato con la Universidad de Caltech para operar el JPL. Entonces tenemos una conexión con el mundo académico que hace que uno se sienta un poco más como en una universidad. Los estudiantes del Balseiro se sentirían muy cómodos porque es ese estilo.

Trabajás hace más de 30 años allí. ¿Cómo llegaste al JPL?

Puedo decir que empezó bajo los cielos patagónicos de Villa Regina, cuando, de chico, ya tenía pasión por la Ingeniería. Íbamos a la tranquera, donde se veía un cielo hermoso y mi padre me enseñaba las estrellas. Él era ingeniero civil, así que, para hacer caminos en la Patagonia, se tenía que guiar por estrellas. No existía el GPS en aquella época, así que conocía las constelaciones. Esa fue mi primera entrada a amar el cielo, el universo. Después vino el proyecto Apolo, y luego, el proyecto Viking. Yo estaba de vacaciones de invierno en Villa Regina cuando el Viking aterrizó. Esa mañana fui al kiosquito y el diario Río Negro tenía la foto de la patita de la sonda en la superficie de Marte. Ahí me dije: “Esto es lo que yo quiero hacer”. El próximo paso fue preguntarme cómo, y mi padre sugirió: “Andá a hacer la universidad…”. (N. de la R.: a los EE. UU.).

¿Tenías chances de ir allá? ¿Tenías familia en Estados Unidos?

No tenía nada, y mi inglés era bastante precario. Sabía todo lo que te enseñan en el colegio, pero no podía hablar, ni mucho menos escuchar. Había ido al colegio técnico Pío Nono y me sentía muy bien preparado en matemática, física, electrónica, pero tenía el inglés con muchos problemas. Por suerte, mi padre me podía costear los estudios. Así que terminé el secundario en diciembre y en enero partí a EE.UU., sin un plan concreto, a buscarle la vuelta. Logré que me aceptaran en Syracuse University. Después pude postilarme a varias universidades y me aceptaron en el MIT, en Stanford y Carnegie Mellon.

¿Por qué elegiste el MIT?

Porque ahí habían desarrollado el sistema de guiado, navegación y control para Apolo. Quería estudiar con esos profesores que habían participado de Apolo. Una vez que te graduás de una universidad como el MIT, los centros de la NASA e incluso las industrias privadas van a buscar estudiantes. Así que, como se presentó JPL, me puse el traje con corbata. Nadie usa traje con corbata en JPL, pero yo no sabía (risas). Me entrevistaron, me pagaron un viaje en avión, me hicieron otra entrevista y me ofrecieron un trabajo. Es el único trabajo que he tenido.

¿Cómo es trabajar de ingeniero de robots que van a Marte?

A veces cuesta. Como en toda actividad humana, hay momentos de grandes frustraciones porque todas estas aventuras están hechas por seres humanos. Nunca estamos todos de acuerdo en todo. Siempre hay dificultades, problemas de presupuesto. De vez en cuando, cuando estamos con el alma un poco en el piso, tenemos que decir: “Recordemos que estamos trabajando en poner una sonda en la superficie de Marte. Pretty cool”. Entonces, eso nos vuelve a recargar las baterías.

En una nota comentaste que todo el mundo se preocupa por ir a Marte, pero que primero hay que regresar a la Luna. ¿Cómo pensás que serán los próximos años con respecto a los viajes tripulados?

En primer lugar, sí, hay una tensión, y no estamos todos de acuerdo en cuanto el valor de los vuelos tripulados. Muchos piensan que las misiones robóticas son todo lo que deberíamos hacer. No estoy de acuerdo con eso. Me parece que una combinación de ambos es importante, porque el ser humano tiene el deseo de ir en forma personal a explorar diferentes mundos. Primero este mundo, y ahora, otros mundos. Tal vez no se puede explicar por qué, pero es una tendencia que nos ha redituado en la vida. Es un instinto humano fundamental y tiene que ser parte también de explorar otros mundos.

¿Y esto de ir a la Luna o a Marte?

Claro, la Luna fue fácil relativamente, comparado con Marte. El problema es que aquellos que quieren ir a Marte derecho, sin pasar por la Luna (porque son fanáticos de Marte y dicen “Ya hicimos la Luna”), al final hacen que terminemos con nada, porque es un salto demasiado grande. Así que finalmente en la NASA hay un consenso importante, porque involucra a los políticos, que son quienes ponen los recursos, de que hay que ir primero a la Luna y aprender a vivir de los elementos de la Luna. Porque en la Luna quizás no necesitás tanto, pero para Marte, lo vamos a necesitar.

Entonces la Luna es más que importante…

La Luna sería un lugar para probar cómo podemos hacer combustibles de los materiales de los elementos que ya están ahí. Y construir una infraestructura para ir a la Luna con la que después sea más fácil hacer el puente a Marte. Hay una oficina dentro de la NASA para asegurarnos de que esto no sean simplemente palabras, que se llama Moon to Mars. Así que ya hay un grupo asegurándose de que todas las actividades de la Luna que se están haciendo tengan una proyección hacia Marte, a pesar de que el objetivo inmediato es la Luna y no Marte.

