Manuela Sáenz: la revolucionaria que Arturo Roig rescató del olvido
En una conferencia en el 2000 en Quito, el filósofo mendocino reconstruyó las lecturas de esta figura de la independencia sudamericana y aseguró que fue una revolucionaria antes de conocer a Simón Bolívar, a pesar de haber pasado a la historia solo como su amante. Ese discurso hoy es un ensayo de Marcela Croce que la Ediunc publicó en la colección Arturo Roig.

"Manuela Sáenz”, óleo sobre lienzo, Pedro Duarte, 1825. Fotografía: Alamy Photo Stock (revistamundodiners.com)
La figura de Manuela Sáenz ha sido objeto de diversas interpretaciones a lo largo de la historia, en mayor medida desde una perspectiva que destaca su papel como amante de Simón Bolívar y, en menor medida, por su rol clave en los movimientos independentistas sudamericanos. La reciente publicación de Manuela Sáenz. La formación de una revolucionaria sudamericana en el siglo XIX, en la colección Arturo Roig, de la Ediunc, rescata su papel como intelectual y estratega política, y busca ofrecer una mirada renovada sobre su legado. El libro no es un ensayo de Roig, sino una compilación de textos sobre Sáenz, encabezado por la edición que Marcela Croce hace de una conferencia del filósofo mendocino.
Uno de los puntos clave del análisis de Roig, explica Croce, es que Manuela Sáenz ya era una revolucionaria antes de su relación con Bolívar. Basado en la reconstrucción de sus lecturas, Roig sostiene que su formación ideológica se dio en Lima, cuando estaba casada con el inglés James Thorne. En esa ciudad coincidió y estableció una amistad con Rosa Campusano, patriota y espía ecuatoriana que logró infiltrarse en filas realistas y recopilar información vital para ayudar a los ejércitos revolucionarios.
La conferencia de Arturo Roig fue pronunciada en febrero del 2000 en la Universidad Andina Simón Bolívar, en Quito. En esa ciudad, el filósofo pasó la mayor parte de su exilio, que se extendió entre 1975 y 1984, por la persecución desatada en el marco de la última dictadura militar argentina. Esa universidad cuenta con un Salón de las Libertadoras y un edificio en honor a Manuela Sáenz, y resultó el escenario ideal para reivindicar el papel de la ecuatoriana.
Retrato de Manuela Sáenz por Marco Salas Yepes (1960).
A diferencia de interpretaciones que la consideraban una revolucionaria solo por su relación con Bolívar, Roig argumenta que Sáenz ya estaba involucrada en círculos políticos y culturales que fomentaban su pensamiento independentista. La mujer tenía una formación intelectual y política previa a su relación con el libertador. A partir de sus lecturas, especialmente del epistolario de Abelardo y Eloísa, habría construido una visión crítica y combativa sobre el poder y la libertad. Ese texto, que Manuela toma como modelo para la correspondencia con Simón, circulaba ampliamente en la época y ella lo habría leído probablemente en francés, lengua que aprendió en un internado en Quito.
El libro que finalmente fue
Marcela Croce, especialista en literatura latinoamericana, aseguró que el filósofo mendocino tenía la idea de convertir la conferencia en libro. Roig guardaba notas que le sirvieron de soporte —algunas de 25 páginas, como la de Erasmo de Rotterdam—, que incluían reflexiones sobre la expulsión de Manuela de Colombia y Ecuador, su enfrentamiento con Santander y Rocafuerte, su cercanía con Rosa Campusano y la circulación de textos políticos en el siglo XIX.
Portada del libro Manuela Sáenz, de Marcela Croce, editado por Ediunc para la colección Arturo Roig.
El libro de la Ediunc, coordinado por Croce, presenta esa conferencia inédita del filósofo Arturo A. Roig junto a tres ensayos que exploran distintos aspectos de la vida y pensamiento de Sáenz. Croce se encargó de revisar y editar la conferencia original pronunciada en el 2000 y añadió notas explicativas que contextualizan sus referencias y argumentaciones. Fue la misma Elizabeth Roig, hija del intelectual, la que le insistió para que hiciera un ensayo de esa conferencia.
Junto a su trabajo, el libro incluye otros dos ensayos. El sociólogo Andrés Kozel rastrea la visión de Simón Bolívar en los escritos de Roig y su relación con Manuela Sáenz y la docente de filosofía y feminista Alejandra Ciriza ofrece una perspectiva de género sobre las expulsiones de la revolucionaria y el papel de las mujeres en las guerras de independencia.
Relevancia histórica de Manuela Sáenz
Manuela Sáenz nació en Quito (Virreinato de Nueva Granada) en 1797. Era hija ilegítima de un funcionario real y una criolla de apellido Aizpuru que murió de fiebre puerperal luego de darla a luz. Manuela completó su formación en un internado de monjas y, por un matrimonio arreglado por su padre, se casó en 1817 con el acaudalado médico inglés James Thorne. El hombre vivía en Lima y ella se mudó con él.
Tuvo un papel central en las luchas de independencia de América Latina. Participó en batallas del ejército independentista y fue condecorada por Sucre tras la batalla de Ayacucho. Por el general José de San Martín, recibió la orden peruana de caballeresa del Sol en 1822; por su participación en la batalla de Junín, el rango de coronel que otorgó el Congreso de la Gran Colombia, y por salvarle la vida a Simón Bolívar de una conspiración en Bogotá, el título de libertadora del libertador. Su rol como conspiradora, aliada política y estratega ha sido opacado por su relación sentimental con Bolívar, pero su influencia fue clave en el proceso independentista.
Además de su participación en la política y en la guerra, la historia de Manuela ha sido objeto de múltiples reinterpretaciones en la literatura y el cine. Desde novelas eróticas hasta biografías históricas, su figura ha sido representada de diversas maneras, a veces destacando su papel como mujer en un mundo dominado por hombres y otras veces reduciéndola a un personaje secundario en la historia de Bolívar.
La edición de este libro no solo recupera la conferencia inédita de Roig, sino que contribuye a una comprensión más profunda de Manuela Sáenz como protagonista de la historia latinoamericana. La obra busca resaltar su pensamiento, su formación intelectual y su impacto en la independencia, y la reivindica como una de las grandes figuras de su tiempo.
Presentación del libro Manuela Sáenz. Marcela Croce (autora y compiladora), Alejandra Ciriza (autora) y Javier Piccolo, director de la Ediunc.
Tras la muerte de Bolívar, en 1830, y la separación de la Gran Colombia, Manuela Sáenz fue condenada al exilio y el olvido. El gobierno de Santander la expulsó de Colombia y el de Rocafuerte, de Ecuador. Se fue a Jamaica y terminó sus días en 1856 en Perú, en un puerto del Pacífico que se llama Paita, donde la visitaron Simón Rodríguez —maestro de Bolívar—, Herman Melville —marino y escritor— y Giuseppe Garibaldi —colaborador de las revoluciones independentistas americanas—.
Ha sido bastante discutido si hubo solo una visita protocolar o si ella tenía, todavía a esa altura, un relieve político. Incluso hay una versión de que ella desde Paita operaba como espía del presidente ecuatoriano Juan José Flores y lo advertía respecto de conspiraciones, pero eso no se ha podido comprobar, explicó Croce.
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