Machismo en la música, entre la expresión artística y la violencia simbólica
Artistas, docentes y militantes feministas sostienen que "prohibir" contenido musical no es lo correcto ni la solución para erradicar la violencia contra las mujeres.
Foto: El Definido / Rodrigo Avilés
Florencia Martinez del Rio
Publicado el 26 DE OCTUBRE DE 2021
A la par del crecimiento del movimiento de mujeres y la visibilización de la violencia de género de los últimos años, la música con mensajes machistas y sexistas fue puesta en cuestionamiento. La reciente eliminación de un video musical de YouTube por ser un "atentado contra la mujer" volvió a abrir el debate sobre si las canciones son solo una expresión artística o implican violencia simbólica. Artistas, docentes y militantes feministas opinaron que "prohibir" contenido musical no es lo correcto ni la solución para erradicar la violencia contra las mujeres.
A través de la música, los y las artistas buscan expresar y transmitir emociones, sentimientos e ideas. En los últimos años, ciertas canciones han sido criticadas por sus mensajes misóginos. En algunos casos, los propios artistas las eliminaron de las plataformas; en otros, parte de la sociedad llamó a dejarlas de escuchar: por ejemplo, “Si te agarro con otro te mato” de Cacho Castaña; “Amor salvaje”, del Chaqueño Palavecino, o “Eres mía”, de Romeo Santos.
Recientemente, el videoclip de la canción “Perra”, del reggaetonero J Balvin junto a la cantante Tokischa, fue bajado de YouTube por su contenido sexista. Ese video mostraba a dos mujeres atadas con cadenas, orejas y nariz de perro, arrastradas por el piso. En una carta pública, la vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, y la consejera presidencial para la Equidad de la Mujer, Gheidy Gallo Santos, rechazaron el contenido de la letra, a la que consideraron un "atentado contra la mujer" y "un ejercicio de violencia machista". Además, criticaron que esas mujeres fuesen personas afrodescendientes.
Para Paloma Giménez, profesora de música e integrante de Ni Una Menos (NUM), no hay que prohibir contenidos. Sin embargo, cree que la realidad puede ser contada sin denigrar a las mujeres. La docente afirma que la música no tiene el poder de cambiar valores, pero sí de influir, y denostar o insultar a las mujeres en una canción es violencia.
Ante la evidente falta de información y la continua forma degradante de tratar a las mujeres, dice Giménez, los músicos deberían recibir capacitación sobre qué es la violencia de género. Además, recordó que la Ley 26485 establece que degradar a las mujeres, en este caso mediante la música, es violencia simbólica. “Las leyes están para cumplirlas, más allá de los pensamientos personales”, recuerda a Unidiversidad.
Los cuestionamientos también pueden nacer desde adentro. Es el caso de la banda mendocina Karamelo Santo, que en 2017 solicitó, a través de las redes sociales, que retiraran sus canciones machistas de la plataforma Spotify por considerar que ya no los representaban, o el de The Rolling Stones, que eliminaron de su repertorio “Brown Sugar” por hacer referencia a la tortura y esclavización sexual de mujeres afroamericanas.
Giménez cuenta que existen movimientos de mujeres que piden que se respeten sus derechos, lo que llevó a que algunos músicos tuvieran que cambiar las letras de algunas canciones. Sin embargo, la industria musical sigue poniendo en el mercado canciones comerciales con una profunda mirada machista y patriarcal, excusándose en la representación de la realidad y la libertad de expresión, sostiene.
Este arte adquirió su nombre de las musas, diosas que en la mitología griega inspiraban los cantos y la poesía. Actualmente, quien dicta lo que hay que cantar, cómo y a quiénes es más terrenal: el mainstream. Las canciones anteriormente nombradas pertenecen a diversos géneros musicales, pero el reggaeton es uno de los ritmos más apuntados –y también más escuchados– por tener una narrativa en la que las mujeres aparecen como objetos y propiedades de los varones, mientras ellos alardean de su dinero, fama y poder. Tal es el caso de la canción y videoclip del colombiano J Balvin que fue eliminado de YouTube.
