Qué podemos decir que no se haya dicho antes de este emblema del fútbol mendocino o patrimonio de la provincia, porque los grandes jugadores transcienden cualquier camiseta.

El mítico ex futbolista de la tierra del sol y del buen vino brilló en las décadas del 50, 60 y 70, donde deleitó a todos por su manera de jugar con esa zurda excepcional y el propio Víctor se catalogó alguna vez como “una máquina de tirar caños” además de regalarle infinidades de alegrías a todo el pueblo mensana.

Pero en el año 1973 vistió los colores del rival de toda la vida del Blanquinegro, nada más ni nada menos que en Independiente Rivadavia, aunque ese fue el único año que jugó con la casaca de la Lepra porque su amor por Gimnasia lo volvió a cruzar una vez más en su carrera y esta vez era para despedirse frente a toda esa gente que cada fin de semana coreaba su nombre.

En el club de sus amores jugó en cinco etapas diferentes desde su primera vez en 1953, con tan solo 17 años, hasta su último período en 1974. Como dato curioso el mendocino, conocido por una excelente pegada, tiene un récord quizás desconocido, ya que es el jugador con más goles olímpicos, con un total de doce. También, registra un total de 66 tantos de tiro libre.

Aparte de ser un extraordinario jugador, su fidelidad por la gente de Gimnasia no se negocia por nada en el mundo, porque el propio Legrotaglie descartó varias ofertas de importantes clubes de la Argentina como River y Boca. También rechazó ofrecimientos de Real Madrid e Inter de Italia porque el Víctor dijo alguna vez “el cariño de la gente de Gimnasia no lo cambio por nada”.

Sin dudas que Legrotaglie y el Lobo mendocino comparten una pasión que los une y los va a unir de por vida. Hoy toda Mendoza está de fiesta, el gran Víctor celebra su aniversario número 83, el mejor jugador en la historia del fútbol mendocino.