Luis Romito, ingeniero: “Tiene que haber minería en Mendoza y tiene que ser sustentable”

Egresado como ingeniero químico de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO cuando todavía tenía sede en San Juan, en el sector privado ha trabajado en las industrias láctea, alimenticia, química y minera. Hoy es el mayor especialista en Mendoza en energía y sustentabilidad.

Luis Romito, ingeniero: "Tiene que haber minería en Mendoza y tiene que ser sustentable"

Foto: Prensa UNCUYO

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Leonardo Oliva

Publicado el 15 DE DICIEMBRE DE 2021

Luis Romito resume en su extensa carrera profesional y académica el amplio abanico de actividades en las que la ingeniería tiene activa participación. Egresado como ingeniero químico de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO, cuando todavía tenía sede en San Juan, en el sector privado ha trabajado en las industrias láctea, alimenticia, química y minera. Además, tiene una larga trayectoria como docente.

Especializado en desarrollo sustentable, actualmente coordina la comisión de sustentabilidad de Bodegas de Argentina, donde viene impulsando la reconversión de la industria madre de Mendoza hacia una producción más amigable con su entorno. “Hoy, la sustentabilidad es un tema de una importancia cada vez mayor, excluyente, transversal”, dice sin rodeos.

¿Cómo termina la ingeniería involucrada en la sustentabilidad?

La sustentabilidad no tiene reductos definidos, se aplica a las actitudes del consumidor, de los gobiernos, de las actividades diarias. O sea, no es patrimonio de una carrera en especial.

¿Cómo terminó usted involucrado en este tema?

Primero hice un curso de energías renovables, que era un módulo de la maestría en Energía. Después hice la maestría y seguí haciendo cursos online y presenciales. Llegó un momento en el que dije: “Todo esto tengo que ponerlo en valor”, y fui a golpear la puerta de Bodegas de Argentina. Les dije: “Señores, este tema viene”, y me dijeron: “Sí, somos conscientes. Los otros países vitivinícolas están muy adelantados en esto y nosotros todavía no empezamos, así que estás en el lugar y el momento adecuados”. Ahí empecé a trabajar en sustentabilidad.

¿La Argentina está produciendo hoy vinos más sustentables?

Sí, se ha crecido mucho. Por ejemplo, una de las labores que hemos desarrollado en la comisión de sustentabilidad es el desarrollo de un protocolo de evaluación de la sustentabilidad vitivinícola, que hoy es reconocido por los países nórdicos. Incluso, para ciertas compras, exigen la implementación de protocolos de sustentabilidad, y ese protocolo ya ha sido certificado por más de 90 unidades, entre fincas y bodegas. Lo significativo es que los años de pandemia han sido los de mayor cantidad de certificaciones. Las bodegas son muy proactivas en ese sentido.

¿Y por qué la pandemia aceleró eso?

Lo que pasa es que la ola viene, y la pandemia no fue un obstáculo para que se implementara. Es una herramienta de gestión muy poderosa porque ayuda a las empresas a ordenarse internamente y a generar conciencia.

La industria del vino tiene un problema con el cambio climático porque requiere usar el agua que escasea. ¿Cómo cree usted que se puede revertir esto?

Mejorando la eficiencia del uso del agua, interactuando con las instituciones que tienen que ver con la gestión del agua. Hemos hecho una propuesta ante el Departamento General de Irrigación de adecuación de la normativa para el recurso agrícola de efluentes tratados. Hemos hecho con el INTI un estudio para el reciclado de los efluentes alcalinos que se usan en el lavado de piletas: se ha demostrado que se pueden reciclar dos y más veces, con el consecuente ahorro y reducción del caudal de álcalis que se vuelcan como efluentes.

¿Es caro ser más verdes, más sustentables?

Hay que hacer inversiones, pero las inversiones finalmente se recuperan. Por otro lado, no hay opciones: uno de los problemas que más afectan a la vitivinicultura es la reducción del recurso hídrico como resultado de la retracción de los glaciares y la consecuente disminución del caudal de los ríos. Eso, obligatoriamente, lleva a que el riego tenga que ser más eficiente y a que haya que hacer inversiones. Pero no hay opciones, tenemos que ir en ese camino.

Hablemos de la ingeniería como disciplina. En general, se la relaciona con las grandes obras de infraestructura, pero abarca muchos otros aspectos…

Yo me he desarrollado como docente en la ingeniería industrial, que tiene una incumbencia muy amplia: se puede trabajar en industrias, en servicios, de manera independiente –hay muchos ingenieros exitosos que han desarrollado empresas por su cuenta–. Se puede trabajar en Mendoza, en el país y en el exterior. Los servicios pueden ser tan variados que se puede trabajar en grandes tiendas, de logística, comunicaciones, en la industria vitivinícola, en la del vidrio, en la petrolera… El campo es muy amplio y ¿por qué es esto? Porque hay una formación de gran amplitud, pero, además, hay herramientas de formación estructural que le dan al alumno la capacidad para aprender lo que no conoce de una industria y perfeccionarse. Por otro lado, los ingenieros tienen una fuerte formación en gestión. Entonces, los ingenieros industriales se han destacado en la gestión pública y en roles gerenciales de empresas.

¿Y por qué hay más ingenieros que ingenieras?

Yo hago énfasis en esto: si bien numéricamente hay más hombres que mujeres, cualitativamente, las mujeres son brillantes. Comparativamente, las mujeres se destacan por su talento, por su entusiasmo, su prolijidad, y la tendencia va cambiando, hay cada vez más estudiantes mujeres.

¿Cómo puede influir la ingeniería en las decisiones que tomamos en nuestra vida cotidiana y hasta socialmente?

Te cuento una anécdota. Yo les daba a los alumnos, en la materia Industrias y Servicios, temas de investigación que tenían que exponer en grupo en clase; en este caso, de minería. Les pedí que eligieran en qué grupo se ponían: uno tenía que ser prominero y el otro, antiminero, y les di una condición: "Esto es ingeniería, acá no hay ideología; necesito fundamentos, investigación". Hubo mucha investigación: un grupo se fue a Sierra Pintada a ver el yacimiento de residuos de uranio y el otro grupo fue a hablar con (Jorge) Difonso, que es el autor de la ley antiminera. Los dos vinieron con una conclusión unánime: tiene que haber minería y tiene que ser sustentable.

¿O sea que ustedes, en la facultad, pudieron de alguna manera zanjar el debate que la sociedad no ha resuelto aún? 

Absolutamente. Mendoza debe tener minería sustentable, no importa que sea grande o pequeña. Una pregunta de examen que suelo hacer: "Mirá a tu alrededor e identificá diez productos de base minera que encuentres". Bueno, los ladrillos, el hierro de los bancos, la hebilla del cinturón… No puede haber sociedad moderna sin productos mineros.

¿Y qué se necesita para que la minería sea sustentable?

Primero, una legislación muy clara, un sistema de control muy riguroso, muy duro, que hace que las empresas se comporten de manera sustentable. Hay países como Chile, que tiene una fuerte dependencia de sus exportaciones de frutas, donde uno ve que tiene las producciones de fruta conviviendo con la minería. Yo he visto las escombreras mineras al lado de los viñedos, o sea que no hay un antagonismo, se puede hacer minería sustentable.