La cantante y compositora Analía Garcetti, en diálogo con Unidiversidad, señala que, si lo que escuchamos es producto de la selección de otros, con objetivos comerciales, permitimos que ese discurso sea parte de nuestra realidad e influya en nuestras elecciones de vida y emocionalidad. En cambio –dice–, cuando cada persona elige lo que escucha, puede entrar en diálogo con ese contenido e historia contada.
¿El problema está en el contenido?
Myriam Belfer, cantante, compositora y escritora, opina que el problema no es el contenido, sino la violencia de género que existe en la sociedad y en que las artistas no tengan la misma voz, espacio y reconocimiento que los varones. “Prohibir no me cierra. La solución no es censurar una canción o eliminar videos. Pueden bajar todos los videos que quieran, pero nos siguen matando. 'No se puede abolir a las personas', como dice la psicóloga, artista y pensadora argentina Cristina Lobaiza Estrada. Lo inadmisible es que tengan el poder del cuerpo ajeno, que se romantice la prostitución”, afirma.
Desde el punto de vista de la artista, las letras son un reflejo de los tiempos que corren, por lo que no se puede condenar a la música, ya que las apologías están en todos lados, incluso en los medios de comunicación. “Lo de la música es anecdótico. Por supuesto que algunas cosas no van, hay letras que no colaboran, pero el que las escribe lo hace porque tiene licencia para hacerlo. Si se animan a cantar eso es porque son hijos sanos del patriarcado. El problema es que matan a una mujer cada 36 horas”, remarca.
Garcetti coincide en que el arte no debe prohibirse y destaca que la gente es libre de ver y escuchar lo que quiera. Ante la existencia de música machista, la artista cree que hay que generar una conciencia individual y colectiva en la que las personas no deseen consumir ese contenido. “Hay que llevar el valor de la libertad en las cosas cotidianas y en nuestras relaciones más cercanas, acercar el decir y el hacer. El problema es el poder de los medios de comunicación, que generan opinión que le conviene al sistema patriarcal hegemónico. Manejan las 'objetividades' a su manera. Manejan los discursos pasando de un medio a otro, cuando a lo mejor todos son del mismo dueño. Si el oyente o el televidente está distraído, cree ese discurso, es más, le cree más a ese discurso que a lo que ve a su alrededor. La música es solo una de las expresiones individuales y sociales de la realidad. A veces, incluso, embellece una realidad absurda para que sea más digerible a través de lo estético”, afirma.
El rol de la educación
Garcetti destaca que, a través de las luchas de los últimos años, las mujeres están haciendo consciente el lugar que les fue negado durante siglos y que quieren ocupar, algo que no se logra de un día para el otro. En este camino, cuenta, en lo musical se han conseguido leyes como la ley de cupo femenino en festivales. “Hay que llegar a que el público entienda lo enriquecedor que puede ser escuchar otra perspectiva, otra forma de contar historias”, plantea.
Reflexionar sobre lo que se canta puede ser una forma de ir contra los mensajes machistas. Giménez asegura que si los niños desde pequeños son educados en que eso que escuchan es violento, podrán darse cuenta de que lo que están escuchando va contra la ley y contra las mujeres. “Mientras haya alguien que quiera escuchar esa música, esta seguirá existiendo, pero también hay alguien que te lo impone y te dice que es lindo”, asegura.
Por esto, la docente propone que la Educación Sexual Integral (ESI) es la mejor vía para hablar de perspectiva de género y violencia hacia las mujeres. “Es muy importante la formación y la educación que les demos a nuestros pequeños ciudadanos para que puedan discernir, que estos procesos no se hagan tan largos y se deje de hacer sufrir a las mujeres hasta en la música, en la que ellos son felices mientras las mujeres sufren”.
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