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Así opinó Pablo Salvador, docente universitario de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la UNCUYO. Dijo que a los jóvenes les cuesta más insertarse en el mundo del trabajo, donde la exigencia cada vez toma mayor complejidad.
Los jóvenes y las mujeres son los más precarizados en los trabajos que realizan. Imagen ilustrativa publicada en periodicodelbiencomun.com.
Facultad de Ciencias Económicas
Walter Vásquez y Andrea Antúnez, becarios de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCUYO
Publicado el 01 DE JUNIO DE 2017
La economía de nuestro país está intentado retomar el vuelo triunfal que alguna vez tuvo. Mientras tanto, a los jóvenes –presente y futuro de la sociedad– cada vez se les dificulta más el ingreso al mundo laboral. Para Pablo Salvador, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCUYO, es vital una pronta reactivación de la economía que permita mayores posibilidades de trabajo y, también, mejores condiciones laborales.
“El mercado laboral está complicado para todos, pero principalmente para los jóvenes”, aseguró el especialista. El problema no es sólo regional o nacional, sino también mundial. “Si analizás la tasa de desempleo de distintos países y luego la dividís según los grupos de edades, te vas a dar cuenta de que los jóvenes entre 18 y 24 años son los más afectados por el desempleo, que triplican la tasa que hay en Argentina. La forma de solucionar esto es que la economía crezca. Si la economía empieza a crecer, va a traccionar sobre el empleo, y es importante que el empleo que se cree sea formal, decente y genuino”, agregó.
Ante la falta de oportunidades, asoma por el horizonte la precarización laboral. Históricamente, el gran propulsor de esto es el trabajo textil, que siempre presenta condiciones insalubres para cualquier ser humano. Para no ir tan lejos, Mendoza suele ser noticia por allanamientos a lugares que cuentan con estos hábitos, por ejemplo, las chacras o viñedos en época de cosecha.
Ante esto, Salvador expresó que, en el mercado laboral, los más perjudicados son siempre los jóvenes y las mujeres, ya que son los grupos a los que se les hace más difícil encontrar trabajo o están en desventaja a nivel salarial.
“Ya sea porque tienen menos experiencia o porque no están calificados. También entra en juego el tema de la discriminación en el caso de las mujeres. Por eso es importante que el país crezca. Si crece, esa locomotora del crecimiento engancha al vagón del empleo, y si el empleo sube, sube para todos los grupos y aquellos que están en negro pasan a estar en blanco. Pero sin crecimiento, eso no se da”, manifestó el referente.
El empleo no registrado –conocido como empleo en negro– va de la mano con el desfasaje económico cotidiano, según entiende el profesor de la UNCUYO. Agregó que el problema es que, si a una empresa no le cierran los números, esta no va a tener la iniciativa de poner en blanco al empleado. Así, aquel que necesite trabajo, cualquiera sea su clase social o formación, tenderá a aceptar ese puesto laboral porque no tendrá otra opción, especialmente si quiere trabajar. Dio el ejemplo de las pasantías, que representan una forma de trabajo precario. "El empleador no paga aportes y a los seis meses te cambia. Pero en el caso de los estudiantes está bueno, porque pueden ir adquiriendo experiencia”, aseguró.
La educación, otro obstáculo para la inserción
El factor educación también incide directamente en el continuo incremento del desempleo. La falta de capacitación pone palos en la rueda de aquel que busca trabajo, debido a que los grados de tecnificación y especialización son requeridos con mayor frecuencia por parte de los empleadores y es esencial tener una educación continua y permanente.
En un mundo totalmente globalizado, los establecimientos educativos secundarios no guían a los estudiantes al momento de elegir qué carrera estudiar. Los jóvenes, sumergidos en la atmósfera tecnológica, tampoco colaboran en la decisión.
El temor por quedar aislado y no estudiar con un amigo, sumado a las condiciones económicas de cada grupo familiar (hay casos en los que los estudiantes no tienen la posibilidad de elegir en el abanico formativo porque el elevado costo de las universidades privadas se lo niegan), perjudica la elección de los jóvenes. Dichas falencias se desencadenan en un mal comienzo de la vida universitaria, donde los primeros pasos tienen que ser precisos para lograr un perfil laboral óptimo.
Cuando se aproxima el fin de la formación pertinente, la universidad le brinda al futuro profesional las herramientas necesarias para adquirir experiencia laboral requerida. Las prácticas preprofesionales (obligación curricular) y las pasantías (regidas por la Ley 26427) actúan como catapulta hacia una inserción laboral segura.
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