La utopía: “AMMAR nació para un día morir”
Así lo señaló como consigna de trabajo, Mariana Contreras. La representante de esta organización a nivel nacional, le contó a NU Digital, lo que significa para ella, trabajar en las calles.
Izq. Fátima Olivares, der. Mariana Contreras Foto: Archivo NU / Axel Lloret
Alta, delgada, eléctrica, con caminar rápido se acerca a mí. La charla empieza tensa, se sienta, cruza los brazos y se recuesta sobre el respaldar de la silla. Me mira desafiante. Para luego, a medida que van transcurriendo los minutos, irse relajando. Tenemos poco tiempo, y mucho para hablar. Lo importante es escucharla a ella.
Mariana Contreras es santiagueña, y es la representante a nivel nacional de AMMAR (Asociación de Meretrices de la Argentina) Esta organización nació a nivel nacional a fines de 1994, contra el asedio y persecución que sufrían las prostitutas por parte de la Policía. Luego, cuando se entendieron como “trabajadoras sexuales” se sumaron a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Desde 1997 integran la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex) que tiene como objetivo apoyar el trabajo de las organizaciones en pos de la defensa y promoción de los derechos humanos.
Mariana se muestra fuerte y decidida, enojada por momentos, pero por sus ojos vivaces y desconfiados, hay momentos en que se desborda de ternura. Muestra su militancia, con vehemencia y defiende sus contradicciones con entusiasmo.
¿Cómo se trabaja con las mujeres?
El trabajo con las chicas es arduo, mucho. En las esquinas se reparten preservativos y se convocan a charlas donde hablamos sobre lo que nos pasa, las dificultades, los problemas. Además de estar trabajando en proyectos.
Te escuché muy enojada con una feminista. ¿Cómo es eso?
Sí, es el rollo de las feministas. Y de otra gente que mezcla la prostitución con la trata de personas. ¿Hagamos la diferencia? Nuestra organización representa a mujeres adultas que ejercen el trabajo sexual con consentimiento propio. En cambio, la trata de personas son chicas, obligadas, esclavizadas que ejercen el trabajo sexual por hostigamientos. Muchas son tomadas de otros países, a veces hacen escala en Santiago del Estero o Tucumán, o en otros lugares del país. Ellas trabajan de puertas para adentro. Nosotras les llamamos privados a esos lugares.
Y hay mujeres que no quieren trabajar en la vía pública por el acoso de la policía o las coimas. Y son trabajadoras sexuales en privados.
Nosotras seguimos trabajando en la ley para que se regularice el trabajo sexual como “trabajo” y tenga todas las contemplaciones que tiene que tener. Y esto también es combatir la trata de personas.
En 2004 en Rosario perdimos a una compañera. La policía la mata por esto, por denunciar proxenetismo y hostigamiento. Argentina es un país abolicionista y no hay ninguna legislación que diga que lo que estamos haciendo es un delito, pero si está penado el proxenetismo. Seguimos discutiendo porque existen numerosas casas en que mandan a trabajar a la mujer y viven del cuerpo de ella.
Sigo sin entender muy bien cuál es el rollo de las feministas...
Yo no quiero que nos vean como “ay, las pobrecitas.” Y esa es la imagen que propagan las feministas. Nosotras podemos decidir que hacer con nuestros genitales. Y si de último, como las feministas dicen, que nosotras los vendemos.... entonces ¡que nos dejen venderlos!. Y aparte porque la gente no se pone a pensar el trasfondo del por qué esta mujer llegó a la esquina, cuál fue la necesidad de ella, si lo hizo para sostener su hogar, sus hijos, etc.
Claro, yo no creo que haya lástima detrás de todo esto. A veces una se pregunta qué historia habrá detrás de cada chica que está en la calle, y cuánto hubo de decisión personal, íntima, consciente de su parte...
