Ni siquiera las vacaciones parecen justificar el pretendido cambio de horarios de atención en los comercios mendocinos. Durante la siesta, las calles del centro aún lucen vacías, salvo por la intermitencia del flujo turístico, y una gran cantidad de cortinas metálicas permanecen bajas.

El experimento comenzó el 15 de junio, con 160 comercios inscriptos al programa, distribuidos por las distintas zonas de la ciudad. Sin embargo, muchos de los comercios adheridos ya atendían con horario continuo desde antes de la fecha de inicio, que coincidía con el fin de semana durante el cual se festejó el Día del Padre.

Desde el Instituto de Desarrollo Comercial (IDC) aseguran que todavía no hay números definitivos que den cuenta del éxito o fracaso del cambio propuesto. “No hicimos ninguna evaluación, queremos ver cómo viene el tema de las vacaciones”, indicó el titular del organismo, Daniel Di Martino y agregó que el diagnóstico está previsto para el 31 de julio, cuando finalice la prueba piloto.

Más allá de las estadísticas no computadas, Di Martino considera que en el caso de obtener resultados negativos, los mismos no habrán de significar necesariamente que el horario continuo sea incompatible con la cultura mendocina.

“Se mezclan cuestiones, hay una crisis económica importante y eso hace que haya una restricción del consumo. Se mezcla la cuestión económica con la cultural”, dice el titular del IDC y subraya que, además, “el cambio todavía se tiene que internalizar en la gente”.

Falta quórum

En las calles la sensación reinante es la de que el cambio no consiguió instalarse por completo y algunos consideran que es por ello que el aumento de horas de atención no se reflejó en un crecimiento sustantivo de las ventas.

“La verdad es que mucho cambio no hubo. Cuando la gente viene durante la siesta, se queja de que la mayoría de los demás comercios están cerrados. Dicen que el único que encuentran es este y algunos más, pero no muchos más”, explica Agustín, que atiende en el local de Todo Moda ubicado en San Martín al 1317, uno de los comercios que siempre aplicó horario continuo.

Para Agustín otro de los principales problemas es que “hay muy poco movimiento” durante la siesta. “Solamente llegan al local los que están de pasada, pero no clientes que vengan específicamente a comprar”, dice.

Beatriz trabaja en Piruetas, un local de la galería San Martín que atiende desde hace treinta años. “A mí nunca me resultó y evidentemente a muchos negocios no les resulta porque lo normal es que no se abra a la siesta”, asegura y agrega que “solamente puede llegar a funcionar durante las vacaciones porque hay más turistas y los turistas no duermen siesta”.

En tal sentido Rubén, de Scarlet -un negocio dedicado a la ropa femenina ubicado en San Martín al 1270-, afirma que “durante las vacaciones hay más gente a la hora de la siesta”, pero que cuando quisieron implementar el horario corrido en temporada normal los resultados fueron los que esperaban.

“Nosotros implementamos el horario corrido una semana antes del inicio de las vacaciones y no funcionó; creo que la gente mendocina está acostumbrada a la siesta”, afirma Rubén.

Nidia atiende un puesto de golosinas y garrapiñadas sobre San Martín y Buenos Aires y coincide con Rubén cuando dice que el horario corrido “no funcionó”. “Esta semana de vacaciones fue buena durante el horario de la siesta, pero en las semanas anteriores la circulación de gente fue bajísima”, describe. A su entender, el gran problema la baja adhesión al programa por parte de los comerciantes. “Solamente va a funcionar el día en que todos logren ponerse de acuerdo, si no, no”, indica.