Mejoró el acceso a la educación superior de jóvenes de 18 a 24 años

Fue una de las conclusiones de un informe del Observatorio de la Deuda Social, que analizó el período 2010-2023. Los factores socioeconómicos y el nivel educativo de la familia son determinantes tanto para la probabilidad de ingreso como para la terminalidad.

Mejoró el acceso a la educación superior de jóvenes de 18 a 24 años

Las mujeres mostraron mejores resultados en acceso y terminalidad educativa en ambos niveles. Foto: Unidiversidad

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Publicado el 19 DE JUNIO DE 2024

El acceso a la educación superior de jóvenes de 18 a 24 años registró un avance en el período 2010-2023, según un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). Además, se determinó que, cuanto menor es el ingreso monetario y el nivel educativo de la jefa y o jefe de hogar y cuanto más aumenta el riesgo de pobreza o indigencia o la carga o responsabilidad familiar de ese estudiante, mayores son las probabilidades de no ingresar ni finalizar estudios superiores.

El informe, titulado "Jóvenes universitarios. Diferencias en el acceso a los estudios universitarios según características personales y regionales. 2010-2023", se realizó con base en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). La misma nuclea datos de los conglomerados urbanos del país (como el Gran Mendoza), que, para 2023, incluyeron a 76.213 personas y 26.286 hogares.

El grupo de trabajo, integrado por Eduardo Donza, María Rosa Cicciari y Rodrigo Jara Álvarez y coordinado por Agustín Salvia, buscó responder tres preguntas: ¿quiénes son los y las jóvenes que logran finalizar el secundario?; ¿quiénes están en condiciones de participar en el nivel de educación superior, pero no lo logran o no optan por ello?, y ¿quiénes logran acceder y, eventualmente, finalizar en el nivel superior?

Una gran cantidad de jóvenes se acercó a la Expo Educativa 2024 para conocer las oportunidades de estudio. Foto: Unidiversidad

Las conclusiones

En cuanto a la primera pregunta, el estudio mostró una caída sistemática del porcentaje de jóvenes que no concluye el nivel secundario, que se redujo del 46,5 % al 32,7 %. Sin embargo, al mismo tiempo aumentó la cantidad de quienes -habiendo terminado la educación media- no continuaron o abandonaron estudios superiores.

“Con esta información, no es posible establecer si esto se debe a una oferta carente de motivación o formación en condiciones de ingresar a estudios terciarios o universitarios, o constituye una barrera externa que impide que dicha población acceda a los mismos, o, incluso, que pueda estar motivado para hacerlo” se explicitó en el trabajo.

En cuanto al nivel universitario y terciario, la investigación destacó la elevada tasa de participación en estudios superiores de la cohorte de 18 a 24 años, en comparación con las anteriores. El 40,9 % de ese grupo pasó por este nivel: el 2,9 % ingresó y abandonó, el 35,2 % continúa con sus estudios y el 2,8 % finalizó con éxito. En cuanto a la finalización de esta etapa, el grupo de investigación realizó un ejercicio estadístico y determinó la probabilidad de que 1 de cada 4 o 5 jóvenes de la cohorte de 18 a 24 años no logrará finalizar sus estudios.

El perfil del estudiantado

En cuanto al perfil de estudiantes, las mujeres lograron mejores resultados que los varones, en tanto fueron proporcionalmente menos quienes no terminaron el nivel secundario (el 27 % de las mujeres y el 37,9 % de los varones). Asimismo, actualmente son mayoría entre quienes cursan niveles superiores –terciario y universitario– (el 41,6 % de las mujeres y el 29,4 % de los varones).

La misma tendencia se mantuvo cuando analizaron la finalización de estudios superiores antes de los 25 años, ya que los culminaron el 3,4 % de las mujeres y solo el 2,3 % de los varones. En ese sentido, el grupo de investigación realizó una recomendación. “Los esfuerzos del sistema educativo tendrían que focalizarse, entre otras cosas, en la continuidad de los estudios superiores de los varones y, sobre todo, en evitar el abandono de estos en el nivel secundario”.