Creo que a ningún trabajador le gusta lo que hace. Porque al albañil no le gusta palear, a la mucama no le gusta fregar, etc. Y también creo que nuestro trabajo tiene sus pros y sus contras. Nosotras somos mujeres que durante muchísimos años hemos estado en la esquina y ejercemos el trabajo sexual en tacos altos y eso -a la larga- te trae sus consecuencias. Lo preocupante es que la gente tiene un estereotipo de la trabajadora sexual que como siempre se ha dicho “pobre mujer”.
¿Cómo es ese estereotipo que está socialmente instalado? ¿Y qué forma o modo creés que, en realidad, son?
La gente cree que la trabajadora sexual es una mina de la vida fácil, chorra, drogadicta, que no atendemos a nuestros hijos. Y sin embargo, nosotras somos mujeres, que tenemos sentimientos, criamos a nuestros hijos, llevamos una casa adelante, lavamos ropa como cualquier mujer, cocinamos, etc y después salimos a trabajar.
¿El cuerpo no es una mercancía?
No, para mí, no. Como vos decís, detrás de cada persona hay una historia. No siempre se sabe las motivaciones que llevaron a una mujer a ejercer la calle.
Nosotras decimos que AMMAR nació para un día morir, porque creemos que algún día en este país, no estará una mujer en la esquina porque pase hambre. Esa es la utopía.
También es cierto que si en época de Cristo existió una María Magdalena... y bueh, por algo se dice que es la profesión más antigua del mundo. Siempre ha existido.
Nosotras decimos que hay muchas situaciones que te llevan a pararte en una esquina. En lo personal me tocó hace 12 años atrás, cuando me quedé viuda con 4 hijos y no tenía nada más. El panorama era muy feo.
Nosotras además de militantes de la organización, de AMMAR, continuamos con nuestro trabajo en las calles.
¿Y cómo están con eso?
Mirá, una vez una periodista me ha preguntó si dejaría este trabajo por algún otro. Le dije que no. Porque aquí, he podido ser. No tengo patrón. Soy mi propia jefa, trabajo el día que quiero, tengo mis horarios.
Con esto abonarías las declaraciones de algunos, que señalan que son meretrices porque les gusta...
A mí, me gusta. Pero no nos pasa a todas las trabajadoras sexuales lo mismo. Aparte, no muchas se asumen como “trabajadoras”, eso es lo que nos lleva a tener tantas dificultades en la organización.
Muchas compañeras han sufrido violencia durante el trabajo. Existe esa fantasía que la gente cree que el cliente nos maltrata y eso no es así. Sufrimos violencia por la policía o por los vecinos. Por el cliente no. Generalmente tenemos buena relación, somos las psicólogas, las contenedoras, las mamás, y no solamente la mujer que va a abrirle las piernas. Hay tipos que no te pagan por sexo, te pagan porque quieren desenchufarse del quilombo que tienen en la casa, porque quieren conversar con alguien...
¿Cuándo salís a la calle, tenés miedo?
Ya no. Te curtís. Aunque las cosas que he visto en Mendoza y en San Juan me han dado miedo. Me ido llorando por dejar a mis compañeras, viendo lo que les pasa. No se puede vivir así. Ver correr a las compañeras correr con los tacos, tirándose en las acequias para esconderse de los proxenetas, de la policía. Es permanente.
Los códigos de falta tienen que cambiar, porque son de la época de la dictadura pero eso habilita a la policía a llevarte detenida en sus famosos operativos inmorales, pero está claro que ellos son más inmorales que nosotras.
Mariana se levanta apurada, el tiempo se agotó. Tiene que ir a ver cómo diserta una de sus compañeras en unas jornadas sobre sexualidad. Me redondea la charla contándome cuestiones personales que hacen que entienda mejor su historia y su lucha, se le llenan los ojos de lágrimas. Intercambiamos teléfonos y nos prometemos un café donde seguir con la charla. Tenemos muchos temas que discutir. Me dice: “las meretrices somos honradas, buenas minas, créeme” Sonríe. Le creo.