Mendoza y el laboratorio público número 40
La red nacional de laboratorios del sector público argentino ya tiene 39
establecimientos en los que el Estado en sus distintos niveles prepara
desde vacunas e insumos médicos a
soluciones parenterales, cremas dermatológicas y medicamentos. Están
ubicados en doce provincias y en la Ciudad de Buenos Aires. La red fue
impulsada durante el ministerio de Graciela Ocaña, cuando el Plan Remediar
–que provee medicamentos para 14 millones de argentinos– pasó a comprar
fármacos en laboratorios públicos: por entonces el de Santa Fe proveyó el
antibiótico Cefalexina y el de Formosa aspirinas para niños. Otros
comenzaron a producir vacunas para los programas nacionales de
inmunización, como la
antituberculosa, contra la difteria y el tétanos, la vacuna antisarampionosa
y la antipoliomielítica oral.
En Mendoza la iniciativa que se intentó en San Rafael hace nueve años aún
permanece semicongelada y a mitad de camino. Hay un edificio construido,
pero nada de equipamiento y no se está gestionando la autorización ante el
ANMAT. Si esto se reactivara, en Mendoza podría funcionar el laboratorio
número 40. Nada hay, por el momento, que muestre una eventual reactivación
cercana. Sí, se realizan preparaciones magistrales en
los laboratorios de los Hospitales Lagomaggiore, Notti y Central.
El pasado
miércoles 29 de junio el Congreso de la Nación aprobó la ley sobre
producción pública de medicamentos, lo que genera un marco favorable para
una reactivación de las experiencias e intentos locales. El tema se verá
reflejado en un próximo
artículo de Cicunc Contenidos en la revista NUGráfica de la UNCuyo, a
cargo de Verónica Gordillo.
En Latinoamérica Brasil, Cuba y México han hecho inversiones muy
importantes en instalaciones y han ampliado la capacidad de producción de
sus laboratorios públicos.
Publicaciones especializadas señalan que en general "los laboratorios
productores de
vacunas
tienen al gobierno como único cliente y ello tiene ventajas e
inconvenientes. Por un lado el mercado cautivo asegura la colocación de la
producción, pero por otro el laboratorio queda sujeto a los sistemas de
transferencia de recursos financieros del gobierno central, con sus
reconocidas limitaciones e imprevistos".
En Mendoza no faltan ni los
profesionales que rechazan la idea de que el Estado participe en esta
actividad ni quienes la propician. Todos subrayan la
necesidad de mantener modernizadas las instalaciones, de
estandarizar la aplicación de buenas prácticas de manufactura y de
trabajar con sistemas
de control de calidad. También hacen hincapié en que "la tendencia a un
claro dominio tecnológico por parte de los laboratorios
privados tiene sus desventajas, ya que el criterio que estos utilizan para
decidir el futuro de un nuevo producto es su rendimiento monetario. Y
puede ocurrir que un producto patentado y de eficacia comprobada no se
lance al mercado por cuestiones de estrategia comercial, lo que genera
situaciones extremas en las que el interés comercial se contrapone al
interés general de la sociedad".
Está claro que se hace necesario reducir los costos por remedio que el
Estado invierte en
medicamentos(buena parte de cuyos precios son generosos márgenes de
ganancia privada) como una contribución al mejor acceso social a la salud.
Baste decir que el sector público mendocino está gastando actualamente
entre 16 y 20
millones de pesos anuales en remedios, únicamente en el subector
centralizado ya que esta cifra no incluye a los grandes
hospitales como el Notti, Central y Lagomaggiore.
"Algunas vacunas, como la antihepatitis B, la triple viral
y la antirrábica de cultivo celular, que fueron desarrolladas hace más de
15 años por laboratorios privados no se han podido incorporar plenamente a
los programas habituales de inmunización por su alto precio", destaca la
Revista Panamericaa de la Salud para nuestro sbcontinente. Y subraya que
"para permanecer viable tecnológicamente, el laboratorio público debe
organizar un área fuerte de
investigación y desarrollo" pronunciándose en favor de que "el componente
tecnológico sea la base de su fortaleza". También se hacen observaciones
sobre la definición de la escala de producción de dichos laboratorios. Y
-en favor de su sustentación en el tiempo- concluye aconsejando la
necesidad de "perfeccionar sus gestiones administrativa, tecnológica y
económica".