La gran diferencia con respecto al programa Apolo es que ahora el sector privado también está apoyando fuertemente...

Exactamente. Es algo sutil porque, aún en el proyecto Apolo, la NASA trabajaba con la industria privada. Se hacían licitaciones, pero el diseño era de la NASA. Es decir, la licitación era para construir la arquitectura elegida por la NASA. Si costaba más el gobierno le daba más plata a las compañías. Ahora la modalidad es distinta. Eso funcionó: se fueron a la Luna, todo perfecto. Incluso es la misma modalidad que están implementando ahora para construir este cohete, que es tipo Saturno 5, el Space Long System (SLS). Orion, que es una cápsula, también está construida de la vieja manera. Eso simplemente te pone astronautas en órbita de la Luna. Para transportarnos a la Luna y traerlos de vuelta a la órbita, la NASA hizo una licitación para un servicio. Así que la NASA no dice que quiere que construyan una nave espacial, sino que dice: “Yo quiero pagar tanto por un viaje a la Luna ida y vuelta”. Pagan el servicio y la compañía privada es dueña del hardware.

Un taxi…

Ellos diseñan el taxi, lo operan y ponen su plata también, lo que es importante porque tienen participación, y si les va mal, ellos también, digamos, pierden plata. La NASA les dice que busquen también a otros clientes porque les conviene que ellos vendan esos servicios, por ejemplo, a otros países, o el turismo espacial, por ejemplo. Porque eso hace que las compañías privadas sean más saludables y puedan bajar los costos para la NASA. 

¿Se viene una nueva era de viajes al espacio?

Yo creo que sí, porque los costos están bajando y porque hay nuevas compañías, como SpaceX, y ahora está Blue Origins, que es de Bezos, desarrollando nuevas tecnologías. Por ejemplo, SpaceX utiliza cohetes reusables y ha bajado los costos en forma dramática. A medida que bajen los costos, habrá más oportunidades. 

En este programa, que se basa en décadas de esfuerzo, ¿cómo ves la posible participación de países como Argentina, de sus empresas y profesionales?

En primer lugar, Conae e Invap ya son parte de ese mundo, con las misiones científicas en las que la NASA participa. Espero que haya más de eso porque realmente demuestra la capacidad de la Argentina para hacer esos proyectos. Y después está también la parte del newspace, como se le llama, con compañías como Satellogic, que forman parte de esta nueva manera de encarar el problema totalmente distinta, con costos mucho más bajos y con gran éxito. Hoy en día, estas compañías pueden salir de muchos lugares; no es solo EE.UU., Europa, Rusia o China. Para la gente joven, estamos viendo una época excelente de oportunidades. Si fuera joven ahora. tendría otras oportunidades. No tendría que dejar el país como tuve que hacerlo.

 

Ciencia y humor: la experiencia nerd cool en The Big Bang Theory

Por su trabajo en la NASA, Miguel San Martín pudo estar en el set de filmación de la famosa serie que desde la visión nerd logró conquistar a millones de televidentes.

"Nos invitaron, fue muy divertido. Presenciamos una filmación, que es muy interesante porque es todo muy técnico. Está muy bien pensado", cuenta Miguel, al tiempo que reivindica la participación "nerd" de la serie. "Esa serie hizo que los 'nerds' fueran 'cool'. Hubo una época en la que no era así. Hoy en día, ser 'nerd' es 'cool', y esa serie tuvo mucho que ver con eso. Es bueno porque antes, el 'tragalibros', al que le gustaba estudiar, no estaba bien considerado en la sociedad, no era alguien que se celebraba tanto en la sociedad, lamentablemente".

Es lindo, además, porque Penny, que es el personaje que “no sabe” de ciencia, va interactuando y se van compartiendo un montón de cosas de los dos mundos…

Claro, exactamente. Se necesitan ambos.

¿Viajarías a la Luna?

En el Starship de SpaceX que se está construyendo, sí, porque va a ser muy cómodo. Pero en las cápsulas de Apolo, creo que no podría, honestamente. Iría más como un turista espacial

¿Y a Marte?

A Marte, mucho menos. A mí me apasiona diseñar las máquinas que utilizarían ellos para ir a Marte. Eso es lo que me apasiona. El viaje en sí mismo no es lo que me llamaba la atención. Lo que me llamaba la atención era diseñar un aparato que pudiera hacer esas cosas, que automáticamente se pudiera guiar en el espacio. Yo tenía lanchas a control remoto y siempre me parecía una cosa rara que uno pudiera guiar algo a distancia…

¿En qué estás trabajando ahora?

El vehículo “Perseverancia” está ahora en Marte tomando muestras y encapsulándolas para traerlas a la Tierra. Estamos trabajando en la misión que las va a traer a la Tierra, se llama Mars Sample Return. Son varias misiones en una, porque tiene varios componentes.

Es histórico porque es la primera vez que se van a traer muestras de Marte…

Sí, esa es la última misión. Ya me puedo sentir contento, colgar los botines y listo…

 

La nota completa en video se puede reproducir aquí.

Fuente: Laura García Oviedo para Prensa Migración de Ideas – Fundación Balseiro

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