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23 DE OCTUBRE DE 2024
A partir de la noticia de que Lucrecia Martel iba a rodar una película basada en Zama, el libro de Di Benedetto, nos pusimos a revisar qué había hecho el cine con este escritor, uno de los mejores de la literatura contemporánea.
Martel adaptó Zama de Di Benedetto en su último proyecto.
“No hay novela latinoamericana más grande que Zama”, dijo Juan José Saer, otro escritor que trabaja sobre los silencios. Así como El limonero real de Saer, uno sólo lo podría imaginar llevado al cine por Abbas Kiarostami.
Zama sólo es posible imaginarla filmada por Glauber Rocha, o por Martel. Como nos interesa que la película se haga, preferimos a la persona viva. Y sí, sucedió: los astros se han conjurado para que Lucrecia Martel, producida por Almodóvar, se lance al rodaje de Zama, la mayor novela latinoamericana, escrita por el mendocino Antonio Di Benedetto.
Di Benedetto escribió algunas novelas y muchos cuentos, también un par de guiones. Y algunos directores se han fascinado con su literatura y han hecho adaptaciones con resultados poco satisfactorios.
En el año 2005, Juan Villegas adaptó Los suicidas y la convirtió en una película oscura. Allí estaba Daniel Hendler como el periodista al que le encargan investigar un suicidio a partir de una foto. Acompañado por una fotógrafa (Leonora Balcarce), el protagonista comienza a estudiar casos de suicidio mientras se acerca a la edad en la que su propio padre se quitó la vida. En esta entrevista, Villegas dice sospechar que Di Benedetto haya escrito la novela como un guión o con la intención de que alguna vez fuera una película. Y es que toda la literatura de Di Benedetto se basa en sonidos (¡Martel!) y en imágenes quietas, que funcionan solas, como portadoras de riquísimos sentidos y que juntas arman una historia.
Sin embargo, el resultado de Los suicidas de Villegas no fue bueno, se trata de una película menor, en donde la profundidad de la soledad, el peso del pasado y las marcas de la muerte se resuelven con imágenes lavadas, escenarios lúgubres y movimientos de cámara abúlicos. El resultado es hartazgo y aburrimiento. Nada más lejos de Di Benedetto que eso.
Después en 2011 aparece Aballay, ese western gauchesco de Fernando Spiner, una película de excesos basada en un cuento de austeridad. Al estilo de Di Benedetto lo que lo hace grande es justamente su austeridad, decir tanto con tan poco, llenar de sentido cada palabra, mientras la película hace todo lo contrario, cada muerte es una mueca exagerada, cada herida son litros de sangre corriendo, cada grito es un escándalo. Una película chillona, llena de actuaciones extravagantes, Gabriel Goity hablando con acento español y un relato estirado hasta el infinito.
Y ahora aparece esta noticia: Martel adapta Zama.
Martel sabe filmar la naturaleza en concordancia con los cuerpos, la naturaleza como seducción y como peligro, eso era La ciénaga y eso es el mono muerto rebotando en un río en el comienzo de Zama.
Martel también sabe filmar la espera, eso era La mujer sin cabeza. Y sabe filmar un dilema moral, eso era La niña santa.
Zama es todo eso y también es la historia de un hombre. Martel nunca tuvo protagónicos masculinos. Y también nunca hizo una película de época. Casi diría que no existen las buenas películas de época, ¿será esta la primera? Son muchos los interrogantes que tenemos ante la nueva película de Martel, pero sobre todo, tenemos la gran esperanza de que por fin se haga justicia. Que esa literatura enorme, que siempre tuvo vocación cinematográfica, pueda finalmente descansar en una película con alma.
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