Mauricio Macri echó a dos funcionarios con vínculos gremiales: el viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, y el superintendente de Servicios de Salud, Luis Alberto Scervino, que tenía el control de las obras sociales, según confirmaron ayer, martes 22, fuentes oficiales. Fue una respuesta al desafío de la CGT que con la movilización dejó en claro que, pese sus internas, ha comenzado a tironear el poder y se anticipa, así, un endurecimiento de la política laboral por parte del macrismo.

El periodista económico Carlos Burgueño, editor de Ámbito Financiero y columnista de MDZ Radio, en permanente contacto con fuentes de la Casa Rosada, especuló con esta posibilidad. “Aún no hemos visto ningún gremialista acusado de corrupción y no vaya ser que ahora comience un enfrentamiento con los dirigentes sindicales”, anticipó el especialista.

Complementando esta especulación, el diario La Nación detalla los perfiles de los funcionarios sacados por el presidente.

“Scervino estaba estrechamente ligado al dirigente sindical José Luis Lingeri, que estuvo ayer arriba del escenario en el acto de la Plaza de Mayo. En la Casa Rosada admitieron anoche que las medidas fueron producto del disgusto de Macri por el doble juego de algunos sectores gremiales, que apoyaron la protesta pero son parte del Gobierno. De este modo, endureció bruscamente su relación con los sindicatos. Scervino tenía a su cargo el manejo de una caja destinada a ‘disciplinar a la dirigencia sindical’ a través del Fondo Solidario de Redistribución, que se encarga de reintegrar a unas 300 obras sociales sindicales el dinero que asignan a tratamientos de alta complejidad o medicamentos costosos. El fondo acumula unos 30 mil millones de pesos. Sabor, a su vez, había acompañado al oficialismo como funcionario porteño, antes de desembarcar junto a Jorge Triaca en el Ministerio de Trabajo. Según fuentes gubernamentales, sería reemplazado por Horacio Pitrau, actual subsecretario de Asociaciones Sindicales”, indaga el informe del diario porteño.

La movilización de la CGT dejó sentado que hay un camino sin retorno en la crítica hacia la administración macrista poniendo una fecha clave para definir las acciones de protesta.

El moyanista Juan Carlos Schmid, único orador de esta concentración signada por el tironeo interno entre los sindicatos, marcó la agenda de la central obrera en los próximos meses. Habrá una reunión de la organización de gremios el 25 de septiembre con una línea de tiempo a cumplir con las medidas de fuerza (paro y movilización) cerca de las elecciones del 22 de octubre. Este reto gremial puso en situación a Macri y la tensión subió entre los sectores que están a punto de chocar.