Maltrato animal, una problemática invisibilizada en Mendoza
Vecinas y vecinos se dedican silenciosamente al rescate de perros abandonados en la provincia. Esta es una necesaria mirada social e introspectiva sobre actos recurrentes que quitan humanidad. Cuál es el rol de los estados y hasta dónde llega la gestión pública.
Imagen del perfil de Facebook del refugio de Rousi en Guaymallén. Foto: Ignacio Blanco para Los Andes
Este informe intenta aportar elementos que den claridad sobre un problema socioambiental o, dicho con más precisión y con sentido de cuestión de Estado, un asunto de salud pública. Las personas consultadas para este reporte coinciden en que la problemática del maltrato es minimizada, inadvertida e invisibilizada porque se trata de los animales “no humanos”, que no tienen voz para hacerse oír, para expresar sus dolores y sufrimientos. Es la llamada fauna urbana, integrada por perros y gatos, en su mayoría. Es decir, las mascotas, una expresión del lenguaje esclavizante del siglo pasado.
En términos concretos, este texto de Unidiversidad pretende ser útil para insertar una alícuota de conciencia aún no aportada por la educación formal, quizá por ser parte de una observación relegada sobre el comportamiento humano en asocio entre pares y en la relación con otras especies consideradas históricamente como inferiores, desde un punto de vista hiperantropocéntrico.
La vida de las personas humanas desplegadas de modo arbitrario no deja espacio para la convivencia pacífica, no violenta, con seres semejantes, y más con los animales que nos acompañan cotidianamente. Tanto es así que, colectivamente, ignoramos sus existencias, en una de las formas más crueles de maltrato: la indiferencia hacia otra vida distinta a la nuestra. Es invisibilizar, un modo sofisticado y sutil de la no existencia.
La ley proteccionista
Oscar Mellado es un abogado mendocino reconocido por su defensa del derecho animal. Cuenta en sus antecedentes con la ley que ya tiene 16 años de vigencia en la provincia. La norma declaró a Mendoza como "no eutanásica” y, en lo concreto, eliminó las antiguas perreras municipales, que eran sinónimo de muerte para perros y gatos capturados en las calles.
“Lo que se busca con la Ley 7603 es lo que quieren todos los proteccionistas, que no se mate y que no se eliminen los animales como método de control poblacional”, sostiene Mellado. Así, las perreras se convirtieron en los centros de zoonosis de cada municipio como efecto de la regla proteccionista de los animales que conviven con las personas.
Quirófano móvil para esterilización de perros y gatos de la Municipalidad de Godoy Cruz. Foto: Facebook
Más allá de que muchas personas no cumplen con una tenencia responsable, la ley obliga a esterilizar en forma masiva, temprana, gratuita y abarcativa, no imponiendo requisitos burocráticos que dificulten a la gente llevar a los animales a los centros de zoonosis. En la práctica, los municipios hacen esterilizaciones, castraciones, pero no son suficientes. Mellado aseguró: “Cuando castran entre treinta y cien perros en una semana, en contrapartida, nacen mil”.
Lo que no se mide no se toma en serio; por lo tanto, para elaborar sistemas de desarrollo, es necesario medir para planificar y ejecutar en consecuencia. En ese caso Mellado advierte que “jamás se ha hecho un censo de animales de la calle”, pero inmediatamente se autocorrige: "Es que, en realidad, no hay perros callejeros, como si fuera una raza; lo que realmente existe son los perros abandonados”.
Oscar Mellado defiende el proyecto de la creación del Hospital Veterinario del Estado.
El letrado completa su panorama remarcando que, para el cumplimiento concreto de la norma, es necesaria la creación de un hospital púbico veterinario (hay otro proyecto legislativo para esto), “porque, en el caso de la fauna urbana, hay miles de animales sin atención sanitaria, y la ley dice que tiene que prestarse atención, vacunación, desparasitación, control sanitario en la población animal”. Un capítulo aparte de la misma historia es la situación de los caballos explotados para acarreo en las áreas urbanas, así como la de las mulas abusadas en las escaladas en la cordillera.
“Para los caballos abusados, hemos presentado un proyecto de ley a través de la banca del Partido Verde en la Cámara de Diputados, donde se impulsa la abolición de la tracción a sangre en toda la provincia. Por supuesto la norma alcanzaría a lo que ocurre al pie del Aconcagua con las mulas ocupadas para cargar bultos de las expediciones de andinistas”, explica Mellado acerca del próximo objetivo de su tarea proteccionista.
Mujeres al rescate
Las rescatistas son personas comprometidas con la vida de canes y felinos que sobreviven en las calles de Mendoza. Rosana Cuzzocrea, más conocida como Rousi, creó un espacio llamado El Refugio, ubicado en Kilómetro 8, Guaymallén, mientras que Beatriz Medina “heredó” el refugio Ángeles de Cuatro Patas, que se encuentra en el piedemonte de Godoy Cruz. Ambas mujeres comparten este camino cuesta arriba del rescate de animales abandonados. Entre los dos refugios, se ocupan de más de 250 animales. Así es como ayudan silenciosamente a sanear la vida humana, salvando vidas de perros y gatos desterrados. Para esa tarea, también requieren de ayuda material y de tiempo de personas que comprendan esta misión, que es un bache dentro de las políticas de salud pública y, por lo tanto, un faltante suplido por estas organizaciones.