Otra variable que analizaron para concluir el nivel medio e ingresar y terminar el superior fue la situación conyugal. En este sentido, entre quienes constituyeron una pareja o núcleo familiar propio se incrementó el porcentaje de no finalización del nivel secundario (del 30 % al 49,3 %), así como de quienes terminaron pero no continuaron la educación superior (del 25,7 % al 31,4 %).

“Si bien es baja la proporción de jóvenes de 18 y 24 años unidos o casados, es evidente que la responsabilidad económica o doméstica de constituir un núcleo conyugal recorta la continuación de los estudios; por el contrario, la postergación de compromisos conyugales favorece el éxito educacional”, explicita el informe.

La implicancia del nivel educativo familiar fue otra variable que estudiaron. La conclusión fue que en aquellos hogares donde el nivel educativo del adulto es hasta secundario incompleto, casi la mitad de los jóvenes residentes en ellos no finalizó el nivel, mientras que el 29 % terminó el nivel y solo el 18,2 % cursa estudios superiores. En tanto, en la situación inversa (secundario completo), el porcentaje de quienes no finalizaron el secundario se redujo al 20,6 % y los que continúan estudios superiores representaron el 47,3 %.

A una conclusión similar arribaron respecto de los estudios superiores. “En general, se observa la tendencia a la reproducción intergeneracional de los logros educativos del jefe o la jefa del hogar sobre los actuales jóvenes, aunque con un sesgo positivo para grupos familiares con mayor capital educativo, para quienes la salida del secundario y el ingreso a la educación superior parecen estar más garantizadas”.

Un factor clave

Uno de los factores que resaltó el estudio como clave en la probabilidad de acceso educacional de jóvenes en todos los niveles fue el económico. Esto, no solo por el condicionante en cuanto a la cantidad de dinero disponible, sino también en términos de disponibilidad, dadas las mayores cargas domésticas o laborales que pesan sobre quienes viven en situación de pobreza. “La relación entre pobreza o bajos ingresos per cápita del hogar y sus efectos sobre las menores oportunidades de acceso educativo de los jóvenes es un factor clave para comprender las barreras de inclusión educativa y de movilidad social”.

En este sentido, observaron que entre quienes residen en hogares no pobres, en comparación con el resto, disminuyó la incidencia de los que no finalizaron el secundario (al 22,1 %) y aumentó marcadamente la participación de los que cursan estudios superiores, con el 42,6 %. Incluso es alto el porcentaje de quienes lograron finalizar sus estudios terciarios o universitarios (el 4,3 %).

El estudio determinó que la situación entre jóvenes que habitan en hogares en situación de pobreza e indigencia es similar, siendo que el 48,4 % y el 43,2 % respectivamente no finalizó el secundario; el 26,4 % y el 25,4 % no continuó sus estudios después del secundario y solo el 23,5 % y el 28,3 %, respectivamente, cursó estudios superiores.

En el mismo sentido determinaron que a medida que se incrementa el nivel de ingresos per cápita del hogar, disminuye la participación de la población de 18 a 24 años en los niveles educativos inferiores (no finaliza el nivel secundario el 48,2 % de los jóvenes del primer quintil, o sea los de menores ingresos, y solo se ubicó en esta situación el 13,4 % de los del quinto quintil de mayores ingresos).

El grupo de investigación también puso el foco en la realidad de las distintas regiones del país y no observó diferencias significativas en cuanto al acceso y la terminalidad educativa. En este sentido, explicitaron que la región del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) registró el menor porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que no finalizó el secundario, mientras que el resto de las regiones del país tuvieron valores que oscilaron entre el 33,5 % y el 38,4 % (Cuyo alcanzó el 37,5 %). Quienes solo finalizaron el secundario oscilaron entre el 24,2 % y el 30,0 % (en Cuyo, el 23 %), siendo el valor más alto el de la región Noroeste.

La misma situación se reflejó entre quienes cursan estudios terciarios o universitarios. El porcentaje de las regiones osciló en torno al 28-38 %, siendo el registro más alto también en el AMBA, con el 38,2 %, y el registro más bajo en la Patagonia, con el 28,1 %. La culminación de los estudios superiores es dispar pero acotada: osciló entre el 1,9 % de los jóvenes del Noroeste y el 4 % de los de la región pampeana, en tanto que en Cuyo alcanzó el 2,4 %.

Fuente: Observatorio de la Deuda Social

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