Columna de política internacional con Augusto Grilli Fox
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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
¿Dónde y cómo estamos parados como Mercosur en el sistema mundial?¿Cuál es la mejor estrategia a seguir? ¿Planteamos una estrategia de regionalización o como estrategia de globalización? ¿Cómo superar un discurso ideológico insustancial que nos frenta a un dilema: unidad (integración) vs. fragmentación (dispersión).
El Mercosur fue creado el 26 de marzo de 1991 con la firma del Tratado de Asunción por parte de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay. En fases posteriores, el Mercosur incorporó a Venezuela y a Bolivia: el primer país está actualmente suspendido del bloque y el segundo, en proceso de adhesión. A su vez, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Guyana y Surinam integran el bloque como “Estados asociados” y México y Nueva Zelanda son "Estados observadores".
Está basado en una Carta Democrática que no permite la pertenencia al bloque de países no democráticos. Estableció una zona de libre comercio y acuerdos de arancel común, así como diversos mecanismos de complementación productiva y de integración económica, social y cultural, incluyendo la libre circulación de los ciudadanos del bloque.
En cuanto a dónde estamos parados como Mercosur, hay que aclarar previamente que es evidente la transferencia de poder de Occidente a Oriente, que se está realizando a un ritmo acelerado y el contexto en que tienen lugar los retos internacionales pronto cambiará notablemente, así como los retos mismos.
Muchos en Occidente ya son conscientes de la creciente fortaleza de Asia. Sin embargo, el hecho de que sean conscientes no quiere decir que estén preparados. Y ahí está el peligro: que los países occidentales repitan sus errores del pasado. Es decir, lo que está en juego en Asia es de enormes proporciones y exigirá de Occidente toda su capacidad de adaptación.
Entonces, la propuesta que nos trae este nuevo eje asiático de economía mundial es un acercamiento a la región y a su sistema, a través de una transferencia de datos e intereses, fundamentales para las políticas de intercambio comercial, estructural, cultural, entre otras.
Nuestro problema es que todos estos cambios no encajan con el fundamento del Mercosur ya que van con una velocidad mucho más rápida que nuestros procesos internos de desarrollo.
Esta transición, viéndola desde una perspectiva evolucionista, producirá rupturas y continuidades. Considerando la primera, habrá una posible pérdida de hegemonía, un ya visible y obvio cambio del eje de poder, y un factible debilitamiento de la ONU como bloque global. Suponiendo que esto suceda, se darán como consecuencias positivas las continuidades, por ejemplo, la inclusión de temas de política internacional. Toda esta agitación traerá aparejada la reconfiguración de un nuevo orden.
Aquí es donde debe dejar de reconocerse al Mercosur como un sistema subregional, ya que este criterio organiza a la entidad desde una postura descentralizadora, dispersiva y fragmentaria para convertirlo en uno que sea regional e intrarregional, desde una posición más de unidad, universal, mundializada y globalizada.
De este modo, tomamos al Mercosur como herramienta para que funcione como un instrumento de articulador de intereses nacionales y regionales. Ahora, ¿cuáles son los factores que hacen que los procesos de integración en América Latina no terminen de afianzarse?
- Antigua concepción del concepto de soberanía fundado en la definición de Bodin que actualmente ha sido modificada por los procesos de transformación, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Hay verdadera cesión de soberanía en el Mercosur?
- Déficit institucional del Mercosur derivado de una ausencia de supranacionalidad (como lo es en la UE), lo que se traduce en un “bajo nivel de compromiso con la integración”.
- Falta de preparación y profesionalismo en las autoridades que nos representan en el Parlamento, lo que deviene en la conversión de un espacio de resolución de problemáticas de derecho interno de los países parte.
- Falta de apego a la ley como consecuencia de la antigua concepción de soberanía los Estados parte.
Veamos algunos aspectos jurídicos-institucionales del Mercosur
Particularmente, uno de los tantos aspectos que hacen al Mercosur es el relativo a la Administración y al Gobierno del Mercosur. Este órgano debe ser revisado para darle un perfil más institucional y poderoso. Por esto, es que el Mercosur es entendido como una unión aduanera imperfecta, donde su estructura es inverosímil y desequilibrada y para esto propongo una sustitución del Protocolo de Ouro Preto por el Protocolo de Olivos, el que crea un Tribunal de Revisión Permanente (TRP), exclusivo para el Mercosur y la solución de cuestiones que le competen.
En la actualidad, el Mercosur cuenta con instituciones propias dotadas de poderes normativos, pero integradas prácticamente todas ellas con representantes gubernamentales, que obedecen a una estructura fuertemente jerarquizada que funciona por consenso, sin excepciones.
Por otro lado, la intergubernamentalidad imperante en el Bloque, considerado como otro aspecto, se impone como un desafío estratégico a partir de la integración, ya que dentro de los ámbitos se atienden y debaten intereses de cada uno de los estados parte, y no se generan los instrumentos necesarios para lograr los objetivos comunes propuestos por los estados.
Este concepto de intergubernamentabilidad se opone al de supranacionalidad entendiéndoselo como ese sistema político en el cual determinados Estados ceden parte de sus atribuciones de gobierno a organismos internacionales que afectan a más de una nación.
Luego de una mirada general acerca de los aspectos jurídico-institucional y jurisdiccional del Mercosur se considera la necesidad de repensar estratégicamente la estructura jurídico institucional vigente en el marco de un desarrollo sostenido del proceso de integración, hoy francamente debilitado, convirtiéndose en causa motivadora de su avance.
En tal sentido, resulta indudable para la consolidación del Mercosur la conformación de un cuerpo institucional que no haga descansar su funcionamiento en un pleno sometimiento a la voluntad de los gobiernos de los Estados miembros, conforme a patrones familiares al Derecho Internacional.
Con un sentido positivo, a pesar de sus estancamientos e incluso retrocesos, entiendo que no debe causar desaliento la comprobación de que el avance hacia la integración no se realice en una línea continua de progreso, al contrario, debe funcionar como motor incipiente y paulatino para no dejar de trabajar y realizar las reformas necesarias para reactivar su correcto funcionamiento.
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