Día por día, ahí están los viejitos
Beatriz se dedica casi exclusivamente a rescatar y proteger a los perros longevos, los "viejitos" que son el descarte latente de quienes solo quieren una mascota para decorar, alegrar, y que rechazan al ser enfermo que solo espera morir. "La gente tira a los perros cuando ya son viejos, no les sirven, si están enfermos, porque tienen tumores, porque tienen falla renal; entonces los dejan en la calle. Salen y dan 'la vueltita' al perro viejito y nunca lo van a buscar; así aparecen en los zanjones, dentro de las acequias", narró.
A la derecha y de lentes oscuros, Beatriz Méndez junto a rescatistas de Ángeles de Cuatro Patas.
"Siempre alguien los ve y entonces nos pide ayuda. Nos pasan fotos en Facebook, porque nosotros nos encargamos de los perritos viejos. En realidad, es el único refugio que se encarga de los viejos y ciegos; la mayoría tiene perros adultos, jóvenes y cachorros", dijo Beatriz.
El año pasado, para esta fecha, ya habían hecho siete ingresos de perros, mientras que ahora el número se elevó a 40. "Mucha gente que se cambia de casa y no puede tener los perros, o personas que fallecen y el familiar no se hace cargo, simplemente porque ya es viejo, te llaman y te dicen: 'Tengo un perro viejo, no lo puedo tener porque tengo un cachorro', entonces, antes de que lo tiren, preferimos tenerlo nosotros", contó.
Y siguió: "Mirá, teníamos una perrita que se murió el año pasado y tenía 24 años, pero ella fue adoptada cuando tenía 20 años, así que vivió cuatro años más. A nosotros, por lo general, nos traen perros en muy malas condiciones que, cuando se les hacen los estudios, los análisis, la veterinaria misma nos dice: 'Mirá, no creo que sobreviva una semana', pero pasan los meses y ahí están los viejos todavía. Nosotros decimos que, al menos, en sus últimos días estén contenidos, y ahí siguen los viejos".
Comando amoroso de rescate
Rousi es reconocida por su pericia para controlar situaciones de tensión, estrés de los animales que se encuentran en riesgo extremo por encierro, falta de alimentos o torturas. El miércoles 14 lideró un operativo de rescate de cuatro perros que se encontraban en una casa clausurada por un allanamiento donde la persona que la habitaba con los animales había sido detenida. Los perros habían quedado encerrados y se encontraban muy asustados. Solo ella pudo sacarlos del lugar.
Dos perros rescatados en el operativo hecho por el equipo de personas voluntarias liderado por Rousi
"Eran una perra pitbull, un caniche y dos malteses. Estaban muy asustados, costó enlazarlos. Ya están castrados y vacunados. Más allá del riesgo en la vivienda que se caía a pedazos, son los riesgos que asumimos en cada rescate donde el personal policial no interviene. Somos nosotras las que no encargamos de los operativos de rescate", afirmó.
Contó que los operativos se organizan con vehículos propios. "Tenemos un Estado ausente. Solo funcionan algunos móviles de castración. Nos faltan recursos. Nos arreglamos como podemos y no hacemos lo mejor, sino lo menos peor", agregó.
Explicó que, para ella, esta es una elección de vida. "Tengo vidas a cargo y debo cuidar mis acciones personales. Estamos tramitando la creación de una fundación para dejar un lugar propio para ellos a perpetuidad", detalló.
Trabajar en la comunicación
Marina Correa es una periodista mendocina de trayectoria en diferentes medios de la provincia. Es cronista, cuenta historias de vida y difunde información sobre arte y espectáculos. Es una persona sensible, lo que la hace también una protectora, una cuidadora de la vida animal desde sus espacios. Para ella, son los animales convivientes e integrantes de nuestras familias. Desde ese lugar, describe y advierte lo que ve a diario como colaboradora de las otras mujeres que refugian a perros abandonados.
"Una de las mayores problemáticas que esconde el maltrato animal es reducir su discusión a una situación exclusiva entre seres humanos y seres animales (ambos sintientes). Lo que todo el tiempo ven las rescatistas (mayormente son mujeres quienes realizan esta tarea) es que el maltrato animal es una alarma gigante de que, allí donde lo haya, hay también maltrato entre humanos. Entonces, el tema pasa a ser gigante, porque es hablar de violencia en seres que son todos sintientes. Urge que las políticas de Estado incluyan toda una planificación de qué calidad de vida quieren para sus animales, que será en definitiva una calidad de vida de la sociedad toda", señaló.
Sostuvo que “es urgente que en las currículas escolares se incluya la educación en el respeto animal. Un niño, niña que sabe cuidar a sus animales será un difusor en su hogar de esa educación familiar y será un adulto empático con los seres sintientes".
Marina Correa, periodista y animalista. Advierte sobre los riesgos que produce el abandono animal
“La tarea que hacen los refugios es titánica. Las rescatistas son personas con cuentas abiertas en las veterinarias, personas que ponen sus tarjetas personales, sus ahorros, y que piden colectas para salvar vidas. Además, las leyes se deben aplicar con dureza: alguien que lastimó hasta la muerte a un animal no puede pagar ese delito con bolsas de alimentos. Eso es una burla. En resumen, educación, leyes y plataformas políticas son clarísimas medidas para la vida animal, son lo que piden a gritos los que no tienen voz. Decisiones que, a su vez, también puede que salven de violencias intrafamiliares", completó.
Para colaborar con los refugios: Refugio Rousi: 2613476665; Refugio Ángeles de Cuatro Patas: 2617564533.
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